Una rebelde mancha verde se esparce desde marzo por kilómetros y kilómetros en la superficie del venezolano Lago de Maracaibo, el más grande de América del Sur, por la presencia de una maleza de aguas dulces de rápida reproducción, llamada lemna, o lenteja acuática, por su similitud con la especie comestible.
Se le da ese nombre porque parece una lenteja verde, de menos de cinco milímetros de diámetro, pero sus ramas se trenzan intrincadamente para formar un fino y resistente colchón, sobre el espejo de aguas, dijo a Tierramérica el biólogo Gonzalo Godoy, de la organización ambientalista Procuencas, consagrada al estudio del lago.
Según especialistas, la aparición de la lenteja acuática aumenta la contaminación ya habitual del lago, y podría alterar el hábitat de varias especies de peces, al restar oxígeno e iluminación a las aguas.
Es la primera vez que esto ocurre en el lago y por eso es tan preocupante. La alta cantidad de nutrientes en sus aguas, así como las elevadas temperaturas y las lluvias recientes favorecen la presencia de esta maleza, explicó Godoy.
La lemna, de la familia Lemnaceae, encuentra su caldo de cultivo en aguas con poca sal, lo que no es el caso normalmente en el lago, de más de 12.000 kilómetros cuadrados y con 245.000 millones de metros cúbicos de agua, cuya salinidad ha aumentado mucho en las últimas décadas, debido a la actividad petrolera.
Esa masa acuática se comunica con el mar Caribe a través de una bahía natural que da al golfo de Venezuela, dragada desde hace 50 años para permitir el paso de grandes buques-cisterna. Y con esos barcos entra más agua salada.
La salinidad en el interior del lago era 1 o 1,5 gramos por litro en la primera mitad del siglo XX, y llegó a casi cinco gramos en la superficie, y hasta 15 gramos en las profundidades durante la estación seca.
Pero las aguas dulces de las torrenciales lluvias que han caído en los últimos días han provocado que la salinidad baje, de 12 o 13 miligramos por litro a unos 4 miligramos por litro, favoreciendo la aparición de la lemna, dijo a Tierramérica Carlos Rivero, gerente de higiene y ambiente de la empresa estatal Petróleos de Venezuela.
Además, las aguas servidas de ciudades ribereñas, especialmente Maracaibo (de 1,5 millones de habitantes), Cabimas (de 250.000) y Ciudad Ojeda (de 150.000), así como el uso de pesticidas y otros agentes químicos por los agricultores en la cuenca del río Catatumbo (al suroeste del lago), han incidido en su contaminación, agregó.
La contaminación aún no compromete la vida de peces comestibles como el bocachico (Prochilodus magdalenae), la doncella (Coris julis), la lisa (familia Mugílidos) y el pámpano (Stromateus maculatus).
Pero la lemna podría alterar el hábitat de esos peces, al bloquear el proceso de fotosíntesis, y perjudicar la actividad de los pescadores, pues se adhiere a las lanchas, afecta su sistema de enfriamiento y estorba los desplazamientos, explicó Rivero.
Mientras autoridades ambientales y expertos discuten cómo eliminar la lenteja acuática, cuadrillas de pescadores la retiran con rastrillos y palas.
El subsuelo y las costas del lago de Maracaibo fueron durante casi todo el siglo XX el mayor emporio petrolero sudamericano, y aún producen más de un millón de barriles diarios (de 159 litros) de crudo, parte del cual se despacha en barcos desde sus riberas.
Sobre el lago se yergue un bosque de centenares de torres de extracción, muchas de ellas inactivas y abandonadas, y bajo sus aguas se entrecruzan miles de kilómetros de tuberías, que con pequeñas filtraciones y accidentes a lo largo de décadas han dejado un cuantioso pasivo ambiental.
El nuevo problema de la lemna se agrega a los estacionales que afectan la vida lacustre, como prolongadas sequías o tempranas lluvias. Las intensas precipitaciones de mediados de este mes dejaron más de 100 damnificados en poblados al sur del lago, y varios alcaldes declararon estados de emergencia.
La estación lluviosa puede prolongarse hasta noviembre, y es una incógnita qué efecto tendrá ese riego sobre la lemna, comentó a Tierramérica el portavoz del departamento de Meteorología de la Fuerza Aérea, Angel Graterol. (