DESARROLLO: EEUU enfrentado a la comunidad internacional

La propuesta estadounidense de condicionar la asistencia al desarrollo a la productividad de la población de los países pobres recibió una lluvia de críticas de activistas, funcionarios europeos y medios de prensa.

La negativa de Washington a incrementar sus fondos de ayuda está bajo fuego desde las reuniones del Comité Monetario y Financiero Internacional del Fondo Monetario Internacional y del Comité de Desarrollo del Banco Mundial, celebradas el pasado fin de semana en Ottawa.

Organizaciones que luchan contra la pobreza, funcionarios europeos y columnistas de diarios estadounidenses criticaron esta semana la postura que Washington puso de manifiesto en la capital canadiense.

En los últimos 50 años se gastó demasiado en ayuda, con resultados muy escasos, dijo el secretario (ministro) del Tesoro Paul O'Neill, al rechazar los reclamos por más asistencia.

«El cambio en las condiciones de vida de la población se logrará con un verdadero desarrollo económico y no con más ayuda», dijo O'Neill.

Estados Unidos cree que los beneficios de la asistencia fueron drenados por la corrupción y la mala administración en los países en desarrollo. La utilidad de la ayuda debería medirse en términos de productividad de la población en las naciones pobres, señaló O'Neill.

«Es una definición muy estrecha sobre la eficacia de la ayuda. Pero incluso bajo ese criterio hay fuertes razones para incrementar la asistencia, pues nada mejoraría más la productividad que dar educación primaria gratuita a cada niño y niña», sostuvo Oliver Buston, de la organización humanitaria Oxfam Estados Unidos.

Ls reuniones de Ottawa finalizaron con un llamamiento a elevar los montos de asistencia del Norte industrializado del promedio actual de 0,22 del producto interno bruto (PIB) a 0,7 por ciento, de acuerdo con la meta propuesta por la ONU (Organización de Naciones Unidas).

Estados Unidos, la nación del Grupo de los Siete países más poderosos que destina menor proporción de su PIB a la asistencia internacional (apenas 0,1), se rehusó a incrementarla y anunció que la condicionará a la conducta política y económica de los países destinatarios.

La cuestión de la pobreza pone de manifiesto el enfrentamiento entre Washington y el resto de la comunidad financiera internacional, representada por el Banco Mundial y su presidente, James Wolfensohn.

Varios analistas señalaron las diferencias entre Wolfensohn y O'Neill. El presidente del Banco solicitó más recursos para la asistencia y prometió que el organismo redoblará esfuerzos para amortiguar los efectos devastadores de la desaceleración económica mundial en los países pobres.

El funcionario estadounidense, en cambio, reaccionó con frialdad ante la propuesta y acusó al Banco Mundial y otras instituciones de malgastar el dinero que manejan.

«Instamos al gobierno estadounidense a incrementar su presupuesto de ayuda y a suministrar la parte que le corresponde de los 12.000 millones de dólares adicionales requeridos para que cada niño y niña del mundo tengan educación primaria y se rompa el ciclo de analfabetismo y pobreza», dice un comunicado de Oxfam.

La organización saludó el pronunciamiento del Banco Mundial y sostuvo que en los países comprometidos a mejorar la educación y erradicar la pobreza se lograrían resultados notables si se incrementa la asistencia en educación y atención de salud, como en el caso de Uganda, donde la pobreza cayó en dos quintos durante la década del 90.

Según el FMI y el Banco Mundial, los países en desarrollo serán los más afectados por la desaceleración de la economía internacional y por el efecto secundario de los atentados de septiembre en Nueva York y Washington, pues perderán ingresos vitales por la caída de la actividad turística y la exportación de materias primas.

La «asistencia bien dirigida, combinada con firmes reformas» pueden reducir en gran medida la pobreza y mitigar las crisis, sostuvo el Banco Mundial en un comunicado.

El organismo también pone sus condiciones a las promesas de más asistencia, por lo cual no hay diferencias fundamentales entre sus políticas y las del gobierno estadounidense, subrayan algunos críticos.

«Es un error oponer las posiciones del Banco y de Washington, pues ambos son firmes impulsores de los programas de ajuste», sostuvo Steve Hellinger, presidente de Development Gap, una institución de investigación y presión con sede en Washington.

Esos programas no detuvieron la declinación económica, social y ambiental de los países deudores y en algunos casos los agravaron, sostuvo Hellinger, quien trabajó en la revisión de los programas de ajuste estructural en varias regiones del mundo.

Washington propone que el Banco Mundial convierta de préstamos a donaciones hasta la mitad de sus desembolsos en los países más pobres. Algunas organizaciones saludaron esta idea como un paso para reducir el peso del endeudamiento de esas naciones.

Pero otras arguyen que el objetivo es vaciar de recursos al Banco, lo cual permitiría al sistema de agencias de la ONU recuperar su papel como principal foro multilateral para el desarrollo.

Y hay quienes ven en la propuesta un instrumento de presión mucho más poderoso. «Es evidente que se volverá esencial definir quiénes serán los destinatarios de las donaciones», concluyó Buston, de Oxfam. (FIN/IPS/tra-eng/em/aa/dc/dv/01

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