La cotización del dólar retrocedió en Chile esta semana, como reflejo de un escaso impacto de las medidas económicas del gobierno provisional de Argentina.
Las casas de cambio de Santiago cotizaron la divisa estadounidense el miércoles de 659 a 660 pesos a la compra y de 663 a 664 pesos a la venta, una caída de cinco pesos en relación con los precios del lunes.
La evolución del dólar, cuya cotización cayó siete pesos desde el viernes de la semana pasada, es la demostración más palpable de que la economía chilena «internalizó» con anticipación los efectos de la crisis argentina, que causó la semana pasada protestas populares y la renuncia del presidente Fernando de la Rúa.
La moratoria del pago de la deuda externa argentina, anunciada por el presidente interino Adolfo Rodríguez Saá, era previsible en Chile y tanto el gobierno como el Banco Central y los empresarios adoptaron oportunamente medidas de resguardo, según coinciden los analistas locales.
El mayor impacto de la recesión argentina en Chile se registró en octubre, cuando el dólar superó los 700 pesos como consecuencia de la acción de especuladores que incrementaron la demanda de la divisa.
La intención de los especuladores era trasladar esos dólares a Argentina para beneficiarse luego con una posible devaluación del peso de ese país.
Rodríguez Saá pondrá en enero en circulación una moneda paralela al peso, el argentino, para dar una «salida ordenada» al régimen de paridad cambiaria con el dólar, según el nuevo secretario de Hacienda de Argentina, Rodolfo Frigeri.
Frigeri dijo al diario Clarín, de Buenos Aires, que la nueva moneda «no será convertible» y tendrá también un valor paritario con el dólar. «No descartamos que con el tiempo pueda depreciarse», agregó.
Al tenor de estas declaraciones, en círculos financieros de Chile predomina la visión de que Argentina se encamina gradualmente a una devaluación, bajo un conjunto de medidas precautorias que aminoren sus efectos y neutralicen maniobras especulativas.
El relajamiento propio de fin de año, así como la calma que siguió a las tormentosas jornadas de rebeldía popular de la semana pasada, contribuyó también a reducir las repercusiones en Chile de la crisis argentina.
«Es poco lo que se puede hacer cuando quedan tres días hábiles para que se vaya este año. Si hasta parece que los especuladores extranjeros ya salieron de vacaciones», comentó un operador del mercado cambiario al diario La Segunda, de Santiago.
«Argentina demorará muchos años en recuperarse y lo hará muy aisladamente, en un mundo propio muy alejado del resto de la región (latinoamericana), por lo que ya no debería tener más incidencia en el precio del dólar» en Chile, dijo otro agente financiero.
La estabilidad macroeconómica de Chile impidió también que este país se viera afectado por la crisis argentina, según subrayaron el presidente Ricardo Lagos y su ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre.
El ministro de Hacienda se reunió este miércoles durante dos horas con los máximos dirigentes de la Sociedad de Fomento Fabril, que nuclea a los grandes industriales, para coordinar la elaboración de una «agenda pro-crecimiento» que será presentada a más tardar el 31 de enero a Lagos.
Las gestiones de concertación con los empresarios, así como las expectativas de concluir en enero la negociación de un tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos, fortalecen la imagen internacional de la economía chilena.
Eyzaguirre advirtió que a raíz de la moratoria argentina podría producirse un encarecimiento o contracción de los préstamos internacionales para América Latina, con alguna incidencia también en Chile.
Analistas y ejecutivos de consultoras y financieras internacionales descartaron que las posibilidades de acceso a crédito de las empresas chilenas sufra un daño significativo debido a la situación argentina.
Es probable, sin embargo, que aquellas empresas chilenas de los sectores de la energía eléctrica y de las cadenas de tiendas, instaladas desde la década pasada en Argentina, registren pérdidas por una probable devaluación, advirten los expertos.
Al margen de esos factores, «el mundo financiero tiene buenas expectativas y muestra confianza en la estabilidad macroeconómica de Chile», aseguró este miércoles Dieter Linneberg, asesor de la Superintendencia de Valores y Seguros.
La demostración más palpable de esa confianza está en que en el último tiempo las empresas chilenas han colocado cifras sin precedentes en los mercados financieros en instrumentos de deuda, lo cual les permitirá futuras inversiones a través de bonos.
De acuerdo a los registros de la Superintendencia de Valores y Seguros, entre enero y noviembre de este año se emitieron bonos por unos 2.400 millones de dólares, cifra que duplica los 1.200 millones alcanzados en 2000, subrayó Linneberg. (FIN/IPS/ggr/mj/if/01