Los planes de construir dos ejes viales entre Perú y Brasil, que atravesarían las selvas amazónicas peruanas, inquietan a los ambientalistas pues podrían acelerar la irrupción de amenazas a ese frágil ambiente.
El más espectacular de los ocho convenios firmados a fines de agosto en Lima por los presidentes Alejandro Toledo, de Perú, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, es un proyecto de integración física y económica basado en tres ejes viales, dos de los cuales unirán el territorio amazónico brasileño con las costas peruanas sobre el océano Pacífico.
Estos convenios fueron alcanzados en el marco de una alianza estratégica entre Perú y el Mercosur (conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), que incluye un acuerdo de libre comercio.
Pese a que comparten una frontera de casi tres mil kilómetros, Brasil y Perú han vivido hasta ahora de espaldas, separados por los bosques amazónicos. El comercio entre ellos es relativamente exiguo: 683 millones de dólares en 2002, 72 por ciento constituido por ventas brasileñas.
Brasil busca caminos menos costosos y más directos que la ruta por el austral Cabo de Hornos para llegar a los mercados asiáticos por el océano Pacífico, en tanto a Perú le interesa el mercado de su vecino, así como generar una corriente turística hacia las meridionales regiones de Cuzco, Puno y Arequipa.
En Lima, dos de los ejes viales proyectados provocan euforia oficial, opiniones divididas de los empresarios y preocupación de los ecologistas.
El fin de semana previo a la visita de Lula, siete sindicatos empresariales enviaron una carta a Toledo expresando su preocupación por los problemas que acarreará a la débil estructura industrial peruana una apertura arancelaria con un país de expansiva energía exportadora.
Pero en el Foro Empresarial Perú-Brasil, convocado en Lima con ocasión de la visita de Lula, se destacaron las oportunidades de crear o ampliar negocios en ambos países, exportar productos alimenticios, cemento y minerales a zonas brasileñas próximas a la frontera.
Desde el punto de vista ecológico, el panorama es menos eufórico.
Sin normas adecuadas, esas carreteras serán una catástrofe ambiental, pues en la Amazonia no están dadas las condiciones para neutralizar el impacto negativo de una irrupción de automotores, empresas depredadoras y una descontrolada colonización masiva, comentó a Tierramérica el consultor de la Organización de las Naciones Unidas, Roger Rumrrill.
Las carreteras acelerarán la deforestación salvaje que se está produciendo en ambos países. Se facilitará la expansión del comercio ilegal de caoba, semillas, animales vivos, orquídeas, etcétera, que el año pasado bordeó los 500 millones de dólares, superior al movimiento del narcotráfico, que fue de poco más de 300 millones, añadió.
El ex embajador en Brasil Eduardo Ponce replicó que entre los convenios están previstos mecanismos de cooperación en vigilancia y protección de los recursos de la Amazonia.
Uno de los ejes viales, el Polo Interoceánico del Sur, está ya en operación y no toca la región amazónica de Perú, pues vincula los puertos peruanos de Ilo y Matarani y los puertos chilenos de Arica e Iquique con Brasilia, Río de Janeiro y Sao Paulo, pasando por Paraguay y Bolivia.
También es un viejo proyecto el Polo Transoceánico Central, que enlazará Rondonia y Acre con las zonas de selva, sierra y costa del sur de Perú. Para su finalización sólo faltan algunos tramos en territorio peruano.
Según el Ministerio de Transportes, las carreteras brasileñas que lo componen están totalmente asfaltadas y llegan hasta la frontera, en tanto que en Perú resta asfaltar desde Assis, ciudad fronteriza brasileña, hasta Inambari, en Cuzco.
Esta obra requerirá una inversión de 115 millones de dólares y se terminará en dos años, mediante préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo.
La tercera vía, el Polo del Amazonas, cruzará la selva y la sierra del norte peruano, para llegar cerca del puerto de Bayobar, adyacente a uno de los yacimientos de fosfatos más grandes del mundo, aún no explotados, y vecino de Paita, en donde el gobierno prepara un centro aéreo y comercial.
Este eje utilizará el río Amazonas y sus afluentes Marañón y Ucayali, como avenidas fluviales desde Belem do Pará, en la costa atlántica, pasando por Manaos, la mayor ciudad industrial y comercial de la Amazonia brasileña.
Esta hidrovía remontará el río Putumayo, frontera entre ambas naciones, y tendrá dos ramales que ingresarán al puerto colombiano de Tumaco y al puerto de Esmeraldas, en la costa septentrional de Ecuador.
* Publicado originalmente el 30 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (