La catástrofe humanitaria de los refugiados albanokosovares será sustituida por un éxodo de serbios una vez que termine el repliegue de las fuerzas yugoslavas de la provincia de Kosovo y se despliegue allí una fuerza internacional, advirtieron analistas.
Políticos e historiadores prevén una repetición de la crisis de refugiados de 1995 en Krajina, cuando más de 200.000 serbios fueron expulsados por tropas croatas de la tierra que habían habitado por 400 años.
Miles de familias serbias ya se están trasladando al norte junto con los soldados que se retiran de la provincia de mayoría albanesa según el acuerdo alcanzado esta semana entre el ejército de Yugoslavia y los comandantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), dicen informes de Kosovo.
"Es lo único que podemos hacer: partir. Nada bueno nos espera aquí una vez que los soldados se vayan", declaró un maestro de escuela serbio entrevistado por IPS en Pristina.
La impresión generalizada entre los serbios kosovares es que los guerrilleros del Ejército de Liberación de Kosovo entrarán en la provincia sureña junto con fuerzas occidentales y tomarán sangrientas represalias contra los serbios, agregó.
Como el número de desplazados serbios será relativamente pequeño en comparación con los albaneses que debieron huir de la provincia durante la campaña de limpieza étnica (100.000 frente a 800.000, aproximadamente), el éxodo no generará mucha preocupación internacional, predicen analistas de Belgrado.
Altos oficiales de la OTAN y el Departamento de Defensa de Estados Unidos habrían declarado que "Kosovo no será un lugar feliz para los serbios" y que éstos son "libres de irse".
Nebojsa Vujovic, vicecanciller de Yugoslavia y miembro de la delegación que negoció con la OTAN, dijo a la prensa que el principal obstáculo en las conversaciones fue "el posible vacío de seguridad para los serbios de Kosovo entre la retirada de las fuerzas serbias y la llegada de la fuerza internacional".
"Queríamos la garantía de que no habría un vacío de seguridad", manifestó, pero no aclaró si esa garantía se obtuvo finalmente.
"Sí, tememos que una catástrofe humanitaria (la de los refugiados albanokosovares) sea sustituida por otra, la de los serbios que huyan de Kosovo", expresó Vladan Batic, líder de la opositora Alianza para el Cambio.
"Estoy seguro de que veremos otro éxodo como el de Krajina. El mundo fue indiferente entonces y será indiferente ahora", dijo Batic a IPS.
En 1995, "presenciamos el fin de 400 años de historia serbia en Croacia, cuando columnas de refugiados huían en tractores hacia Serbia", recordó Dusan Batakovic, un historiador de Belgrado.
"Ahora probablemente presenciaremos el fin de la historia de los serbios en Kosovo, el lugar donde comenzó hace siete siglos", añadió.
El último censo realizado en la antigua Yugoslavia (1991) reveló que los serbios de Kosovo eran 200.000, o 10 por ciento de la población de la provincia.
El número de kosovares de origen albanés, que boicotearon el censo, se estimó entonces en 1,9 millones. Según fuentes de la Iglesia Ortodoxa en Kosovo, no quedan más de 100.000 serbios en la provincia.
La Iglesia Ortodoxa Serbia, cuya sede durante siglos fue Kosovo – cuna del estado serbio medieval-, exhortó a los serbios a permanecer en la provincia por una cuestión de "interés nacional".
En una carta dirigida a las numerosas iglesias de Kosovo, Artemije, el arzobispo de la provincia, instruyó al clero para que insten a los serbios "a permanecer en sus hogares, aldeas y localidades, y a encontrar una forma de sobrevivir".
"Ahora, éste es nuestro interés personal y nacional más importante. Dejar nuestros hogares y este lugar sagrado en este momento histórico significaría la pérdida definitiva de la tierra natal para los serbios de Kosovo. Eso sería un acto irresponsable e imperdonable", sentenció Artemije.
Así mismo, el arzobispo convocó al clero a cooperar con las fuerzas internacionales de seguridad sólo en asuntos de ayuda humanitaria y de "protección de nuestro pueblo de la violencia descontrolada".
"Cuando las fuerzas internacionales de seguridad lleguen a Kosovo, los serbios deben abstenerse de cualquier conducta insultante o provocativa. También deben respetar las normas introducidas por esa fuerza y la administración civil", dice la carta.
Pese a la exhortación del arzobispo, la mayoría de los líderes políticos creen que pronto no habrá más serbios en Kosovo.
La oposición culpa al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic por suprimir en 1989 la amplia autonomía concedida a los habitantes de origen albanés en 1974, cuando Kosovo y Voivodina (una provincia con gran población de origen húngaro) recibieron un estatuto especial dentro de Serbia.
Poco después de transformarse en presidente de Serbia, Milosevic promovió una reforma constitucional para suprimir la autonomía de esas provincias debido a las agresiones que sufrían los serbios de Kosovo por parte de albaneses.
"Nadie se atreverá a golpearlos otra vez", había dicho Milosevic a un grupo de serbios enojados en Pristina, sorprendiendo a muchos en un momento en que el nacionalismo estaba excluido del lenguaje oficial.
Zoran Djindjic, líder del opositor Partido Democrático, envió una carta abierta a los mediadores que trajeron a Belgrado el plan de paz sobre Kosovo -el presidente finlandés Martti Ahtisaari y el enviado especial ruso Viktor Chernomyrdin- y al subsecretario de Estado de Estados Unidos, Strobe Talbott.
Djindjic advirtió que los serbios podrían transformarse en blanco de violencia indiscriminada por parte de los guerrilleros albaneses que retornen a la provincia.
"Si no se ofrecen garantías a los serbios de Kosovo, el retorno de los habitantes de origen albanés será paralelo al éxodo de los serbios", previno.
La guerra de Bosnia (1992-95) dejó como saldo unos dos millones de personas desplazadas y refugiadas, de las cuales apenas 550.000 pudieron volver a sus lugares de origen, porque la paz lograda en la antigua república yugoslava se basa en una división étnica del territorio. (FIN/IPS/tra-en/vpz/ak/mlm/ip-pr/99
