La Teología de la Liberación no ha perdido vigencia, sino todo lo contrario, dijo a Tierramérica el teólogo, filósofo y psicólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino, galardonado este año en España con el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades.
Gutiérrez, de 75 años, es considerado pionero en la sistematización en 1969 de las ideas de la también llamada teología de los pobres.
Al concederle el galardón, que se entregará oficialmente en octubre, la Fundación Príncipe de Asturias reconoció que el sacerdote sustenta sus ideas en sólidas bases bíblicas, formulando que la liberación traída por Cristo no es puramente espiritual, sino que implica también la liberación de las injusticias terrenales.
Gutiérrez, quien pone a diario en práctica la teoría trabajando por los pobres desde un populoso barrio limeño, dialogó en exclusiva con Tierramérica durante su reciente estadía en Europa.
—¿Cómo se sintió al ser distinguido con el Príncipe de Asturias?
—Muy honrado y no poco sorprendido. Pero pienso que los premios son obsequios y estos nunca se merecen, simplemente se agradecen.
—¿Puede decirse que la Teología de la Liberación ya no está de moda hoy como en los años 80?
—Digamos que fueron años en que se discutió mucho sobre ésta. Pero la presencia de una teología no se mide por sus repercusiones en los medios, sino por su capacidad de inspirar comportamientos cristianos, fieles a las exigencias actuales del Evangelio. Se trata de algo cotidiano y, muchas veces, callado. Aunque también puede surgir a la luz pública cuando ocurren casos como los asesinatos de tantos cristianos en América Latina por su compromiso con los pobres. Si se pudiera cuantificar algo que es esencialmente cualitativo, podríamos decir que 90 por ciento de la teología de la liberación es la opción preferencial por el pobre. Y me parece que esto no ha perdido vigencia, sino todo lo contrario. Además, una menor presencia pública de las discusiones sobre Teología de la Liberación nos ha permitido trabajar con profundidad en estos años.
—¿Cuál es su principal preocupación en este mundo tan convulsionado?
—La pobreza en todas sus formas. Entiendo por pobreza un hecho complejo que no se limita a su dimensión económica. En el marco de la teología de la liberación decimos que el pobre es un insignificante, alguien sin peso social, invisible muchas veces. Y se es insignificante por carencias de recursos (económicas), por el color de la piel (raciales), por ser mujer (de género) o por hablar una lengua y tener costumbres que los dominantes consideran inferiores (culturales). A la pobreza hay que agregar el saqueo del medio ambiente que provoca un consumo desenfrenado y nos conduce a la autodestrucción.
—¿Qué lugar ocupa la ecología en esa reflexión?
—La perspectiva ecológica está hoy muy presente en nuestra reflexión teológica sobre la pobreza. Ambas cuestiones, pobreza y ambiente, tienen un lazo fundamental y figuran entre los problemas mayores en el mundo en que vivimos. En medios ecologistas se dice que el planeta Tierra es como una nave en la que todos estamos embarcados. Y no hay que olvidar que hay personas que viajan en primera clase y otros que lo hacen en tercera o en las bodegas. La conciencia sobre esto, especialmente en los sectores económicos y políticos dominantes, no es lo bastante madura. Hay una tarea inmensa por hacer.
—A pesar de la oposición mundial, Iraq fue invadido. ¿Estuvo Dios con los iraquíes?
—Lo sucedido en Iraq es de suma gravedad. Nada puede justificar una guerra preventiva, como tampoco una cruel dictadura, como Juan Pablo II lo dijo hasta el cansancio. Afirmarlo con claridad es una exigencia del amor de Dios en nuestras vidas. Me parece escandaloso dar razones religiosas para esa invasión, eso no sólo expresa un fundamentalismo peligroso, sino que además vela subrepticiamente claros intereses económicos y políticos. Después de este episodio, tengo la impresión de que no seremos los mismos.
—Sobre los derechos humanos en Cuba, ¿cree que los sacerdotes allí deberían ser más beligerantes con el gobierno de Fidel Castro?
—Dadas la dificultad y delicadeza de la situación que se vive allí (en Cuba), creo que es necesario un gran respeto por las posiciones que se toman, tal vez sólo estando dentro se pueden tener los elementos de juicio apropiados.
—¿Cuáles son sus proyectos actuales?
—Escribo algo sobre la opción por el pobre en relación con los grandes desafíos que experimenta la fe cristiana: la globalización, la mentalidad moderna y posmoderna, la pobreza creciente, el pluralismo religioso. Prosigo con mis actividades pastorales de costumbre.
* Publicado originalmente el 7 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (