Mujeres de las etnias quechua y aymara de comunidades rurales de Bolivia avanzan a paso redoblado en la participación política y social, con el apoyo de municipios y organizaciones no gubernamentales de ese país y de España.
Autoridades municipales y cooperantes bolivianos de la Mancomunidad Andina lograron acuerdos con los gobiernos municipales de las centrales urbes españolas de Guadalajara, Toledo, Albacete, Ciudad Real y Madrid y de la Unión de Municipios de este país, al que llegaron invitados por la Fundación Iberoamericana para el Desarrollo (FIDE).
En las entrevistas mantenidas por los visitantes éstos lograron el compromiso de financiación para continuar con los programas de desarrollo en marcha, informó a IPS el presidente de la FIDE, Antonio Vereda del Abril.
La delegación boliviana estuvo conformada por delegados el central departamento de Cochabamba y del sudoccidental Potosí, entre ellos el alcalde del municipio cochabambino de Bolívar, Hernán Goytía, y su director técnico, Juan Paco Paredes, y los directores del no gubernamental Instituto de Investigación Cultural de Educación Popular (Indicep), Nelvi Balderrama y Helmut Vega.
En diálogo con IPS expusieron la situación actual, lo realizado y los proyectos que impulsarán en el futuro. La cooperante Balderrama subrayó que la mujer sigue siendo maltratada, pero se está avanzando hacia la equidad de género en esa zona, la menos desarrollada de Bolivia y donde 90 por ciento de la población es indígena.
Formamos a las mujeres para que se defiendan y a los hombres para que no las maltraten, añadió.
Vega informó de que los programas de formación comenzaron en 1997, con una educación alternativa para quienes no tuvieron acceso a los estudios y en especial sobre el derecho a la ciudadanía, participación ciudadana y gestión municipal.
Sin excluir a los varones, ponemos un mayor énfasis en la participación de mujeres que son las tradicionalmente discriminadas, explicó.
Para ello están realizando programas de formación en tres grupos. Uno para promotoras sociales, otro para promotoras municipales y un tercero, mixto, sobre igualdad de género. Los cursos tienen un desarrollo presencial de ocho horas diarias durante quince días y después tres meses por radio.
En los programas mixtos no se inscriben mitad mujeres y mitad hombres, porque al principio, cuando se hizo así, los cursos terminaban con un 90 por ciento de hombres y las mujeres calladas en un rincón. De ahí surgió la idea de la trabajar sobre la igualdad de género, puntualizó el experto.
Las mujeres abandonaban los cursos por embarazos, por presión de sus maridos que no las dejaban continuar o por las grandes distancias que debían recorrer.
Potosí tiene 8.635 habitantes sobre un territorio de 413 kilómetros cuadrados, agrupados en comunidades muy separadas unas de otras. La población de toda la Mancomunidad Andina suman 45.000 personas aproximadamente.
Con el patrocinio de la FIDE, en 2000 se construyó y habilitó un centro de formación para cinco municipios en la ciudad de Cochabamba, denominado Wiñay Wiñayoaq.
Allí pueden asistir las mujeres incluso con sus hijos, que quedan al cuidado de otras personas en las horas de clase o, si son muy pequeños, permanecen al lado de su madre.
Este traslado, además de asegurar su presencia permanente en los cursos, también las aleja de la presión masculina de sus comunidades, comentó Balderrama.
Ahora se ven progresos, sobre todo en las promotoras municipales, que no sólo han perdido timidez sino que sus intervenciones son ricas en contenidos y suscitan aplausos, adicionó.
Los cursos se imparten en quechua y castellano y algo de aymara, ya que este idioma es poco utilizado en la zona. Goytía señaló que insisten mucho en que las mujeres aprendan español. Al preguntarle si eso no es una especie de neocolonialismo, lo negó.
No, no es neocolonialismo, es ser realistas. Todos los indígenas hablan su lengua y en nuestros programas les enseñamos también a escribir en ella, pero el idioma oficial en Bolivia es el castellano, si tienen que ir a una ciudad a hacer un trámite tienen que hacerlo en ese idioma, aclaró.
No se trata de suplantar un idioma por otro, hay que mantener el quechua y el aymará, pero no conocer bien el castellano es también una forma de discriminación, observó Goytía. Por eso las radios municipales que cubren toda la región emiten en quechua, aymara y español.
La participación ciudadana para asegurar una gobernanza democrática e impulsar el desarrollo la considera esencial el alcalde, porque la zona tiene naturaleza y clima hostiles. Tenga presente que el promedio anual de la temperatura es de ocho grados y que la altura del terreno varía entre 3.650 y 4.000 metros sobre el nivel del mar, explicó.
Esa gobernanza se está logrando y como prueba citó que en el municipio de Bolívar, que tiene cinco concejales, tres son varones y dos mujeres, elegidos democráticamente, y que todos los cargos municipales están sujetos a la supervisión permanente de las organizaciones ciudadanas.
En la región, como uno de los frutos de la actividad del Indicep y la FIDE, se crearon dos centrales sindicales campesinas, una de varones y otra de mujeres. ¿Por qué no una sola? Eso puede ser para el futuro, según Juan Paco Paredes, ya que en la actualidad la unificación dejaría su dirección en manos masculinas.
Los habitantes de la zona, aunque están lejos de las grandes ciudades, también apoyaron los movimientos de protesta de campesinos, sindicalistas y partidos de izquierda que culminaron el 17 de octubre con la renuncia a la presidencia e inmediata huida del país de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien fue sustituido con la anuencia del Congreso por su vicepresidente, Carlos Mesa.
Goytía cree que se abrió un camino de cambios para una Bolivia en la que existía una democracia pactada, con los partidos tradicionales turnándose.
El alcalde de Bolívar cree que esa reacción de todos los estamentos y sectores sociales dijo basta a tantas mentiras. Hoy todavía la situación es incierta —porque faltan los recursos monetarios— pero hay una apertura del presidente (Carlos) Mesa, quien quiere escuchar y dialogar.
Una de las cosas importantes es que no se regale el gas natural, como se regaló, o como se llevaron el estaño y la plata, expresó, en alusión a la explotación durante siglos de esos minerales en los que Bolivia era muy rica y sin que su exportación implicara un desarrollo del país y sus ciudadanos.
El gas, cuya explotación y exportación el gobierno derechista derrocado había otorgado a un consorcio internacional, tiene que salir, pero en condiciones que le dé réditos al país, concluyó el alcalde.