AMERICA LATINA: Indígenas sacuden el poder

En menos de una década, movimientos indígenas de América Latina derrocaron a dos presidentes, promovieron nuevas rutas en los procesos políticos y dejaron huella en parlamentos, ministerios, alcaldías y hasta en una vicepresidencia.

A fuerza de protestas, participación electoral y una organización ascendente, en los últimos 10 años los indígenas pusieron contra la pared a más de un sistema político y económico.

”En la construcción democrática ya no es posible descartar a los indígenas y eso lo dicen las movilizaciones”, dijo a Tierramérica el nativo aymara Víctor Hugo Cárdenas, quien ejerció la vicepresidencia de Bolivia entre 1993 y 1997.

Hay casi 50 millones de indígenas en una población latinoamericana de 400 millones. Ochenta por ciento vive al filo de la miseria, un pozo del que sale lentamente pero sin pausa, para reivindicar su cultura, sus derechos y un espacio político propio.

En Bolivia, una revuelta de indígenas dirigida entre otros por el líder aymara Evo Morales, derrocó el 17 de octubre al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.

Morales, diputado del boliviano Movimiento Al Socialismo, obtuvo en junio de 2002 el segundo lugar en las elecciones presidenciales, a tan sólo 1,5 por ciento del triunfador Sánchez de Lozada.

En Ecuador, protestas indígenas también terminaron en 2000 con el mandatario Jamil Mahuad.

Ambos países, junto a Guatemala, Perú y México, son los de mayor presencia de nativos en la región, y en conjunto suman más de 30 millones de indígenas.

”Hemos aprendido de nuestra irrupción en la política que con unidad se puede avanzar en objetivos y propuestas, se trata de una unidad que reivindica la autoestima individual y colectiva de los pueblos originarios excluidos”, señaló a Tierramérica la indígena Nina Pacari, canciller de Ecuador en los primeros siete meses de este año.

”Nuestro reto enorme ahora es contribuir para construir nuevas democracias”, declaró.

Gracias al empuje del movimiento indígena ecuatoriano con el que suscribió un acuerdo electoral, el ex militar Lucio Gutiérrez ganó la presidencia en 2002. Hoy, cuatro diputados de los 100 en ejercicio son nativos y decenas de otros ocupan cargos en gobiernos locales.

Pacari y varios de sus compañeros ocuparon cargos ministeriales en los primeros siete meses de gobierno de Gutiérrez, pero luego rompieron la coalición, considerando que el mandatario no cumplió con sus promesas electorales.

”Pasamos de nada a contar con ministros, con diputados, alcaldes, prefectos, y eso tiende a crecer. Ahora no sólo los diferentes sectores políticos nos ven, también los medios de comunicación”, dijo a Tierramérica el diputado ecuatoriano Ricardo Ulcuango, quien preside el Parlamento Indígena de América.

En México, con 10 millones de indígenas, el guerrillero Ejército Zapatista de Liberación Nacional, integrado en su mayoría por nativos, se levantó en armas a inicios de 1994 para reclamar democracia política electoral y justicia para los pueblos originarios.

Gracias a su presencia y a otros factores que cimbraron el sistema político dominado desde 1929 por el Partido Revolucionario Institucional, México estrenó en 2000 un gobierno ajeno a esa agrupación y consolidó un sistema electoral más transparente.

En Guatemala y Perú los indígenas no alcanzan la fuerza que tienen en Bolivia o Ecuador, pero van en ese camino, según expertos.

”Los pueblos indígenas se han organizado políticamente y eso es un fenómeno nuevo en América Latina que hay que considerar”, dijo a Tierramérica el relator de la Organización de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Indígenas, Rodolfo Stavenhagen.

Está claro que ”nuestras instituciones políticas no han tomado en cuenta la pluralidad cultural, pero eso ya no se puede ignorar bajo la ficción de que todos somos iguales, lo que nunca fue cierto ni ocurrió”, expresó.

En Guatemala, donde en los años 70 y 80 los indígenas sufrieron una dura represión política que costó cientos de miles de vidas, 17 de los 113 diputados actuales son indígenas, una nativa es ministra de Estado y otros cinco se desempeñan como viceministros.

Además, 106 de los 331 municipios son conducidos por indígenas, un hecho impensable menos de una década atrás en ese país centroamericano.

Según Pablo Ceto, diputado por la ex guerrillera Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, las organizaciones indígenas de su país deben madurar, pero se están reforzando ”en un proceso generalizado, que en dos o tres años dará un salto de calidad”.

Ceto, candidato a la vicepresidencia para los comicios del 9 de noviembre, dijo a Tierramérica que ”en Guatemala debido a la represión de los 70 y 80, cuando luchar por un derecho indígena era visto como subversión, el proceso de organización no se logró recuperar, por eso ahora no hay suficientes líderes”. Pero eso cambiará, vaticinó.

En Perú, con 12 millones de indígenas, el mayor número de la región, la exclusión política de los pueblos originarios salta a la vista.

De los 120 miembros del Congreso legislativo, la diputada Paulina Arpasi, de la etnia aymara, es la única que se declara indígena y dice representar a su cultura.

Una veintena de legisladores hablan lenguas indígenas, pero no se asumen como tales y reivindican su condición de mestizos.

”A las organizaciones indígenas peruanas nos faltan claridad y unidad. Pero las experiencias de nuestros hermanos de Ecuador y Bolivia nos permiten asomarnos a un nuevo espacio político”, señaló a Tierramérica el presidente de la Coordinara Permanente de los Pueblos Indígenas del Perú, Miguel Palacín.

Según Roger Rumrrill, quien dirige el Centro de Culturas Indígenas del Perú, el atraso político de la población indígena se debe, entre otros motivos, al trabajo político y militar que en los años 80 realizó el grupo maoísta Sendero Luminoso en las comunidades nativas.

Esa organización, a la que se atribuye la muerte de 4.000 indígenas y la esclavización de 15.000, quiso destruir las estructuras de poder comunal indígena ”porque las consideraba contrarrevolucionarias, primitivas y pre ideológicas”, explicó Rumrrill.

Cárdenas, el único nativo que llegó a ocupar una vicepresidencia en la región, sostuvo que el liderazgo indígena latinoamericano ”tiene que democratizarse plenamente, dejar atrás algunas tentaciones autoritarias y estar a la altura del desafío histórico”.

Pero también, alertó, ”la elite partidaria y política debe comprender de una vez, antes de que estallen peores casos de enfrentamiento y sangre como los registrados en Bolivia, que la democracia no puede continuar excluyendo a los pueblos indígenas”.

* Con aportes de Kintto Lucas (Ecuador), Jorge A. Grochembake (Guatemala) y Abraham Lama (Perú). Publicado originalmente el 1 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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