EEUU-ISRAEL: Una estrecha alianza puesta a prueba

La relación entre Estados Unidos e Israel fue puesta a prueba este martes por la respuesta negativa del primer ministro israelí Ariel Sharon a la exigencia de Washington de retiro de las tropas que invadieron seis pueblos de los territorios palestinos.

El gobierno de George W. Bush teme que los continuos enfrentamientos entre israelíes y palestinos en Gaza y Cisjordania aumenten el resentimiento del mundo árabe contra Estados Unidos, el principal aliado de Israel.

Bush busca el apoyo árabe a su campaña militar contra el régimen fundamentalista islámico de Talibán en Afganistán, donde se oculta el extremista saudita Osama bin Laden, a quien el gobierno estadounidense acusa de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

«Debemos reconocer que (las acciones de Israel) pueden complicar nuestra campaña militar. Nuestro apoyo a Israel siempre provocó la ira del pueblo árabe», dijo el ex embajador estadounidense en Israel Martin Indyk.

Fuerzas proisraelíes en Washington advierten que las acciones de Sharon podrían poner en riesgo la «relación especial» que existe entre los dos aliados.

«Cuando su amigo Estados Unidos está en guerra por su supervivencia, Israel sólo debe hacerse una pregunta: ¿Podemos ayudar?», escribió el columnista Thomas Friedman en el diario The New York Times.

Pero la oficina de Sharon afirma que la incursión de fuerzas israelíes en seis localidades de Cisjordania en busca de presuntos «terroristas» palestinos está legitimada por el derecho de Israel a la «autodefensa», la misma explicación que esgrime el gobierno de Estados Unidos respecto de su campaña en Afganistán.

El enfrentamiento actual entre Washington y Tel Aviv se desató con el asesinato el miércoles 17 del ministro de Turismo israelí Rehavam Zeevi, que fue reivindicado por el brazo armado del Frente Popular por la Liberación de Palestina, integrante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Rehavam era un general derechista que acababa de renunciar al gabinete israelí en protesta por la tolerancia de Sharon ante las gestiones de Washington para llegar a un cese del fuego con los palestinos.

Sharon exigió al presidente de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, líder también de la OLP, que arreste a los asesinos y los entregue a Israel, a más tardar esta semana.

Simultáneamente, Sharon lanzó una ofensiva militar contra el territorio palestino, desatando disputas y brotes de violencia que causaron la muerte a 20 palestinos.

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos calificó de «inaceptables» este martes las incursiones israelíes y exigió el retiro inmediato de las fuerzas de ese país.

«Lamentamos profundamente y deploramos las acciones de la Fuerza de Defensa Israelí que mataron a numerosos civiles palestinos durante el fin de semana», declaró el portavoz Philip Reeker.

Al mismo tiempo, Reeker recalcó que Washington presiona a Arafat para que arreste a quienes mataron al ministro Rehavam, aunque no pidió, como Sharon, que fueran entregados a Israel.

Integrantes de la coalición de gobierno israelí pertenecientes al Partido Laborista, como el canciller Shimon Peres, sugirieron que Israel se conformaría si las autoridades palestinas tomaran medidas contra los sospechosos, aunque no los entregaran a Israel.

Peres no oculta su oposición a las medidas más radicales de Sharon e intenta negociar un plan con el gobierno estadounidense para el rápido retiro de las tropas israelíes y que habilite el cese del fuego abortado por la muerte de Rehavam.

Tales condiciones se alcanzarían si Arafat detuviera a «10 o 15 revoltosos», tomara medidas más firmes para impedir los atentados suicidas en territorio israelí y actuara con severidad contra varios grupos palestinos armados, sostuvo Peres el lunes en Washington.

Pero no está claro si Arafat podrá cumplir con esas exigencias y en qué plazo. El verdadero apoyo de Sharon a las gestiones de su canciller también es materia de especulación en Washington.

Algunos funcionarios estadounidenses creen que el líder israelí está más interesado en liquidar a la Autoridad Palestina y destruir el poder de Arafat que en negociar un cese del fuego que pueda ser el preludio de nuevas presiones de Estados Unidos por un proceso de paz.

«Sharon se muestra dubitativo. Por un lado considera que la crisis actual es una oportunidad de echar por tierra todo el proceso de paz iniciado en Oslo en 1993 (al que siempre criticó). Por otra parte, sabe que el costo diplomático y político será enorme», afirmó un funcionario de Washington.

Tras los atentados del 11 de septiembre, Sharon lanzó su propia campaña para pintar a Arafat como el «Bin Laden de Israel», buscando un lugar protagónico en la campaña antiterrorista del gobierno de George W. Bush y acicateando a la extrema derecha estadounidense.

A medida que se intensificaba la retórica contra Arafat, se aceleró el ritmo de los asesinatos selectivos del ejército israelí contra presuntos terroristas palestinos, política comparable, según Sharon, a la declarada decisión de Bush de capturar a Bin Laden «vivo o muerto».

Sharon «se convenció de estar ante una oportunidad histórica. Bajo el eslogan 'Arafat es nuestro Bin Laden' al fin podía invadir, asesinar, aplastar y destruir la intifada (levantamiento palestino) y quizás también al propio Arafat», afirmó Uri Avnery, conocido pacifista israelí.

Para desilusión de Sharon, esas comparaciones fueron rechazadas por Washington, que volvió a presionarlo para que autorizara la reunión de Peres con Arafat e iniciara un proceso de cese del fuego que redujera la tensión en el mundo árabe, mientras Estados Unidos preparaba su ofensiva contra Afganistán.

Bush fue más lejos aún, y afirmó públicamente que apoyaba la creación de un estado palestino. Algo parecido había dicho el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair.

Sharon, enfurecido, la emprendió contra Washington. Comparó su política de «apaciguamiento» de la opinión pública árabe con la entrega occidental de Checoslovaquia al régimen expansionista alemán de Adolf Hitler, antes del inicio de la segunda guerra mundial.

La Casa Blanca consideró «inaceptables» tales afirmaciones, y Sharon debió acceder a las negociaciones de cese del fuego, que son parte de un plan más amplio, diseñado por el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet.

Esto fue demasiado para el extremista Rehavam, que acusó a Sharon de rendirse ante Washington. Dos días después, el ministro de Turismo fue muerto en un hotel de Jerusalén por hombres del FPLP.

Este se atribuyó el asesinato, explicando que se trató de una represalia por la muerte de su líder Abú Alí Mustafá, perpetrada el mes pasado.

En una reunión de emergencia del Knesset (parlamento) israelí tras la muerte de Rehavam, Sharon pronunció su ultimátum y los combates se propagaron otra vez por los territorios ocupados. (FIN/IPS/tra-eng/jl/dc/aq/ip/01

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