COMERCIO-MERCOSUR: Kirchner parte a la conquista de oriente

El presidente de Argentina, Néstor Kirchner, y 200 empresarios del Mercosur iniciarán el lunes próximo una visita a China con el propósito de sumar producción industrial y servicios al ya fluido comercio de soja, como hace un mes lo hiciera su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

Nueve gobernadores provinciales, legisladores, ministros y otros funcionarios acompañarán a los empresarios, en su mayoría argentinos, en la primera misión oficial encabezada por Kirchner a China, que partirá este jueves y se extenderá hasta el 3 de julio, con visitas previstas a Beijing y a la oriental ciudad de Shangai.

En la agenda de trabajo de Kirchner en el país asiático se incluye reuniones con el presidente Hu Jintao y con el primer ministro, Wen Jiabao, y una ceremonia para recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad Fudan, de Shangai.

Empero, la meta principal de la misión es ampliar el comercio de productos básicos hacia otros sectores de la economía, en especial la producción industrial, el turismo y servicios educativos, como fuera planteado por el canciller Rafael Bielsa al ministro de Comercio de China, Bo Xilai, a fines de mayo, cuando lo recibió en Buenos Aires para preparar esta gira.

Entre los aspectos que más interesa a los empresarios locales es avanzar en la venta a China de programas de computación, madera para pisos, máquinas para envasar, partes de automóviles, acero, cereales y genética vacuna, detalló a IPS Ernesto Fernández Taboada, director ejecutivo de la Cámara de la Producción, la Industria y el Comercio Argentino-China.

También hay gran interés en las ventas de la industria farmacéutica, de vinos tintos y de servicios turísticos y educativos. Con casi 1.300 millones de habitantes, China importa por un valor cercano a los 400.000 millones de dólares al año y Argentina participa en apenas 0,4 por ciento de ese mercado, explicó.

De este modo, la visita argentina se constituye en la segunda de su tipo del Mercosur (Mercado Común del Sur) tras la realizada del 23 al 27 de mayo por Lula, quien viajó con más de 450 ejecutivos en la mayor misión comercial al exterior de Brasil, que, al igual que Argentina, cuadruplicó sus exportaciones a China en los últimos 10 años.

La presencia en el inmenso país asiático de otro presidente del Mercosur, que también integran Paraguay y Uruguay, se enmarca en el interés por reforzar el intercambio Sur-Sur, que también ya había llevado a Lula en enero a India, donde se firmó el Acuerdo Base de Acceso a Mercados.

Ese convenio establece la concesión de preferencias arancelarias entre India y el Mercosur, que en esa instancia estuvo representado además por su secretario de la Comisión de Representación Permanente, el ex mandatario argentino Eduardo Duhalde (2002-2003).

La semana pasada en Sao Paulo se dieron pasos concretos en el mismo sentido en el marco de la XI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y el Desarrollo (Unctad), de la que participaron 192 países.

En esa reunión, el ministro de Economía de Argentina, Roberto Lavagna, lanzó la tercera ronda del Sistema Global de Preferencias Comerciales (SGPC), de la que participan 43 países en desarrollo y que prevé reducir aranceles e incrementar el intercambio entre ellos.

Un estudio de la propia Unctad revela que, si los aranceles del mundo en desarrollo se redujeran 50 por ciento, el comercio Sur-Sur podría aumentar en 15.500 millones de dólares al año. Ese avance contrastaría con las trabas que impone el Norte a las compras de los países en desarrollo en las negociaciones de liberalización comercial.

En Sao Paulo se reunieron Argentina, Brasil, India y China, junto a otros países en desarrollo que forman en conjunto el Grupo de los 20, la alianza formada poco antes de la conferencia de la Organización Mundial del Comercio, de septiembre de 2003 en la sudoriental ciudad mexicana de Cancún, para resistir la política la agraria de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.

”Las posibilidades son enormes” en el mercado chino, se entusiasmó Fernández Taboada, dirigente de la cámara que agrupa a 120 empresas grandes y medianas de Argentina.

A modo de ejemplo señaló que China consume siete litros de leche por año por habitante, una cantidad muy por debajo del promedio mundial de 100 litros. Por eso y con la intención de ofrecer cubrir esa demanda potencial también viajan representantes de laboratorios que saben cómo cambiar la genética vacuna a fin de mejorar su producción láctea.

Pero Fernández admitió, además, que el comercio con los chinos ”no está al alcance de la mano” y que las dificultades existen por las diferencias culturales. A su juicio, las empresas pequeñas que son mayoría en Argentina- no tienen posibilidades si no es a través de formar consorcios que les permitan bajar costos.

”Los argentinos somos muy impacientes, queremos el éxito ahora, y eso no es posible en China, donde hay que invertir en un período de mutuo conocimiento que puede durar un año”, advirtió. ”Hay que leer a Confucio, conocer las bases de la filosofía china, los ritos empresarios, sus costumbres”, recomendó el dirigente.

Según datos del Centro de Economía Internacional de la cancillería, el comercio entre Argentina y China creció 400 por ciento entre 1992 y 2003, en coincidencia con el despegue de la inmensa economía asiática que creció a un promedio de nueve por ciento anual en la última década.

China, que en los años 90 centraba sus ventas a Argentina en productos de consumo final, como textiles, calzado o juguetes, ahora, tras la devaluación de comienzos de 2002 en este país sudamericano, le exporta principalmente insumos para la industria por valor de 447 millones de dólares.

En cambio, Argentina negocia en China por un monto seis veces superior. Son casi 2.800 millones de dólares, 86 por ciento de los cuales se conforman de harinas, porotos y aceites de soja. La leguminosa constituye el principal producto de exportación de Argentina, que es el primer proveedor de soja al mundo.

Del mismo modo que ocurre en Brasil, donde el comercio hacia China también se centra en la soja, la reciente caída del precio internacional de ese producto fue consecuencia directa de las restricciones en las compras del gigante de Asia, que apunta así a volver a negociar a la baja los precios convenidos.

”Eso es algo que hay que conocer, los chinos no se sienten obligados a cumplir un contrato que dejó de ser conveniente y fuerzan la renegociación”, explicó Fernández Taboada, aludiendo al malestar que provocó las trabas recientes al ingreso de soja brasileña con argumentos de tipo sanitario.

Los cueros, pieles, pescados congelados, lanas, tubos de acero y vinos, entre otros bienes, se suman a la soja en los envíos a China, que equivalen a 14 por ciento del total de exportaciones de Argentina.

”Las empresas argentinas podrían duplicar las colocaciones en China en apenas tres o cuatro años, llevando las ventas a 5.600 millones de dólares, pero no en desmedro de la soja sino ampliando el comercio a productos con mayor valor agregado”, destacó Fernández.

En ese rumbo, consideró que en el área de programas de computación y de otros servicios informáticos es donde se produjeron los mayores avances para lograr acuerdos que faciliten la creación de asociaciones entre empresas de ambos países.

Por último también está la energía nuclear, material en la que el canciller Bielsa trató con su par de Comercio chino la posibilidad de aumentar ventas y transferencia de tecnología en la fabricación de Cobalto 60, en la provisión de agua pesada y de combustible nuclear, y participar además en la fabricación de reactores y centros de medicina nuclear en China.

Respecto del sector turístico, Argentina apunta a atraer a los cerca de 30 millones de chinos que viajan por año al exterior. Para ello, el gobierno tratará de firmar un acuerdo para que Argentina esté dentro de los destinos aprobados por el gobierno chino.

Además, la cancillería promocionará la nueva oferta de universidades argentinas para realizar estudios de posgrado y sobre todo dar cursos de español, a cambio de una certificación oficial del conocimiento de la lengua de igual valor al que otorga actualmente el Instituto Cervantes, dependiente de la cancillería española. (

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