MEXICO: La pandilla salvaje llega del sur

El joven salvadoreño Carlos Ramírez afirma que no le importaría que su hermana fuera violada y asesinada, siempre y cuando fuera una acción de la ”Mara Salvatrucha”, una violenta pandilla juvenil de origen centroamericano que comienza a dar sus primeros pasos en México.

”Un mara necesita muchas cosas, como tener bajos (testículos), aprender a matar y a dar la vida por un carnal (amigo)”, dijo Ramírez, de 21 años y quien se declara orgulloso de pertenecer a ese grupo, que tiene más de 300.000 miembros distribuidos en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Ramírez está preso desde fines del año pasado en el meridional estado de Chiapas, fronterizo con Guatemala, por el asesinato de una joven de 15 años, quien fue violada de forma colectiva y arrojada a un alcantarilla. A pesar de que se declaró ante la policía inocente de ese crimen, también afirmó que mataría sin problema por la mara.

La presencia de pandilleros de Mara Salvatrucha 13 y de la llamada Mara 18 se ha detectado ya en ocho estados mexicanos, por lo cual esos grupos, que antes eran marginales, representan ahora un problema de ”seguridad nacional”, señalaron a IPS fuentes del Instituto Nacional de Migración (INM).

La violencia con que actúan esos jóvenes es tal que en enero, los gobiernos de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua firmaron un acuerdo para combatirlos de manera conjunta, mientras en México el tema fue encargado al Centro de Investigación y Seguridad Nacional, el máximo órgano de inteligencia del país.

La Mara Salvatrucha y otros grupos de accionar afín, que se dedican al robo y al tráfico de drogas y armas en pequeña escala, tienen su origen en la sudoccidental ciudad estadounidense de Los Angeles entre inmigrantes salvadoreños. Su tránsito siguió a América Central, cuando la mayoría de sus integrantes fueron deportados.

”Estos (indocumentados) deben saber que aquí nosotros mandamos”, declaró a policías Douglas López, un guatemalteco de 23 años cuando fue detenido el año pasado por asaltar a inmigrantes centroamericanos en carreteras del estado de Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala. Al igual que Ramírez, este joven pertenece a la Mara Salvatrucha.

Nadie sabe con exactitud cuántos jóvenes, en su mayoría menores a 25 años, integran el grupo en México, pero en el INM calculan que ya son cientos.

”La marginación y pobreza de miles de jóvenes mexicanos es terreno propicio para que las pandillas de América Central adquieran raíces y se mexicanicen”, señaló a IPS Marco Calderón, investigador de movimientos sociales en la Universidad de La Salle.

”Con los marasalvatruchas hay que actuar en prevención, pero también hay que ir a fondo con la policía, pues son grupos muy violentos que están dispuestos a todo”, apuntó.

Reportes policiales indican que los jóvenes pandilleros son responsables de cerca de 200 homicidios registrados el año pasado en Chiapas. Una tercera parte de esos crímenes se realizaron luego de torturar o violar a la víctima.

”Ojalá el gobierno mexicano actúe con sabiduría en el tema de la pandillas, privilegiando la educación, el deporte y las oportunidades de empleo para los jóvenes”, comentó a IPS el sacerdote católico Pascual Campos, que trabaja en una zona marginal de la capital mexicana.

”El mejor antídoto contra la violencia es el trabajo con los jóvenes y no la represión”, apuntó el religioso. No obstante, Campos reconoció que la policía no debería ausentarse de zonas donde las pandillas siembran ya el terror.

Un reporte del INM indica que ”los maras no cuentan con una forma honesta de vivir y por tratarse de desadaptados sociales con adicciones, son agentes potenciales de delito”.

Los miembros de esas pandillas se caracterizan por llevar visibles tatuajes, pañuelos en sus cabezas y usar un lenguaje cifrado de palabras y señas que sólo ellos entienden. Para ingresar a esos grupos hay rituales especiales, casi todos vinculados a agredirse entre ellos o a terceros.

Autoridades policiales de Chiapas indican que cientos de pandilleros ingresaron a México huyendo de sus países de origen, donde son cada vez más perseguidos.

En Honduras, por ejemplo, se aprobaron en 2003 reformas penales para castigar con penas de 12 años de prisión a los pandilleros. Tras la aprobación de esa medida, los miembros de la Mara Salvatrucha desataron una ola de violencia y advirtieron que irían aún más lejos si continuaba la persecución en su contra.

Según el sacerdote Campos, la pobreza y la descomposición social son el semillero de las pandillas, donde los jóvenes encuentran identidad y un sentido de pertenencia que se expresa en los tatuajes y en la forma de vestir, hablar y hasta caminar.

”Al principio me los hice (los tatuajes) por el vacil (los juegos) de la clica (pandilla). Los tatuajes son como decir que soy de un apellido, que soy parte de una familia”, declaró al semanario Cambio Alan Méndez, un hondureño de 20 años detenido en México por diversos crímenes en la zona fronteriza con Guatemala.

Algunos indican que esas pandillas centroamericanas toman la denominación "maras" de marabunta, palabra que se emplea en El Salvador para referirse a personas alborotadas, mientras que Salvatrucha se conforma con ”salva”, que es una contracción del gentilicio salvadoreño, y ”trucha”, que significa despierto o listo.

Sin embargo, investigadores apuntan que marabunta en realidad se inspira en una película estadounidense de los años 70 que trata de un grupo de hormigas destructoras y agresivas que invaden un pueblo.

Durante diciembre y enero fueron detenidos en Chiapas 159 jóvenes pertenecientes a las maras, 60 por ciento de los cuales son mexicanos y el resto centroamericanos. El INM indicó que los pandilleros están sobre todo en Chiapas, pero también en el estado de México, que es vecino a la capital, así como en otros lugares, pero de forma periférica.

Aunque en la capital no existen huellas de esos grupos, la Secretaría de Seguridad Pública de la ciudad integró a inicios de año un equipo especial que investiga el modo de operar de las maras para desarrollar un modelo de intervención y reacción temprana cuando se registre su presencia.

”Hay alarma por la llegada de los marasalvatruchas y no es para menos, pues se trata de un problema de seguridad que podría quedarse con los mexicanos durante décadas”, dijo Calderón, de la Universidad de La Salle.

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