Europa y América Latina vivieron en el siglo XIX una globalización que debe renacer como perspectiva de futuro, dijeron este martes en la capital española el presidente de Uruguay, Jorge Batlle, y el titular del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, junto a líderes empresariales locales.
Para que esa nueva globalización interatlántica funcione deben levantarse las barreras comerciales en la Unión Europea (UE) y establecerse normas y regulaciones claras para las inversiones en América Latina, sostuvieron los conferenciantes.
Batlle, de visita oficial en España, disertó junto a Iglesias y ejecutivos españoles en un seminario organizado por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) sobre las perspectivas para este año del Mercado Común del Sur (Mercosur), que Uruguay comparte con Argentina, Brasil y Paraguay y al que están asociados Bolivia, Chile y Perú.
El foro, que se realizó en la Casa de América de Madrid, reunió a unos 70 representantes del mundo diplomático y empresarial.
Acerca del futuro político del bloque sudamericano, y al preguntársele si le parece positivo que los ciudadanos de los países que lo integran elijan directamente un parlamento común, el mandatario uruguayo dijo a IPS que la idea en sí no le parece mala, pero que debe ser analizada a fondo y tomarse para ello el tiempo necesario.
En términos similares se pronunció el profesor Carlos Malamud, director de asuntos latinoamericanos del no gubernamental Real Instituto Elcano, uno de los más importantes institutos académicos de España.
El Parlamento del Mercosur sería un paso adelante, pero no es prioritario, pues lo más importante es sincerar las relaciones tanto dentro del bloque como en las que éste mantiene con la UE, dijo Malamud a IPS.
Porque se habla de liberalizar el comercio, pero a la hora de la verdad, a la hora de levantar las barreras, empiezan las dudas, las contradicciones y el dejar las resoluciones para mañana, añadió.
Los latinoamericanos somos hijos de Europa, señaló Batlle en su intervención en el seminario, para luego reclamar a la UE que levante las trabas aduaneras para equilibrar las relaciones y se pronunció por una economía de mercado libre.
A este respecto destacó el desarrollo económico de Chile, país que a su entender tuvo algo excepcional dentro de lo que significó la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1989) —a la que aludió sin mencionarla— y fue que liberalizó su economía e impulsó una buena estructura de la misma.
Batlle coincidió con el presidente de CEOE, José María Cuevas, y con los directivos de las firmas transnacionales Juan Bachiller, de Repsol-YPF, José Juan Ruiz, de Grupo Santander, y José María del Rey, de Telefónica, en manifestarse optimista sobre el futuro de los países que componen el Mercosur y de los demás de América Latina.
Ruiz, director de estrategia del Grupo Santander, sostuvo que para América Latina se abre una ventana de crecimiento económico en torno al cuatro por ciento anual, que durará al menos tres años y que permitirá recuperar lo perdido en los últimos cinco.
Eso, explicó, porque hay un claro cambio en el entorno mundial y en la actualidad esa región es mucho menos vulnerable que años atrás, con un déficit fiscal promedio de sólo uno por ciento del producto interno bruto. El experto concluyó afirmando que lo mejor está por llegar.
Iglesias adicionó que esa mejoría se debe también a la depreciación del dólar y al alza de los precios de las materias primas en los mercados mundiales.
Los cuatro directivos empresariales coincidieron, asimismo, en reclamar a América Latina en general y al Mercosur en particular estabilidad jurídica a largo plazo, así como claridad en las reglas del juego y en las licencias de concesión para determinados servicios.
Bachiller destacó que Repsol-YPF invirtió en América Latina porque la consideraba un lugar estratégico para internacionalizarse y que, a pesar de todo lo que ha ocurrido en los últimos años, lo continuará haciendo.
El 80 por ciento del petróleo que extrae la compañía es del Mercosur y 92 por ciento de lo producido en ese bloque es de Argentina y ocho por ciento restante de Bolivia, países en los que invirtió 25.000 millones de dólares hasta 2001, sumando al año siguiente otros 1.200 millones, 1.160 millones en 2003 y prevé invertir 6.000 millones en los tres próximos años, detalló.
Por su parte, Del Rey, director de Telefónica Internacional, señaló que esa empresa también seguirá invirtiendo en América Latina, aunque advirtió que las previsiones indican que no habrá una gran demanda de nuevos clientes, debido a la exclusión social de importantes sectores de la población.
Desde que Telefónica se instaló en la región latinoamericana a comienzos de los años 90 multiplicó por 2,3 la cantidad de abonados en Argentina, por 2,1 en Sao Paulo y por 4,5 por ciento en Chile, todos lugares en los que la mayor parte de sus nuevos clientes correspondieron a sectores de menor renta pues los de mayores ingresos ya cuentan con el servicio.
En Argentina se llegó a pagar antes de llegar la empresa española 2.500 dólares por la instalación de una línea telefónica, lo que ahora se redujo a 50, mientras que en Sao Paulo era de 1.200 y bajó a treinta dólares, apuntó.
Otra coincidencia de los directivos empresariales fue que el desarrollo económico de América Latina debe contemplar necesariamente la inclusión social, para hacer sostenible ese desarrollo y fortalecer la democracia.
Batlle finalizó su intervención afirmando que en la actualidad es imprescindible abrirse al mundo para crecer, aunque señaló que las resoluciones de la Organización Mundial del Comercio, en la que dominan los países industrializados, plantea a los países del Sur que bajen sus tarifas industriales mientras que el Norte las sigue manteniendo altas para los productos agrícolas.
El mandatario uruguayo recordó que en el siglo XIX existió una globalización total en la zona atlántica, con grandes corrientes inmigratorias y de inversiones. Pero ahora, querido amigo Cuevas, perdemos siete a cero, (por eso) hay que reequilibrar las relaciones, subrayó mientras tomaba del brazo al presidente de la CEOE, lo que da una idea del tono cordial en el que se intercambiaron las opiniones.