La planta acuática tifa (Typha dominguensis), por casi tres décadas una amenaza para los humedales costarricenses del noroccidental Parque Nacional Palo Verde, se convierte en oportunidad de negocio para artesanas de la comunidad agrícola de Bagatzí.
La tifa se ha distribuido ampliamente en el mundo gracias a su facilidad para colonizar ambientes. Mide más de dos metros de altura y en fase reproductiva presenta una espiga de color café con más de dos millones de semillas que son dispersadas por el viento.
La planta era habitante regular de la cuenca baja del río Tempisque, en la provincia de Guanacaste, donde se ubica el Parque Nacional Palo Verde, de 18.418 hectáreas sobre el océano Pacífico.
Pero por diversos factores se convirtió en plaga invasora de espejos de agua de este sitio Ramsar, un humedal protegido por su importancia mundial, amenazando las áreas de alimentación y anidación de miles de aves acuáticas residentes y migratorias.
Creado en 1980, el parque es hogar de unas 270 especies de aves, entre ellas, grullas marinas, lapas, garzas, patos y gallos de agua.
La tifa encontró condiciones óptimas para desarrollarse debido a la disminución, contaminación y desvío del caudal del río Tempisque, explicó a Tierramérica Jorge Jiménez, director de la Organización para Estudios Tropicales (OET).
El río se vio afectado por los sistemas de riego para agricultura intensiva, la construcción de diques y carreteras y el uso extensivo de abonos, cuyos nutrientes son arrastrados por el agua, añadió.
La tifa también amenaza el cultivo de arroz, el principal en la cuenca.
Cuatro años atrás, cuando el arroz perdió rentabilidad ante el ingreso de grano importado más barato, mujeres de la comunidad de Bagatzí formaron el grupo Tifatur con la esperanza de encontrar en la elaboración de papel de arroz un ingreso complementario para sus familias.
Esta comunidad agrícola depende en 95 por ciento del arroz y completa su sustento con otros cultivos, como el maíz, y ahora con la producción de papel.
Pero el arroz fue desechado como materia prima y en la búsqueda de otros materiales, las mujeres descubrieron que la invasora tifa era ideal por su resistencia y longitud.
Nuestro objetivo es contribuir a limpiar los humedales del parque y mejorar las condiciones de vida de la comunidad, señaló a Tierramérica Marlene Ruiz, vicepresidenta del grupo.
Con apoyo técnico y financiero de organizaciones nacionales e internacionales como la OET, el Instituto Nacional de Aprendizaje, la Fundación Avina y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el grupo estableció una pequeña industria artesanal a partir de papel de tifa, única en el país, y cuenta con un albergue turístico con capacidad para seis personas.
La producción absorbe a nueve mujeres que combinan las labores domésticas con la elaboración de papel, basada en pedidos.
A partir de la tifa se confeccionan bolsos, tarjetas, cajas de regalo, carpetas y sobres que se venden localmente.
Por 300 carpetas las mujeres cobran unos 350 dólares y tienen, por primera vez, la oportunidad de aportar ingresos a sus familias.
El objetivo es que se convierta en un trabajo cerca del hogar sin descuidar al esposo y a los hijos, afirmó Ruiz.
El próximo año el grupo espera integrar a más familias al proyecto.
Los productos empiezan a tener demanda nacional e internacional, que Tifatur espera satisfacer con una nueva máquina desfribradora, más rápida y de mejor calidad, y con una mejor preparación en ventas y mercadeo.
En un plazo de tres años podrían estar vendiendo al mercado nacional, incluyendo a los turistas, y al mercado internacional, gracias a contactos con organizaciones en Estados Unidos.
El uso de la tifa en artesanías es sólo uno de los métodos para erradicarla. También se realizan fuegos controlados, pastoreo con ganado y fangeo, que consiste en emplear un tractor con neumáticos especiales que presiona las plantas hasta ahogarlas en el agua.
Gracias a estas técnicas, desde 2002 se han restaurado 350 hectáreas del Parque Nacional Palo Verde y se espera liberar una proporción igual para mayo de 2004, informó Jiménez.
Estas acciones forman parte de un proyecto más amplio, la Iniciativa para el Manejo Integrado de la Cuenca Baja del Río Tempisque, que promueve actividades de restauración, conservación y producción sustentable con participación de comunidades y organizaciones de la zona.
La OET actúa como facilitadora y asesora científica. Se busca un manejo integral de la zona para tratar de volver a las condiciones que existían antes, señaló Jiménez.
Participan también las universidades estatales, el Ministerio de Ambiente y Energía y varios donantes.
El objetivo es que la región de un gran paso y se convierta en modelo para otras cuencas del país y más allá de sus límites, señaló a Tierramérica Eugenio González, coordinador de la iniciativa para la OET.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Publicado originalmente el 6 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (