El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) sigue siendo un asunto sensible en China, aunque las autoridades procuran mostrarse más abiertas ante la abrumadora evidencia de la propagación de la epidemia.
Diez millones de personas habrán contraído la enfermedad en 2010 si el gobierno no actúa con decisión, advirtió esta semana la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El Ministerio de Salud admitió que hasta el año pasado se registraron 600.000 casos, en una población de 1.300 millones de habitantes. Aunque, según la Organización Mundial de la Salud, los afectados son más de un millón.
Pero la apertura tiene sus límites. Las autoridades impidieron que un grupo de campesinos enfermos tomaran parte en la Primera Conferencia Nacional sobre Sida y Enfermedades de Trasmisión Sexual, realizada hasta el viernes en Beijing.
La prohibición se fundó en que los campesinos, que llegaron a la capital desde la central provincia de Henan para reclamar asistencia oficial, no eran miembros de ninguna institución invitada a la conferencia.
Pero lo cierto es que el gobierno no está listo para enfrentarse a la embarazosa presencia de esos campesinos enfermos en un foro público.
A comienzos de los años 90, funcionarios locales de Henan promovieron la venta de sangre en las aldeas como un recurso económico para las empobrecidas familias.
Trabajadores de salud inescrupulosos compraban sangre a los aldeanos. La sangre extraída de diferentes personas se reunía sin analizar en un mismo recipiente para separar el plasma, y luego se reinyectaba lo restante a los donantes.
Un portador de VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) podía contagiar por este procedimiento a decenas de personas. Según expertos de salud, hasta 50.000 personas contrajeron la enfermedad por esta práctica.
La historia de las comunidades agrícolas afectadas de sida en Henan atrajo la atención de la prensa extranjera, pero los medios locales casi la ignoraron.
Los aldeanos reclaman que las autoridades asuman la responsabilidad por su contagio. «Exigimos al gobierno central y provincial que implementen de inmediato medidas para suministrar tratamiento médico gratuito a las personas infectadas», afirmaron en un petitorio.
«Esperamos que el Congreso Nacional del Pueblo (parlamento) y los participantes de esta conferencia puedan oír nuestras voces y prestar atención a las penurias de los enfermos de sida», agregaron los campesinos.
Las conductas negligentes y corruptas se repiten en otras regiones del país, donde los gobiernos locales ignoraron durante mucho tiempo a cientos de miles de víctimas del sida.
El mal manejo de los bancos de sangre provocó infecciones masivas en la provincia de Shanxi y posiblemente en otras, sostuvo Peter Piot, director ejecutivo del Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/Sida (Onusida), tras una visita a China central.
«China estará al borde de una epidemia mayor si la situación continúa así», advirtió Piot.
El funcionario urgió a las autoridades a enfrentar la realidad de las infecciones masivas por la venta ilegal de sangre en la región central y a tomar acciones urgentes para acotar la epidemia.
«Si las personas infectadas llegan a 10 o a 50 millones dependerá, en primer lugar, de que el país entero despierte a la realidad», agregó Piot.
El ministro de salud Zhang Wenkang reconoció en la conferencia que su país tiene un «problema extremadamente serio» de sida, y que en la primera mitad del año las infecciones registradas fueron 67 por ciento más que en igual periodo del año anterior.
El gobierno se dedica a campañas de prevención y educación pública, pero no suministra tratamientos a las personas infectadas. El desfinanciado sistema de salud pública sólo puede distribuir medicamentos a unos pocos.
Aunque existe amplia evidencia sobre la propagación del virus por la prostitución, el uso de drogas intravenosas y la venta ilegal de sangre, el sida, como el sexo, sigue siendo tabú en buena parte del país, sobre todo en las zonas rurales.
Algunos se sorprendieron cuando este mes, el maestro francés de ballet Maurice Béjart fue autorizado a presentar en Beijing un conmovedor espectáculo sobre el impacto del sida, titulado «Ballet por la vida». Otros vieron en ello el comienzo del fin del tabú sobre la enfermedad. (FIN/IPS/tra-eng/ab/ral/dc/he/01