ESTAMBUL – La admisión de Turquía como candidato a ingresar a la Unión Europea fue recibida con entusiasmo en este país, ante la perplejidad de activistas de derechos humanos de todo el mundo.
A nadie parece importarle que la mayor parte del territorio turco se encuentre en Asia, pues el ingreso a la Unión Europea es una meta popular en un país donde todas las familias tienen algún miembro trabajando en Europa occidental.
Mientras, el primer ministro Bulent Ecevit destacó que "no se puede ejecutar al líder kurdo Abdullah Ocalán y transformarse en miembro de la Unión Europea". "Deberíamos abolir la pena de muerte si queremos ser parte de Europa", exhortó.
"Precisamos reformas democráticas, empezando por una reforma constitucional", agregó Recai Kutan, del opositor e islámico Partido del Bienestar.
La admisión de Turquía en la sala de espera de la Unión Europea ya cambió el discurso de casi todos los sectores políticos.
Algunos padres temen que las normas de la Unión Europea sobre los derechos de la infancia afecten su autoridad en el hogar al prohibir prácticas como las bofetadas.
Casi todo el espectro político de Turquía, excepto nacionalistas e izquierdistas radicales, creen que una posible integración a la Unión Europea satisfará sus expectativas de bienestar y libertad en un mundo "civilizado".
La comunidad empresarial encabeza las celebraciones, convencida de que para ganar una mayor porción del mercado europeo es necesario mejorar la situación de los derechos humanos y la democracia.
Los más optimistas son los kurdos y el proscripto Partido de los Trabajadores de Kurdistán liderado por Ocalan.
Aunque tradicionalmente los kurdos se opusieron al ingreso de la Unión Europea, ahora creen que ese maso mejora sus posibilidades de reconocimiento como minoría. —-
