Los dos candidatos con posibilidades reales de ganar la presidencia de Uruguay este año son partidarios de dar institucionalidad política al Mercosur, un cambio radical respecto de la estrategia del actual gobierno y de líderes tradicionales que el domingo quedaron sepultados por las urnas.
La posición de Uruguay respecto del Mercosur (Mercado Común del Sur), que conforma con Argentina, Brasil y Paraguay, fue uno de los temas principales de la campaña previa de estas elecciones internas, previstas para definir a los candidatos únicos que cada partido presentará a los comicios generales del 31 de octubre.
El candidato a la presidencia por la coalición opositora de izquierda Encuentro Progresista-Frente Amplio, Tabaré Vázquez (favorito para los comicios de octubre) y su más cercano contrincante, el senador Jorge Larrañaga, elegido para representar al Partido Nacional, han postulado en documentos y declaraciones su adhesión a un cambio profundo del Mercosur
De este modo, si cualquiera de los dos llega al poder, habrá un cambio inequívoco a favor de un Mercosur con más énfasis político, que impulsan los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, señaló a IPS el analista Gerardo Caetano.
Las posiciones de política internacional, en particular con relación al bloque y a la unidad de América del Sur, están en los antípodas de las posturas del gobierno de Jorge Batlle, del Partido Colorado, y del ex mandatario Luis Alberto Lacalle (1990-1995), precandidato nacionalista vencido por amplio margen en la puja del domingo.
Sin embargo, estas diferentes visiones de política exterior no fueron consideradas especialmente por la lectura de observadores de estas primarias del domingo, que arrojaron un rotundo fracaso electoral para el neoliberal Lacalle y para el gobernante y centroderechista Partido Colorado.
El retroceso de Lacalle, con apenas 33,6 por ciento de los votos de su partido, y del Partido Colorado en su conjunto, liderado por Batlle y el ex presidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), que sólo recogió 14,1 por ciento del total de sufragios del país, fue la nota más destacada, junto con la confirmación del avance de la izquierda.
Pero también llamó la atención la caída de la concurrencia a las urnas, que pasó de 54 por ciento de 1999 a 45,7 por ciento del padrón, en parte por la escasa competencia interna dentro del Partido Colorado y por la inexistente en el EP/FA, que ya había resuelto su fórmula de gobierno en un congreso sectorial.
El deterioro económico y social del país aparece como la principal causa de la caída electoral del Partido Colorado y del sector de Lacalle, que se turnaron en el ejercicio del poder desde la recuperación de la democracia, en 1985.
La recesión que se extendía desde 1998 precedió al colapso económico de 2002, al estallar una crisis bancaria y cambiaria que condujo a un severo endeudamiento público, que hoy llega a casi 85 por ciento del producto interno bruto.
Bancos quebrados y estafados por algunos de sus dueños, pérdidas de ahorros y de carteras de inversiones, crecimiento de la desocupación y deterioro de la calidad del empleo, agudización de la pobreza hasta alcanzar a 31 por ciento de los 3,4 millones de uruguayos y de la marginación social, conforman un panorama al que Uruguay no estaba acostumbrado.
La izquierda contempla en sus propuestas de gobierno el apoyo a la creación de instituciones para llevar al Mercosur de un acuerdo comercial a un bloque sustentable políticamente, al estilo del proceso que se dio la Unión Europea, con la instalación, por ejemplo, de un parlamento regional.
En ese marco, se respalda la iniciativa de materializar un nuevo Mercosur a partir de la convocatoria a un Ouro Preto II, en alusión a la reunión cumbre de 1994 en esa meridional ciudad brasileña, que instauró el actual sistema institucional del bloque, precisó Caetano, director del Instituto de Ciencia Política de la estatal Universidad de la República.
Caetano recordó que, en la visita al presidente Kirchner este mes Vázquez reafirmó su disposición de colocar a Uruguay en la misma línea estratégica de Argentina y Brasil, en caso de asumir el gobierno en marzo de 1995.
También Larrañaga presentó como uno de los lemas de su campaña al Mercosur, en clara discrepancia con Lacalle, su competidor interno y firmante en 1991 como presidente de Uruguay del Tratado de Asunción, partida de nacimiento del bloque.
Lacalle ha sido enfático en rechazar las propuestas de un parlamento del Mercosur, enarboladas por Lula y Kirchner, por entender que Uruguay quedaría en desventaja ante las diferencias de tamaño territorial y población con sus dos grandes socios, Argentina, con 37 millones de habitantes, y Brasil, con 178 millones.
Lacalle aparece en sintonía con el presidente Batlle, quien privilegió desde su llegada al gobierno en 2000 su simpatía con Estados Unidos e intentó, fallidamente, alcanzar un acuerdo comercial bilateral con Washington, al margen de sus socios de la región.
Precisamente en ese aspecto de la futura política internacional se vivirá otro cambio notable, pues tanto Vázquez como Larrañaga postulan una política independiente y, en especial, alejada de la actual visión mundial de Washington, apuntó Caetano.
De cualquier modo y más allá de una línea similar en política internacional, veo a Vázquez mucho más próximo que Larrañaga al llamado Consenso de Buenos Aires, que Kirchner y Lula suscribieron en octubre en la capital argentina, añadió.
En ese texto ambos gobiernos se proponen transitar un mismo camino en materia de desarrollo económico, opuesto a los postulados neoliberales que pautaron la estrategia impuesta en los años 90 en América Latina, y sumar fuerzas en el ámbito internacional.
En aquella cita Kirchner y Lula reafirmaron su posición contraria al llamado Consenso de Washington y, por tal, la necesidad de darle prioridad al crecimiento con igualdad social y a la defensa de los intereses del sur americano.