La implementación de un mecanismo de desarrollo limpio para reducir la emisión de gases invernadero de acuerdo con el Protocolo de Kioto está aún lejana, pese a las serias evidencias de cambios climáticos en todo el planeta.
Al parecer, la conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, prevista para noviembre en Argentina, solo abrirá un camino lleno de obstáculos hacia la llamada "descarbonización".
La quema de carbón, petróleo y gas, en ese orden, es considerada por los expertos la causa del calentamiento anormal de la Tierra y cambios climáticos cada vez más peligrosos desde el inicio de la revolución industrial.
El ex director para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y actual funcionario del Banco Mundial, Arsenio Rodríguez, afirmó que, pase lo que pase en Buenos Aires, "no retroceder es avanzar".
Tras el éxito "espectacular" que significó el Protocolo de Kyoto, acordado por 160 países en diciembre en Japón, Rodríguez estimó que se está a las puertas de un trabajo muy "complicado y difícil", de pocos avances por la propia "inercia de la negociación"
El experto habló a título personal ante 24 periodistas de diferentes medios de comunicación, reunidos la semana pasada en el seminario "El Protocolo de Kioto y América Latina: preguntas, desafíos y oportunidades para una mejor comunicación", en la capital de Brasil.
En el seminario, organizado por la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) en colaboración con el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil y la Embajada de Holanda en Brasilia, intervinieron expertos y funcionarios gubernamentales de los dos países.
El Protocolo de Kyoto, ratificado por 57 naciones hasta el 29 de septiembre, tiene carácter vinculante, por lo que, de entrar en vigor, obligará a los países industrializados a reducir sus emisiones de gases invernadero un promedio de cinco por ciento por debajo el nivel de 1990 entre el 2008 y el 2012.
La reducción equivaldría aproximadamente a unos 200 millones de toneladas de carbono por cada año del período, que, a un costo de 100 dólares la tonelada, significaría gastos de 10.000 millones de dólares anuales para los países desarrollados.
Pero los gastos podrían elevarse hasta 50.000 millones de dólares pues, de acuerdo con las tendencias actuales de emisión, los países industrializados tendrán que dejar de producir unos 1.000 millones de toneladas de carbón por año hasta el 2012.
En aras de reducir los costos para el grupo de países industrializados, responsables de 75 por ciento de los gases invernadero que se emiten en el mundo, el Protocolo de Kioto dio curso al mecanismo de desarrollo limpio, entre otras vías de flexibilización.
El mecanismo permite que un país industrializado invierta en un proyecto para abatir las emisiones de carbono en un país en desarrollo a cambio de unidades equivalentes de reducción que puede contabilizar como complemento a la disminución dentro de sus fronteras.
Rodríguez afirmó que la "descarbonización" podría convertirse en una nueva materia prima gracias a la cual el ambiente dejaría de ser un elemento "decorativo" para introducirse en el mercado internacional de las "cosas comerciables".
El Norte industrial tendría que acompañar sus inversiones en el exterior con acciones domésticas, mientras los países del Sur podrían beneficiarse con transferencia de tecnologías y flujo de capitales vinculados con el desarrollo sustentable.
Pero la "primera piedra" en las negociaciones ya fue colocada por Estados Unidos, que no ratificará el Protocolo de Kioto sin antes obtener un "compromiso significativo" de los países del Grupo de los 77, que reúne a 132 naciones en desarrollo, y China sobre la reducción de sus emisiones.
La producción de seis por ciento de las emisiones de dióxido de carbono del mundo desde América Latina y el Caribe, que tiene ocho por ciento de la población mundial, contrasta con la situación de Estados Unidos, que nuclea a 4,5 por ciento de los habitantes del planeta y 33,7 por ciento de esas emisiones.
Así, el desafío para la reunión de Buenos Aires será encontrar una fórmula mediadora ante la reacción negativa de varios países, como Brasil, que no están dispuestos a asumir un compromiso en los términos planteados por Washington, principal emisor de dióxido de carbono del mundo.
"Si el Protocolo de Kioto no se implementa significaría una intensificación de las graves variabilidades climáticas que ya están ocurriendo e implicarían costos sociales tremendos en materia de adaptación a esos cambios", advirtió Rodríguez.
Los científicos coinciden en que la acción humana influye en el calentamiento atmosférico, el aumento del nivel del mar, y el desencadenamiento de sequías, inundaciones, tormentas y huracanes más graves de lo que hasta hace poco tiempo era normal.
Argentina perdió este año 160 millones de dólares por el desborde fluvial y las lluvias, la ciudad de México registró la temperatura más alta de su historia y el hermisferio norte vivió su febrero menos frío desde 1950.
De seguir las tendencias actuales de emisiones de gases invernadero, se prevé afectación de la biodiversidad del río Amazonas y de los recursos de agua, pérdida de terreno costero, intrusión salina en acuíferos de Venezuela, Argentina, Uruguay y América Central e inundaciones en la Pampa argentina.
Los cambios climáticos tendrán impactos severos en las poblaciones marginadas metropolitanas y provocarán la extensión de enfermedades transmisibles como la malaria, el dengue, el cólera y la enfermedad de Chagas.
El director general de IPS, Roberto Savio, opinó que a la prensa le corresponde la "difícil" misión de "sembrar inquietudes" y "abrir un debate" sobre estos temas, como una vía imprescindible para encontrar soluciones.
"Es como si viniera un asteroide a chocar con la tierra", advirtió Rodríguez sobre lo que podría suceder si los políticos siguen preocupándose sólo por cuestiones cotidianas y dejan a un lado fenómenos que pueden incidir en la propia sobrevivencia de la humanidad. (FIN/IPS/da/mj/en/98
