(Arte y Cultura) LITERATURA-AMERICA LATINA: Del realismo mágico a la acidez

El realismo mágico cede el paso en la literatura latinoamericana a nuevos autores que cultivan una propuesta ácida y cínica, según el escritor cubano Eliseo Alberto, de visita en la capital costarricense.

«El realismo mágico ya no daba más», comentó Alberto antes de presentar en Costa Rica una reedición de su novela «La eternidad por fin comienza un lunes».

El ganador del premio de novela Alfaguara 1998, jovial y amable, conversó con un grupo de periodistas en una céntrica librería de San José.

La prosa de América Latina está cambiando, dejando atrás las historias y personajes del pasado, sostuvo Alberto, de 50 años, hijo del célebre poeta Eliseo Diego, también periodista y guionista de cine dentro y fuera de Cuba, de donde salió enemistado con el régimen de Fidel Castro.

«Ahora, los novelistas están escribiendo de asuntos contemporáneos, que en tiempo están mucho más cerca de los lectores», añadió este autor de inconfundible acento caribeño, considerado una figura cultural destacada en América Latina.

Aunque se considera un ferviente admirador del realismo mágico, entiende que esa ya no es la tónica que abordan los nuevos autores de la región.

«Son escritores con un tono ácido y cínico, lo cual a mí me gusta», detalló, al tiempo que mencionó a escritores como los chilenos Roberto Bolaños y Alberto Fuguet, al cubano Pedro Juan Gutiérrez y al mexicano Jorge Volpi.

Alberto, conocido en el mundo literario como «Lichi», consideró que hoy se vive un renacer de la novela y calificó a los nuevos autores latinoamericanos como «yuppies lanzados».

Este autor cubano se dio a conocer en su país como jefe de redacción de la revista literaria «El Caimán Barbudo» y posteriormente como subdirector de la revista «Cine Cubano».

También su nombre comenzó a llamar la atención de los críticos con poemarios como «Importará el trueno», «Las cosas que yo amo» y «Un instante en cada cosa».

Sin embargo, ha centrado su obra en la prosa, pues admite que el peso de ser el hijo del poeta Diego lo llevó a buscar un campo ajeno al frecuentado por su padre.

En 1983, Alberto ganó el premio Nacional de la Crítica de Cuba por su novela «La fogata roja», que fue seguida luego por «Informe contra mí mismo», una obra galardonado con el premio Gabino Palma.

Al analizar la tendencia que podría caracterizar a la novela latinoamericana del nuevo siglo, Alberto dice que espera que las nuevas producciones sean más libres, sin tanta carga ideológica.

«La literatura no debe asumir causas políticas, nunca ha habido un pobre menos por una novela más que los defienda», razonó este autor cubano residente hoy en la capital de México, donde escribe una nueva novela sobre hechos actuales.

En su trayectoria también se ha destacado en televisión y cine, entre cuyos trabajos se cuenta el guión de la película «Guantanamera», dirigida por Tomás Gutiérrez Alea.

El escritor y crítico costarricense Oscar Núñez coincidió con Alberto respecto del tono ácido que le imprimen a sus textos los nuevos escritores latinoamericanos.

«Hoy se está escribiendo de una manera más ácida y cruda, con un estilo menos romántico y evocativo que el del realismo mágico», apuntó.

Núñez, ganador en 1996 del premio latinoamericano de novela de la Editorial Universitaria Centroamericana, explicó que el realismo mágico ya cumplió su ciclo y, con los nuevos escritores, se nota un estilo mucho más descarnado.

Pero Alberto no sólo habló de literatura durante su visita a Costa Rica sino que también dedicó tiempo a su país natal. Tanto en Cuba como en los sectores disidentes del exterior no existe ningún proyecto de Estado nación inteligente y posible.

«En eso yo soy el hombre más pesimista del mundo, creo que Cuba merece otra posibilidad… mucho más democrática», añadió.

Sin embargo, señaló como un elemento positivo el hecho de que tras décadas de gobierno de Castro la clase política se ha reducido a su mínima expresión.

«Tanto dentro de la isla como en el exilio no hay más de 500 cubanos que viven de la política, y eso me alegra, pues frente a esos políticos existimos 13 millones más, que somos la mayoría», indicó. (FIN/IPS/nms/dm/cr/01

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