Tres universidades de Argentina formaron un consorcio para evaluar y certificar el dominio de la lengua española de extranjeros no hispanohablantes, con aval del Ministerio de Educación, un paso que abre la puerta al desarrollo del turismo, la enseñanza y el negocio editorial, entre otros campos.
Una de las mentoras del proyecto, la decana de la Facultad de Lenguas de la Universidad de Córdoba, en el norte del país, Cristina Elge, dijo a IPS que los primeros exámenes se tomarán en noviembre en Argentina, pero la cancillería ya adelantó que se incorporarán luego instituciones en Brasil, Estados Unidos y China.
La idea de formar un consorcio académico evaluador surgió en 2001 entre las tres casas de altos estudios más antiguas del país: la Universidad de Buenos Aires, la de Córdoba y la del Litoral, en el nororiente de Argentina.
”Mucha gente que tenía el conocimiento del español se acercaba para ver si podíamos tomar un examen y certificarla”, relató Elge
Cuando las bases del proyecto tuvieron aval del Ministerio de Educación y de la cancillería, la depreciación monetaria de 2002 creó la demanda. ”La devaluación hizo que muchos europeos, canadienses y estadounidenses cambiaran España por Argentina como destino elegido para aprender el español”, comentó la decana.
El Ministerio de Educación estimó que en 2003 llegaron a Argentina más de 40.000 estudiantes extranjeros para aprender la lengua española. Si bien el pasaje hasta este país sudamericano resulta más caro por la distancia, el costo de vida y el valor de los cursos son mucho más bajos medidos en dólares, sin que mengüe la calidad del aprendizaje.
Para hacer el proceso más atractivo y académicamente válido, faltaba la certificación, que muchos adquirían presentando exámenes ante instituciones de enseñanza españolas.
Ese país europeo, madre de la lengua que habla Hispanoamérica, mantiene el liderazgo en enseñanza y evaluación del español para extranjeros.
El Instituto Cervantes, dependiente del Ministerio de Educación de España, elabora cursos para sus sedes en 40 países, y la Universidad de Salamanca se encarga de evaluar los exámenes y certificar el conocimiento.
Por esta tarea, la Universidad cobra entre 60 y 80 dólares según el nivel del conocimiento a examinar. Los estudiantes extranjeros se inscriben, pagan el derecho de examen, y rinden sus conocimientos ante evaluadores del Instituto Cervantes o de otros organismos asociados.
La Universidad de Salamanca corrige las pruebas y otorga los certificados conocidos por la sigla DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera).
En América Latina, solo la Universidad de México alcanzó un desarrollo similar, según explicó Elge. ”En Sudamérica somos los primeros”, destacó.
La institución mexicana otorga el EPLE (Examen de Posesión de la Lengua Española) que vale para el trabajo profesional y para la incorporación a la universidad no hispanohablantes. Pero mediante un convenio con la Universidad de Salamanca, el certificado de cada uno se convalida en el otro país.
En Argentina, donde el certificado aún carece de nombre, se enseña ”la variante argentina culta” del español, explicó Elge. No obstante, el criterio para certificar será más amplio, permitiendo la incorporación de otras variedades. El certificado se exigirá a los extranjeros para aspirar a posgrados, un requisito común en Brasil con el portugués, pero que en Argentina hasta ahora no existe.
El mecanismo de certificación más conocido fue el creado para el idioma inglés, controlado por la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña. Allí la enseñanza de la lengua inglesa factura más que la industria automotriz, según un estudio publicado en 2002 en uno de los ”Cuadernos Cervantes, la Revista del Español en el Mundo”.
Las ganancias no provienen solo de los precios de los exámenes, sino de los paquetes de turismo ideados para ”sumergirse” en la lengua, la edición de libros, casetes, disquetes y vídeos, entre otros aspectos del negocio lingüístico.
La lengua de Cervantes, oficial en más de 20 países, es el idioma materno de unos 400 millones de personas, y otros 100 millones lo hablan como segunda lengua, de acuerdo a una investigación realizada por la Universidad de México.
A fines de comunicación internacional, el español es el segundo idioma del mundo después del inglés. Pero en cantidad de hablantes se ubica cuarto después del mandarín (que lo hablan 1.000 millones de personas en China), el inglés (500 millones), y el hindi (480 millones de hindúes).
La diferencia entre la cantidad de personas de habla inglesa y de hispanohablantes no es grande. Sin embargo, en comparación con el enorme desarrollo de la industria editorial y las tecnologías de la enseñanza del inglés, el negocio del español está todavía en estadio incipiente.
”Imagínese lo que significaría para nosotros”, dijo Elge al referirse a la posibilidad de tomar exámenes de español en Brasil, Estados Unidos y China y corregirlos en Argentina. A través de la cancillería, el asunto ya viaja y se trata en cada una de las misiones diplomáticas comerciales que emprende el gobierno.
La Facultad de Lenguas de la Universidad de Córdoba, que dirige Elge, tiene distintas carreras para la enseñanza del inglés, el alemán, el italiano, el francés, el portugués y el castellano, pero dirigidas a estudiantes argentinos. No obstante, en los años 80 comenzó a desarrollar cursos de enseñanza del español para extranjeros.
Debido a esa experiencia, desde este año incorporó la Licenciatura y el Profesorado de Español como Lengua Extranjera, una carrera con dos títulos posibles que es única en el país, orientada específicamente a formar docentes especializados.
De allí la participación activa de la Universidad en la creación del consorcio. La decana explicó que por el momento el programa se financia a través del Estado, pero en cuanto las universidades comiencen a cobrar aranceles de examen, aún no establecidos, el proyecto se autofinanciará y dejará buenos recursos a los centros académicos.
”Lo económico no es lo que nos motiva, nos apasiona el desafío intelectual, pero tampoco podemos desdeñar el hecho de que para sobrevivir, a veces las universidades debemos actuar como empresas”, admitió.
El certificado permitirá además que Argentina adquiera peso internacional en la enseñanza del español, y será una fuente de ingresos para el turismo, la industria editorial, el desarrollo de programas de computación específicos, y otras técnicas vinculadas al aprendizaje, pronosticó la decana.