EEUU: Gestiones diplomáticas para la guerra

Estados Unidos redobla sus gestiones diplomáticas en procura de un amplio respaldo para su ofensiva militar contra presuntos terroristas islámicos, mientras el mundo aguarda la respuesta del gobierno de Afganistán responda al pedido de entrega del extremista saudita Osama bin Laden.

Estados Unidos considera a Bin Laden, oculto en Afganistán con el apoyo del régimen fundamentalista Talibán, el principal sospechoso de los atentados que el martes 11 derribaron las torres gemelas de Nueva York y destruyeron parcialmente el edificio del Pentágono en Washington.

El presidente de Francia, Jacques Chirac, llegó a Washington este martes para entrevistarse con su par George W. Bush. Así mismo, el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, considerado el aliado más cercano de Estados Unidos, también se reunirá con Bush en esta capital, el jueves.

La presidenta de Indonesia, Megawati Sukarnoputri, llegará a Washington el miércoles, para realizar una visita previamente acordada. Funcionarios estadounidenses creen que Sukarnoputri, que condenó los atentados, desempeñará un papel fundamental en la guerra de Washington contra el terrorismo.

La supuesta red terrorista de Bin Laden, Al Qaeda (La Base), se habría extendido en los últimos dos años hasta Indonesia, el mayor país islámico del mundo.

Simultáneamente, Washington envía diplomáticos a otras capitales importantes. El subsecretario de Estado Richard Armitage se halla en Moscú para solicitar la ayuda de Rusia.

Moscú descartó su intervención militar contra el Talibán, aunque no verá con desagrado el castigo a un régimen fundamentalista al que acusa de apoyar a rebeldes islámicos en la separatista república rusa de Chechenia.

Los primeros resultados concretos de la ofensiva diplomática de Washington se anunciaron este martes, cuando el secretario de Estado Colin Powell dijo que el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat, acordaron varias medidas para el cese del fuego.

Entre esas decisiones figuran el retiro de las fuerzas israelíes de zonas del territorio palestino, como preludio de negociaciones de paz.

«Este es un hecho alentador» que podría conducir a la separación de fuerzas y «el estado de no violencia», declaró Powell.

Si Washington logra calmar la violencia entre israelíes y palestinos, tendría más posibilidades de reclutar para su causa a otros países, sobre todo a estados árabes.

El gobierno de Bush se había negado hasta el momento a presionar a Sharon para que reanudara las negociaciones de paz con Arafat, lo cual socavó seriamente la posición de Washington en el mundo árabe en los últimos meses, advirtieron numerosos analistas.

Esa negativa también irritó a aliados de Estados Unidos, como el presidente egipcio Hosni Mubarak y el príncipe heredero saudita Abdulá, quien imprevistamente rechazó una invitación para reunirse con Bush en los últimos meses.

Abdulá también ordenó al comandante militar de su país que no realizara su habitual ronda de consultas con sus colegas estadounidenses en Washington. El príncipe heredero tendría la intención de comunicarle al gobierno de Bush su disconformidad con el alineamiento estadounidense con Israel.

La ira del mundo árabe aumentó en la semana transcurrida desde los atentados en Estados Unidos, mientras el gobierno de Sharon aprovechó para lanzar varias ofensivas en zonas palestinas, añadiendo más nombres a la lista de más de 600 palestinos muertos en la violencia de los últimos 12 meses.

«Esto tendrá repercusiones terribles», dijo el propio Mubarak en entrevista con el canal de noticias CNN la noche del lunes, antes del anuncio más prometedor de este martes.

En la misma entrevista, Mubarak señaló que el respaldo que Bush brinda a Sharon «quizá sea uno de los elementos que fomentaron» los atentados terroristas del martes 11.

La necesidad de que Bush presione a Bush para que aplique el cese del fuego y reanude las negociaciones de paz seguramente será uno de los puntos que plantearán los gobernantes europeos de visita en Washington esta semana.

Los líderes europeos desempeñaron un papel mucho más activo en los últimos meses como intermediarios entre israelíes y palestinos.

Washington obtuvo el firme respaldo de Francia y Gran Bretaña cuando invocó el artículo 5 del Tratado de Washington de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte).

Ese artículo estipula que los estados miembro deben proporcionar ayuda a los signatarios que sean atacados desde el exterior.

El secuestro de los cuatro aviones que se utilizaron como proyectiles en los atentados del martes tuvo lugar en espacio aéreo estadounidense, pero se presume que su planificación y financiación proceden del exterior.

Sin embargo, luego de la reunión de la OTAN, varios líderes destacaron que Washington no tiene un «cheque en blanco» con el respaldo de sus aliados para responder a los atentados de la manera que desee.

A las capitales europeas les inquieta el discurso cada vez más radical de Estados Unidos. El domingo, por ejemplo, Bush se refirió a la «cruzada (de Washington) contra los perversos», una desgraciada elección de palabras en virtud de la importancia que tiene obtener el respaldo musulmán a una posible represalia militar estadounidense.

«La destrucción de las redes terroristas no debe concebirse ni declararse como una neocruzada de los países industrializados contra los mundos musulmanes», advirtió el ex presidente francés Valery Giscard d'Estaing, en una columna aparecida este martes en el diario Washington Post.

Los europeos también dudan de la exactitud de los datos que tienen los servicios de inteligencia estadounidenses acerca de Bin Laden y su presunta influencia e infrastructura, y pretenden que la ofensiva militar estadounidense no sea indiscriminada ni realizada de forma que incite el odio del mundo musulmán.

Los europeos «tienen más inversiones en esa parte del mundo, están más cerca y tienen muchos más musulmanes viviendo en sus sociedades que nosotros», dijo un colaborador del Congreso legislativo.

De hecho, Washington está descubriendo que el apoyo que le ofrecen otros países para su guerra contra el terrorismo no es incondicional, y que en algunos casos esas condiciones serán caras.

Pakistán, por ejemplo, pretende que Washington le retire las fuertes sanciones económicas y el embargo a la ayuda que padece a cambio de proporcionar aeropuertos para que Estados Unidos los utilice en la ofensiva militar.

Rusia advirtió a sus vecinos de Asia central que no proporcionen bases a las fuerzas militares estadounidenses, y tiene varios puntos discrepantes para plantear a Estados Unidos, como la expansión de la OTAN y los planes de Washington para construir un sistema de defensa contra misiles. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/ip/01

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