AGRICULTURA: Día de la Alimentación, malo para los transgénicos

Los cultivos transgénicos ponen en peligro la vida silvestre, según estudios publicados este jueves, Día Mundial de la Alimentación, por un organismo oficial de Gran Bretaña.

El gobierno de Tony Blair se comprometió a analizar seriamente estos informes, resultado de tres años de trabajo. Pero varias organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil los consideró lo suficientemente concluyentes como para determinar desde ya la prohibición total del cultivo de transgénicos.

Las autoridades también se comprometieron a elevar el resultado de los estudios a las autoridades de la Unión Europea.

Los técnicos a cargo de los experimentos analizaron cultivos transgénicos y convencionales de maíz, remolacha y colza. Excepto en el caso del maíz, la biodiversidad se resintió dentro y alrededor de las plantaciones transgénicas.

El crecimiento de la remolacha y de la colza fue mejor en cualquier variedad convencional que en las transgénicas resistentes a herbicidas, según los estudios, difundidos por el gubernamental Departamento de Asuntos Ambientales, Alimenticios y Rurales.

"Algunos grupos de insectos, como la abeja (en la remolacha) y la mariposa (tanto en la remolacha como en la colza), fueron vistos más frecuentemente dentro y alrededor de los cultivos convencionales, donde había más malas hierbas que les sirven de alimento y abrigo", indica el informe.

"También había más semilla de hierbas en los cultivos convencionales de remolacha y colza que en los transgénicos", agrega.

Se trata de un descubrimiento clave, según la activista Clare Oxborrow, de la organización ambientalista Amigos de la Tierra Internacional.

"Las hierbas son cruciales para mantener la biodiversidad en los predios agrícolas. Setenta por ciento de la superficie británica es tierra de cultivo, y buena parte de la vida silvestre se asocia con ella", explicó Oxborrow a IPS.

En los últimos 50 años, la intensificación de los cultivos implicó una reducción de las hierbas, y por lo tanto el descenso de la población de aves e insectos que se alimentan de ellas, lo cual representa una amenaza directa para la vida silvestre, sostuvo la activista.

El experimento demuestra que los herbicidas usados en torno de la remolacha y la colza transgénicas eran tan fuertes que mataban todo a su alcance, excepto la planta cultivada.

Estas semillas son desarrolladas para que sobrevivan al embate de herbicidas destinados a eliminar formas de vida que interfieran con el cultivo.

El estudio mostró los resultados contrarios respecto del maíz, cuyas variedades transgénicas resultaron mejores para la vida silvestre circundante que el convencional: había más hierbas dentro y alrededor de los cultivos, así como más abejas y mariposas en ciertas épocas del año.

Este resultado fue atribuido por Oxborrow al herbicida que se usaba hasta su prohibición la semana pasada en toda Europa en los cultivos convencionales de maíz: Atrazina. "Fue prohibido a causa de los daños que causaba al ambiente. Por eso, en este caso, la muestra transgénica 'rindió' ligeramente mejor", sostuvo.

La comparación, así, fue entre dos sistemas insustentables. El maíz transgénico fue comparado con métodos de explotación agrícola que desaparecerán en el futuro, consideró Oxborrow.

"Estudios anteriores demostraron que la gente está abrumadoramente en contra de los cultivos transgénicos y que éstos no ofrecen ningún beneficio económico. Este estudio demuestra que, además, amenazan la vida silvestre", sostuvo la activista.

Los resultados serán estudiados hasta diciembre o enero por el oficial Comité Asesor sobre Liberaciones al Ambiente (ACRE), para que el gobierno resuelva entonces si aprobará el cultivo comercial de transgénicos en Gran Bretaña.

Actualmente no existen en Gran Bretaña cultivos transgénicos comerciales, pues no hay regulaciones al respecto.

La secretaria (ministra) de Ambiente, Margaret Beckett, anunció que el propio gobierno informará sobre el resultado de los estudios a los restantes 14 países de la Unión Europea. El bloque está considerando la aprobación de restricciones a la importación y cultivo de transgénicos.

El estudio fue supervisado por un comité científico constituido en 1999, y realizado por un consorcio integrado por las consultoras independientes Centro para la Ecología y la Hidrología, Rothamsted Research y el Instituto Escocés de Investigaciones sobre Cultivos.

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