ARGENTINA-CUBA: Nuevos aires sepultan viejas escaramuzas

El canciller cubano Felipe Pérez Roque visita Argentina con la tranquilidad de que el gobierno anfitrión presidido por Néstor Kirchner no condenará a su país en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, a diferencia de quienes lo antecedieron en los años 90 y que llevaron las relaciones bilaterales al borde de la ruptura.

Los lazos entre Argentina y Cuba, calificados ahora de ”excelentes” por Pérez Roque, estuvieron marcados en los últimos 40 años por la presión de Estados Unidos, en busca permanente de aliados contra La Habana, y por los vaivenes de la política interna del país sudamericano, incluidas recurrentes dictaduras militares.

Pérez Roque fue recibido este jueves por Kirchner en compañía de su canciller Rafael Bielsa, con quien mantuvo un primer encuentro tras su arribo el miércoles, en reuniones donde se acordaron mejorar el intercambio comercial y caminos para que Cuba pague su deuda con Argentina y se analizó la integración de América Latina y cuestiones sobre los derechos humanos.

”Han quedado superadas las escaramuzas del pasado”, afirmó el canciller cubano, aludiendo así a los años en que Argentina favorecía sus buenos vínculos con Estados Unidos y votaba en contra del país caribeño en la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

En cambio, el representante del gobierno de Fidel Castro criticó con dureza al presidente de Uruguay, Jorge Batlle, cuyo gobierno ya adelantó que volverá a condenar a Cuba en la comisión de Derechos Humanos de la ONU, que comenzará su sesión anual a mediados de abril en Ginebra

Batlle ”actúa como un agente al servicio de potencias extranjeras, mira a Estados Unidos en lugar de mirar hacia sus socios del Mercosur”, dijo el visitante que permanecerá hasta este domingo, resaltando las posiciones divergentes al respecto de Uruguay con sus socios del bloque, Argentina, Brasil y Paraguay.

Las declaraciones de Pérez Roque, similares a las efectuadas en su escala anterior en Asunción, demuestran hasta qué punto la votación en la comisión humanitaria de la ONU es un termómetro para el gobierno de Castro respecto de sus relaciones con los demás países de América Latina y la de éstos con Estados Unidos.

”No importa que la situación de los derechos humanos en Cuba no haya variado un ápice, la relación entre ambos países y el voto en la ONU varían en función de necesidades de política local”, explicó a IPS Juan Tokatlián, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés.

Para el académico, cada vez más los vínculos entre los estados están por encima del respeto por los derechos humanos, y eso se observa tanto en Cuba como en China, Sudán o Zimbabwe. ”Lamentablemente hay un doble estándar entre 'violadores malos' y 'violadores buenos' de los derechos humanos”, acotó.

La posición del gobierno de Kirchner respecto de La Habana consolida el cambio anticipado en abril de 2003 por el entonces presidente interino Eduardo Duhalde, cuando ordenó abstenerse de condenar a Cuba en la ONU apenas un mes antes de dejar el cargo para el que había sido designado por el parlamento para completar el mandato del renunciante Fernando de la Rúa (1999-2001).

”Ese fue el punto de inflexión”, comentó a IPS el analista político Rosendo Fraga, del Centro Nueva Mayoría.

”Durante el gobierno de (Carlos) Menem (1989-1999) y con De la Rúa, Argentina condenaba al régimen de Castro, pero a partir de entonces votó por la abstención en sintonía con Brasil”, remarcó Fraga.

Menem había hecho del alineamiento con Washington uno de los ejes de su política exterior, y De la Rúa mantuvo la misma política pese a que había prometido un cambio a sus votantes y aliados de centroizquierda.

Ese fue el momento en que Castro calificó de ”lamebotas de los yanquis (estadounidenses)” a De la Rúa, quien ordenó volver al país a su embajador en La Habana. Pocos meses después, a fines de 2001, ese mandatario argentino renunciaba a la mitad de su mandato de cuatro años, empujado por una revuelta social producto del colapso económico.

Así, Duhalde le tocó definirse por primera vez en 2002 cuando hacía apenas tres meses que había llegado al gobierno en medio de una severa crisis económica, social y política. En ese entonces ordenó votar en la ONU igual que lo habían hecho sus dos antecesores, condenando al gobierno de Castro por supuestas violaciones de los derechos humanos en ese país.

”Desesperado, Duhalde asumió el tema Cuba como un valor transaccional a la espera de un guiño de Washington”, sostuvo Tokatlián.

Pero ”cuando se dio cuenta que no había nada que hacer, y sin que en Cuba haya cambiado nada, Duhalde cambió en 2003 por la abstención, aunque fue por la frustración de no haber podido alcanzar un apoyo para su gobierno y por el valor electoral que tenía el tema en vísperas de las elecciones locales”, según este catedrático universitario.

Tras comunicarse con el recién asumido presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, Duhalde dijo entonces que Argentina no iba a condenar a ”un pequeño país bloqueado”, porque lo consideraba ”inoportuno” en momentos en que Estados Unidos se había lanzado en marzo contra Iraq en ”una guerra unilateral y violatoria de los derechos humanos”.

En los comicios de abril del año pasado, Menem ganó en primera vuelta con 24 por ciento de los votos y el segundo más votado fue Kirchner. La decisión de Menem de renunciar a participar en la segunda ronda electoral puso de hecho a Kirchner en la presidencia de Argentina. Pero esa campaña política coincidió con la votación sobre Cuba en Ginebra.

Kirchner ya había anticipado su posición a favor de la abstención en la ONU respecto de Cuba, en sintonía con el sentimiento antiestadounidense de la población de ese momento, a causa de que considera ese país abandonó a Argentina a su suerte en el colapso económico.

Así el mandatario entendió necesario reforzar un discurso de política exterior sólo condicionado por el consenso dentro del Mercosur.

A partir de esa definición, la decisión del canciller argentino de negarse a recibir a ”disidentes” en su visita a La Habana en octubre último provocó críticas airadas de Estados Unidos.

El subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Roger Noriega, de origen cubano, dijo que su país estaba ”decepcionado y preocupado” con Argentina por ese gesto. El mismo sentimiento de decepción había transmitido la embajada estadounidense en Buenos Aires cuando Duhalde votó por la abstención en 2003.

Pero en esta visita de Pérez Roque a Buenos Aires, el canciller Bielsa le adelantó, según consignan fuente recogidas por el diario argentino Clarín, que a los disidentes cubanos ”había que atenderlos”.

En tanto, para el secretario general del Partido Comunista Argentino, Patricio Echegaray, el cambio que expresa Kirchner es muy limitado.

”Nosotros creemos que si el gobierno quiere tener una política exterior verdaderamente independiente tiene que votar a favor de Cuba, y no abstenerse”, dijo el dirigente a IPS.

Sin embargo, si se analiza la historia de los vínculos bilaterales, un gesto de apoyo semejante solo sería posible sólo si Argentina hubiera enfriado y mucho las relaciones con Estados Unidos, una situación que no alienta por cierto Kirchner, quien mantiene relaciones cordiales con su George W. Bush pese una retórica crítica hacia Washington.

”Las relaciones entre Argentina y Cuba fueron profundamente oscilantes desde que se consolidó la revolución cubana en los años 60”, remarcó Tokatlián.

”Los altos y bajos estuvieron siempre condicionados por la política de derechos humanos, la dinámica de las relaciones internacionales pero también por las políticas locales”, dijo.

En la década del 60 y comienzos de los años 70, los cambios abruptos hacia Cuba respondieron a la alternancia entre gobiernos democráticos y dictaduras militares en Argentina.

De esa época viene la deuda de La Habana con Buenos Aires que hoy alcanza por efecto de los intereses a casi 2.000 millones de dólares. El origen del adeudo es un préstamo del gobierno del Partido Justicialista (peronista) en 1973 para la compra de automóviles y maquinarias agrícolas.

Las negociaciones de hoy entre los dos gobiernos pasan por un posible acuerdo de salud, que beneficiaría a los argentinos sin poder adquisitivos para poder atenderse de dolencias graves en clínicas de alta complejidad en Cuba.

La deuda y en especial las relaciones con Cuba quedaron en el olvido tras el golpe de estado de 1976 en Argentina, hasta el retorno de la democracia y la llegada al gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), el último mandatario argentino en visita la isla caribeña. (

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe