Más de 400 personas murieron de hambre en el sur de Ruanda entre noviembre de 1997 y junio de 1998, informó el gobernador de la provincia sureña de Gikongoro, Augustin Mutijima.
"La hambruna fue exacerbada por las malas condiciones climáticas de febrero y marzo, que afectaron las cosechas y fueron seguidas por escasez de alimentos", declaró al semanario oficial Imvaho.
Aunque según Mutijima la situación ha mejorado, en el centro comercial Gasarenda un grupo de famélicos residentes locales duermen en las terrazas de sus casas aguardando la muerte, publicó Imvaho.
El centro comercial, que era una de las principales fuentes de alimentos de la provincia, depende ahora de las escasas provisiones de otras zonas de este pequeño país de Africa central.
Seis de los 13 distritos de Gikongoro -Nshili, Kivu, Karambo, Musebeya, Mudasomwa y Karama- padecen la hambruna.
Cecile Nyirabazungu, del Proyecto Agrícola de Gikongoro, atribuye la hambruna de la provincia a las consecuencias del genocidio de 1994, cuando hasta un millón de personas fueron masacradas por milicias de extremistas hutus, conocidas como interahamwes ("los que luchan juntos", en idioma kiniarwanda).
"Cerca de 20.000 habitantes de Gikongoro fueron detenidos por el papel que tuvieron en el genocidio. Sus familias les llevan alimentos a la prisión todos los días, lo que agrava la situación alimentaria" de la provincia, sostuvo.
"La poca comida que tienen las familias se entrega a los presos, mientras sus hijos se mueren de hambre en sus casas. Los reclusos no producen nada y las familias no trabajan en el campo porque al menos uno o dos de sus integrantes deben llevar el alimento a la cárcel", explicó Nyirabazungu.
Mbanda Kalisa, director del Departamento de Agronomía de la Universidad Nacional de Ruanda, dijo que la población prefiere plantar árboles de eucaliptus en lugar de cultivar alimentos.
"Los habitantes se muestran inflexibles cuando se les pide quitar los eucaliptus para proteger las tierras fértiles, porque este tipo de árbol no necesita ningún cuidado especial luego de ser plantado", dijo.
El gobierno minimizó la magnitud del problema. "Ninguna persona ha muerto de hambre en Ruanda", aseguró a la prensa de Kigali Patrick Mazimhaka, alto funcionario de la presidencia.
Sin embargo, el ministro de Agricultura, Anastase Murekezi, dijo que la "situación era pésima en mayo y junio, y la gente se moría de hambre, pero en estos días no hubo informes de muertes" por esta causa.
Murekezi atribuyó la crisis alimentaria de Gikongoro a la pobreza. "La guerra y el genocidio, el desplazamiento en masa de la población, el saqueo de los edificios y la destrucción de los centros comerciales son todos factores agravantes de la pobreza", dijo.
El Sistema de Advertencia Temprana de la Hambruna, financiado por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), declaró que con frecuencia se exageran los informes sobre la hambruna.
"La información que tenemos es que la cantidad disponible de alimentos en Ruanda puede satisfacer las necesidades de todo el país, incluso del noroeste", dijo el coordinador Serge Rwamasirabo.
La agricultura en el noroeste, en la frontera con la República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire), se encuentra paralizada por las actividades de la insurgencia en ese país.
Entre enero y septiembre, el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas entregó ayuda alimentaria a Gikongoro, que cuenta con una población de 460.000 habitantes.
El Sistema de Advertencia Temprana calculó que el déficit alimentario de la provincia asciende a 63.000 toneladas.
"El Programa Mundial de Alimentos proporciona 6.000 toneladas de alimentos por mes, no porque no pueda dar más, sino porque la actual necesidad alimentaria es inferior a las 10.000 toneladas por mes", dijo a IPS Rwamasirabo.
"Así que resulta difícil asegurar que la gente se muera de hambre en Gikongoro por falta de alimentos", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/jbk/mn/ml-aq/dv/98
