La imagen de hileras de tumbas y ataúdes preparados para recibir un número incalculable de muertos domina el paisaje de Venezuela, que llega al 2000 sumida en la peor catástrofe natural del siglo.
Nadie se atreve a emitir estimaciones sobre el número total de víctimas causadas por las avalanchas apocalípticas de lodo, agua y rocas registradas la noche del miércoles al jueves, aunque no es un secreto que hay numerosos cuerpos bajo tierra.
Los cálculos realizados por medios de comunicación locales sobre la base de diversos reportes hablaban este lunes de 330 muertes plenamente comprobadas. Pero está claro que esta es sólo la primera evaluación de un saldo macabro.
"La realidad es para pensar que habrá cadáveres que nunca conseguiremos (recuperaremos), y quién sabe en qué cantidad", comentó el domingo el presidente Hugo Chávez, quien dijo saber de 500 muertos agrupados en un punto de recolección en el devastado Estado Vargas.
Todo parece indicar que el saldo de esta catástrofe empequeñecerá el recuerdo de las lluvias de 1951, cuando hubo 700 muertes en Estado Vargas, o el terremoto de 1967 en Caracas, que dejó 300.
El Estado Vargas es el litoral caribeño cercano a Caracas, separado de la capital por una cadena de montañas verdes donde las persistentes e inusuales lluvias convirtieron las quebradas en torrentes, provocando una tragedia sin precedentes.
En Caracas el agua arrasó con algunas barriadas marginales y dejó un saldo de al menos 82 muertos, miles de damnificados y graves daños de infraestructura.
En otras regiones del país hubo crecidas de ríos e incluso una represa se desbordó un centenar de kilómetros al este de la capital, lo cual causó gran destrucción y el desplazamiento de millares de personas hacia albergues.
Pero la tragedia mostró su peor cara en el litoral. La geografía de esta franja de territorio densamente poblada por más de 300.000 personas fue alterada, y se estima que pasarán años antes de que recupere un cierto grado de normalidad.
Venezuela amaneció sumida en la tragedia el jueves. El desastre fue atribuido a precipitaciones persistentes y atípicas en esta época del año, atribuidas el fenómeno meteorológico de La Niña. La lluvia se detuvo el viernes.
Desde el jueves pasado, decenas de helicópteros trabajan en Vargas en el rescate de supervivientes aislados en terrazas de edificios o en claros que no fueron tocados por el lodo, pero mucha gente se cansa de esperar y prefiere salir caminando o ayudada por voluntarios en moto, a medida que el lodo se seca.
Los supervivientes traen relatos de horror sobre el rugido de la montaña, la llegada del barro, la desaparición de personas y casas, la pérdida de todo lo que tenían.
En esta zona del litoral, a cuyas playas solían acudir los habitantes de la capital, quedó un paisaje desolador donde imperan el lodo, los troncos y las rocas, agravado por la aparición de saqueadores y por el olor a muerte.
El gobierno ha desplegado un amplio operativo militar en el litoral con el fin de controlar la situación, y se inicia la fase más dura en una catástrofe de esta naturaleza: remover los escombros.
Chávez ya ha sugerido que, dada la magnitud del desastre, algunas zonas particularmente afectadas del litoral podrían ser declaradas "camposanto".
Entre tanto, en el Cementerio General del Sur, el más importante de Caracas, ya se han abierto 1.500 fosas para empezar a recibir esas víctimas. (FIN/IPS/lc/mj/en dv/99