MIGRACIONES-MEXICO: El infierno de los «polleros»

El hondureño Oscar Medrano perdió una pierna y 2.000 dólares intentado atravesar México rumbo a Estados Unidos, apenas una muestra de los peligros que corren los inmigrantes al ponerse en manos de traficantes de personas, único pasaporte hacia un empleo de subsistencia.

”Sigo vivo y eso es lo importante, así que regresaré a mi país para seguir adelante”, dijo Medrano a IPS por teléfono, poco antes de abandonar un centro de atención a inmigrantes en el meridional estado de Chiapas, en la frontera de México con Guatemala.

Unas 160.000 personas, la mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador, son detenidas y deportadas cada año por la policía de México cuando intentan llegar a Estados Unidos sin papeles.

Medrano no fue detenido. Pero cuando procuraba trepar a un tren carguero rumbo al centro del territorio mexicano, cayó y su pierna fue cercenada.

Ya herido fue asaltado por jóvenes pandilleros, que le quitaron 200 dólares, pérdida que debe sumarse a los 1.800 que había entregado previamente a un ”pollero”, o traficante de personas.

”Ya no quiero recordar nada, sólo quiero regresar a casa para estar con mi familia y ya no saber de polleros ni nada, pues me abandonaron”, dijo el hondureño antes de cortar la comunicación.

Lo que pasa con los inmigrantes en la frontera de México con Guatemala es dramático, hay abusos de todo tipo, sostuvo el presidente de la estatal pero independiente Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes.

Según un informe de esa Comisión, los inmigrantes que viajan sin papeles experimentan una gran vulnerabilidad, aprovechada por autoridades migratorias y policiales para cometer abusos sexuales, extorsiones, intimidación, robos, torturas y maltratos.

El gobierno del mexicano Vicente Fox asegura aplicar controles estrictos en su frontera meridional, y periódicamente detiene a polleros y a sus víctimas: inmigrantes que viajan ocultos.

Pero estudios independientes y estadísticas oficiales muestran que el ingreso de extranjeros sin documentos aumenta del mismo modo que la actividad de los traficantes de personas.

En 1988, México detuvo y deportó 108.000 inmigrantes. Para el período 2000-2003, esa medida alcanzó a un promedio anual de 160.000 personas.

México, paso tradicional de emigrantes de América del Sur, América Central y, en menor proporción, de Asia y de Medio Oriente rumbo a Estados Unidos, comparte 1.149 kilómetros de fronteras con Guatemala y Belice, con muchos lugares de escasa vigilancia.

IPS contactó a un traficante de personas al que preguntó ”precios” y condiciones de traslado a Estados Unidos. Receloso y sin mencionar su nombre, éste indicó que para centroamericanos y sudamericanos el viaje oscila entre 1.500 y 4.000 dólares, y más de 10.000 para europeos y asiáticos.

”La mitad del dinero se paga ahora y el resto cuando llegue al otro lado (a Estados Unidos), donde lo esperará nuestra gente”, indicó.

Interrogado sobre los abusos que un eventual viajero podría sufrir, el delincuente sostuvo que ”el servicio” estaba garantizado y no habría ningún problema, claro que sin explicar de qué carácter era la garantía.

Washington y México, que comparten una frontera de 3.200 kilómetros, tienen acuerdos para combatir el tráfico de personas. Pero ese esquema de delito es casi la única opción de los inmigrantes frente a la redoblada vigilancia en los puestos migratorios de Estados Unidos, que cada día ponen más obstáculos al ingreso de extranjeros.

”El negocio de los polleros va viento en popa, precisamente porque ahora es más difícil ingresar a Estados Unidos”, expresó Guillermo Alonso, investigador del Colegio de la Frontera Norte, centro académico mexicano especializado en temas de migración.

”Es evidente el fracaso de la política migratoria del gobierno norteamericano” (estadounidense), afirmó el autor del estudio ”La migración clandestina por la frontera norte de México: estrategias de cruce y mortalidad”.

Cada año logran ingresar y quedarse en Estados Unidos unos 390.000 mexicanos sin documentos, gran parte de ellos también guiados por los polleros. Pero los deportados suman más un millón.

En Estados Unidos viven 38,8 millones de personas de origen latinoamericano, 25,4 millones de ellas procedentes de México.

Antes de 1993, se podía ingresar a Estados Unidos por zonas cercanas a las ciudades fronterizas, pero desde ese año los caminos fueron cerrados con muros, rejas y férreos controles, reforzados aun más luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.

Entonces los inmigrantes y sus guías (parte de la red de polleros), buscan ahora el ingreso a Estados Unidos por desiertos y montañas inhóspitas.

Si logran ingresar, son transportados al interior del territorio en camiones y vagones de tren sellados, o dentro de maletas.

En los últimos 10 años, más de 3.000 mexicanos murieron cuando intentaban llegar a ciudades de Estados Unidos, extraviados en desiertos, ahogados al cruzar un río o abandonados en camiones o trenes herméticamente cerrados.

El drama de los viajeros que proceden de América del Sur y América Central no empieza en Estados Unidos, sino en México, donde se enfrentan a peligros y engaños, a un arresto o a perder la vida o todo el dinero que llevan.

El gobierno mexicano insiste en protestar por el trato que reciben los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, pero es tibio cuando se trata de las personas que cruzan su territorio, advierte el grupo humanitario no gubernamental Sin Fronteras.

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