El presidente de Argentina Carlos Menem ordenó movilizar a todas las fuerzas de seguridad del país para que cooperen en la lucha contra el delito que aumentó en los últimos meses, con características de fuerte violencia.
Menem puso en marcha del Consejo de Seguridad Interior – integrado por funcionarios y fuerzas de seguridad de todo el país para prevenir el delito- y declaró el estado de movilización de todos los efectivos de seguridad, incluyendo la Prefectura y la Gendarmería.
Estas fuerzas se sumarán a la Policía Federal y provincial para patrullar las calles de la capital argentina y el conurbano, donde la mitad de los encuestados por el Instituto de Políticas Públicas de Seguridad Urbana dijo haber sido asaltado el último año.
De esta manera, Menem asumió la iniciativa en el combate contra la delincuencia, que constituye la segunda preocupación de los argentinos después del desempleo -de acuerdo a un estudio del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría- y que adquirió ribetes de marcada violencia en los últimos meses.
Los delincuentes no sólo asaltan sino que a veces violan y torturan a las víctimas, y en un alarmante número de casos matan al agredido en el momento en que se apresta a entregarles el dinero o las llaves de un automóvil, huyendo sin la prenda.
La policía cree que se trata de jóvenes inexpertos en el manejo de armas que están bajo el efecto de estupefacientes. Cuando la víctima intenta hacer el menor movimiento para cumplir con lo que le piden los agresores, le disparan por temor a que saque un arma.
De acuerdo a los informes oficiales, hay 1,8 millones de armas declaradas en poder de los argentinos, de las cuales más de un millón está en manos de civiles. Pero la policía estima que hay otro millón de armas ilegales que llegan de contrabando a precios accesibles.
Después que el ministro del Interior Carlos Corach asegurara el martes que los índices de criminalidad en Argentina son de los más bajos del mundo, el presidente declaró el jueves que no está dispuesto a "contemplar impávido el espectáculo de un país en el que los políticos hablan mientras los ciudadanos mueren".
"Vamos a limpiar las calles de delincuentes y a garantizar los derechos a la seguridad de todos porque esto hace a la gobernabilidad del país", señaló el mandatario, quien explicó el origen de esta ola delictiva en el uso de drogas y en que las leyes penales que permiten una rápida excarcelación.
Menem no relacionó el creciente número de delitos con la falta de empleo y el aumento de la pobreza y la marginalidad, como sostienen sectores de la oposición política a seis meses de las elecciones presidenciales de octubre.
Casi todos los días, las portadas de los periódicos y los noticieros de radio y televisión están dedicadas largamente al relato de asaltos -sobre todo en la capital y en la provincia de Buenos Aires- en los que intervienen menores armados.
Muchos de los delitos terminan en el asesinato de la víctima – como este miércoles cuando fue asesinada una mujer que salía de un banco- o de los delincuentes repelidos por la policía.
También hay víctimas que declaran haber sido violadas o torturadas por los agresores, por no tener suficiente dinero para satisfacerlos.
El jueves, Eliseo Garachoa, propietario de una gasolinera, declaró a una radioemisora haber sido asaltado 129 veces en el lapso de tres años, pero advirtió que de ese total 44 incursiones violentas ocurrieron en lo que va de este año, con episodios de brutalidad, golpes, disparos de bala y un muerto.
"Mi familia quiere que deje el negocio, pero ¿qué puedo hacer? Estoy fundido -quebrado-, mis empleados se quieren ir y nadie va a comprarme un comercio en estas condiciones", se lamentó Garachoa.
En la misma jornada, un hombre, dueño de un local de golosinas, declaró que fue asaltado por tres jóvenes que portaban escopetas y armas cortas, y amenazaron con matar a una niña -a la que le apuntaban en la cabeza- si no les entregaban la recaudación. (FIN/IPS/mv/dg/pr-ip/99
