Un camino que parecía conducir al fin del embargo de Estados Unidos contra Cuba fue cortado este mes en la isla por las severas condenas a unos 70 disidentes y la ejecución de tres secuestradores de una lancha de pasajeros.
Muchas otras veces, en la historia de las últimas décadas, periodos de acercamiento bilateral fueron interrumpidos abruptamente, cuando los acontecimientos apuntaban a una normalización de las relaciones.
En esta ocasión, esa normalización era impulsada ante todo por sectores agrícolas estadounidenses interesados en el mercado cubano.
Acercamiento, flexibilización, rompimiento, endurecimiento, son, según analistas consultados por IPS, los componentes de una especie de ciclo maldito que se repite cada vez que los expertos empiezan a pronosticar el fin del embargo.
Estados Unidos provoca, ataca o financia la subversión interna, y Cuba ejerce el derecho a su legítima defensa, se repite de una u otra manera en las notas distribuidas en los últimos días por el gobierno de Cuba.
Inmersas en el ojo del huracán, las autoridades cubanas dejan todo lo demás en un segundo plano: la situación interna de la isla, la crisis económica que vive desde hace más de 10 años, y las relaciones con América Latina o con la Unión Europea.
En esa lógica, la presión de Washington y la posición servil al imperio de muchos gobiernos son las únicas explicaciones de que la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas haya aprobado el jueves una moción que La Habana considera condenatoria e injusta.
En esa moción, presentada por Costa Rica, Perú y Uruguay, se reitera la voluntad de que la enviada especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Christine Chanet, supervise el respeto de los derechos civiles y políticos en la isla.
Al final, el gran ganador en estas lides suele ser el sector de la comunidad cubana en Estados Unidos más radicalmente opuesto al gobierno de Cuba. Según especialistas, ese sector es también el más interesado en el mantenimiento de las sanciones económicas contra La Habana y en su aislamiento político.
No voy hoy, mañana ni hasta que las cosas mejoren dramáticamente para el pueblo de Cuba, dijo el martes el gobernador del centrooriental estado estadounidense de Iowa, Tom Vilsack, al anunciar la suspensión de sus planes de visitar la isla con fines comerciales.
Pero observadores aseguran que para tener una visión integral de las perspectivas en materia de relaciones bilaterales habrá que esperar la reacción del sector agrícola estadounidense, que durante más de un año se ha beneficiado con ventas a Cuba. La suspensión de la venta de alimentos a Cuba, el fin de los vuelos directos entre ambos países y la limitación de las remesas desde Estados Unidos a Cuba son sólo algunas de las posibles respuestas de Washington a las últimas decisiones del gobierno que encabeza el presidente Fidel Castro.
A ellas se puede añadir un mayor control de los viajes de ciudadanos estadounidenses a la isla, medida ya anunciada y que afectaría sobre todo el creciente intercambio en varias áreas de la cultura.
El endurecimiento de Washington, anticipado el jueves por el diario estadounidense The New York Times, sería la respuesta a la represión contra la oposición política y al fusilamiento el 11 de este mes de tres de los ocho secuestradores de una lancha de pasajeros.
Recuerden el avionazo, dijo un analista consultado por IPS que solicitó reserva sobre su identidad.
Vivimos un proceso similar al que acompañó la crisis de las avionetas, pero el contexto es diferente, añadió en alusión a hechos de febrero de 1996, cuando la fuerza aérea cubana derribó dos aeronaves civiles de Hermanos al Rescate, un grupo de opositores cubanos en Estados Unidos que realizaba incursiones en el espacio aéreo de la isla.
Aquel episodio paralizó un incipiente proceso de acercamiento bilateral y llevó a la apresurada promulgación en Estados Unidos de la Ley Helms-Burton, que prevé sanciones por comerciar con Cuba a empresas de terceros países.
El sector radical del exilio cubano puso las víctimas, pero se llevó el triunfo. En lugar de la tan anunciada flexibilización del bloqueo económico a la isla, se aprobó una norma para endurecerlo.
La diferencia entre aquellos sucesos y los actuales, según el analista consultado, es que en 1996, Cuba contaba con el rechazo casi universal a la Ley Helms-Burton por su carácter extraterritorial, y ahora es muy difícil que encuentre respaldo a las medidas aplicadas.
El gobierno de Castro parece haber subestimado, incluso, el rechazo que iban a provocar los tres fusilamientos en amplios sectores de la población cubana.
Al igual que en 1996, los máximos afectados por un endurecimiento estadounidense contra Cuba serín los miembros de cientos de miles de familias cubanas dividas a ambos lados del estrecho de la Florida.
Los castigados serán muchos núcleos familiares que han adaptado sus vidas al estándar económico y los considerables beneficios que en las condiciones de Cuba les propician pequeñas remesas, enviadas desde territorio estadounidense, afirmó este viernes una nota oficial cubana.
La soga siempre se parte por el lado más flaco, dijo para expresar lo mismo, a su manera, María de los Angeles Martínez, una mujer de 64 años que asegura vivir en Cuba del dinerito que todos los meses me mandan mis dos hijos desde Estados Unidos. (