Es preciso reformar el sistema mundial que regula los acuerdos sobre el ambiente y las instituciones dedicadas al mismo, para afrontar mejor problemas del planeta, sostuvo en un informe la Universidad de las Naciones Unidas.
La cantidad de instituciones y acuerdos internacionales relacionados con el ambiente se multiplicó por 10 desde la creación en 1973 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señaló la Universidad, con sede en Tokio, que forma parte del sistema del foro mundial.
Eso ha llevado a algunos a alegar que el actual sistema internacional de gobierno del ambiente es demasiado complicado y tiende a presentar crecientes dificultades según los autores del informe, de 40 páginas y titulado Gobierno Internacional del Ambiente. La cuestión de la reforma: Asuntos clave y propuestas.
Ese estudio fue dado a conocer el jueves en el marco de la Comisión de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, que abrió esta semana en Nueva York la tercera sesión preparatoria de de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable que se prevé realizar en Johannesburgo del 26 de agosto al 4 de septiembre.
Los autores señalaron que hay más de 500 nuevos tratados y acuerdos sobre ambiente, pero los críticos destacan que pocos de esos documentos incluyen metas y plazos específicos, y que la mayoría de ellos contienen escasas previsiones sobre obligatoriedad y supervisión de su cumplimiento.
Gran parte de las instituciones ambientales se formaron en relación con asuntos específicos en forma difusa y de algún modo caótica, según los más de 20 especialistas de distintas instituciones que redactaron el documento.
Entre ellos estuvieron Laura Campbell, de Ley Ambiental Internacional, y Dana Fisher, del Centro de Políticas Científicas, Tecnológicas y Ambientales de la estadounidense Universidad de Columbia.
También Yasuko Kawashima, del japonés Instituto de Estudios Ambientales, y Gary Sampson, ex director de la Comisión de Comercio y Ambiente de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El PNUMA instaló su sede en Nairobi con la única intención de centralizar la regulación de asuntos ambientales. Sin embargo, desde entonces han surgido en el mundo, de modo poco coherente, numerosos tratados organizaciones e instituciones relacionadas con el asunto, indicaron los especialistas.
Ahora que tantas otras instituciones han asumido responsabilidades ambientales en el escenario internacional, algunos alegan que puede ser hora de retomar el debate sobre la creación de una nueva estructura organizativa centralizada que llevó a establecer el PNUMA, apuntaron.
La falta de coherencia del gobierno internacional del ambiente se debe en parte a la complejidad de las cuestiones involucradas y la naturaleza del proceso de los acuerdos en la materia entre países, opinaron.
Muchos acuerdos ambientales multilaterales son negociados por ministerios especializados u otras organizaciones específicas, en foros separados por completo de los ámbitos de negociación internacional de otros asuntos, explicaron.
La mayoría de los países parece preferir que el tratamiento internacional de las cuestiones ambientales se realice caso por caso, mediante tratados específicos como el Protocolo de Kyoto, sobre recalentamiento del planeta, o el acuerdo mundial sobre contaminantes orgánicos persistentes, comentaron.
Eso no significa que la incoherencia deba ser una característica permanente del sistema internacional en la materia, sino que es necesaria una reforma bien pensada en cada contexto específico, sin perder de vista las metas generales de desarrollo sustentable, opinaron.
Sin embargo, aún no hay acuerdo sobre la índole de esa reforma, y varias propuestas en la materia serán consideradas en la cumbre de Johannesburgo
Algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) abogan por la creación de una Organización Ambiental Mundial para reducir la multiplicación de esfuerzos con los mismos objetivos, aumentar la coherencia y aportar a la OMC datos e informes con criterios unificados.
Esa institución podría desempeñar tareas de resolución de disputas, como la propia OMC, para contribuir al cumplimiento de las normas ambientales internacionales, y los expertos de la Universidad de las Naciones Unidas opinan que sería útil dotar de potestades de ese tipo a un organismo ambiental internacional.
Uno de los principaes beneficios de un sistema judicial de resolución de disputas (en materia ambiental) sería hacer mucho más predecible el gobierno mundial del ambiente, al evitar graves violaciones de las normas internacionales, con independencia de quien las cometa, enfatizaron en el informe.
La ausencia de ese sistema judicial implica el riesgo de que las normas en la materia se dividan en dos clases: las que es posible obligar a cumplir, como las de la OMC, y las que pueden ser violadas sin consecuencias, arguyeron.
Algunas ONG, por ejemplo Amigos de la Tierra Internacional, van más allá, y piden que se establezca como principio que los tratados ambientales internacionales deben prevalecer siempre sobre los acuerdos de la OMC relacionadas con el ambiente, cuando haya contradicción entre unos y otros.
El comercio debe subordinarse al desarrollo sustentable, en vez de que las cosas ocurran a la inversa, y las corporaciones mundiales deben tener responsabilidades que equilibren los amplios derechos de que gozan en la actualidad, arguyó Daniel Mittler, de esa ONG ambientalista.
Los autores del informe de la Universidad de las Naciones Unidas consideraron probable que la mayoría de los países no acepten crear una organización cuya autoridad pueda imponerse en el comercio mundial o sobre las decisiones de cada nación en asuntos ambientales internos.
En la actualidad no existe una organización con esa autoridad porque los Estados no están dispuestos a otorgar a cortes y tribunales potestades que permitan a actores estatales o no estatales cuestionar las políticas o la conducta de cada país en materia ambiental, sostuvieron. (FIN/IPS/tra-eng/dk/ml/mp/en/02
