Las tortugas baulas, las más grandes del planeta, constituyen la mayor atracción para los miles de turistas que llegaron al Parque Nacional Las Baulas, en el oeste de Costa Rica, para presenciar el proceso de desove.
Las tortugas baulas (Dermochelys coriacea), de cerca de 500 kilogramos de peso, son muy vulnerables frente a sus enemigos naturales, porque su caparazón no le sirve de protección, y se encuentran en peligro de extinción.
El ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica, Carlos Manuel Rodríguez, aseguró que la población anidante en este parque tenderá a desaparecer para el año 2005.
Los habitantes cercanos a las playas y los guardaparques hablan de ellas casi como seres legendarios o mitológicos.
"Se cuenta que antes, en una sola noche, llegaban 200 o 300 tortugas a nuestras playas a desovar", dijo a IPS Bernal Cortés, guardaparques del Parque Nacional Las Baulas, en la occidental provincia de Guanacaste.
Esta temporada, que comenzó el 1 de este mes en la zona, sólo llegan tres o cuatro por noche, sumando un total de 200 en el lapso de seis meses.
Sergio Obando, ex administrador del parque, señala que los lugareños recuerdan que "como precaristas, cada quien se apropiaba de un sector de la playa para saquear los huevos de cuanta tortuga salía".
Este saqueo, junto a otros problemas en todas las playas donde anidaban las tortugas, causaron que las poblaciones no se repusieran, al punto que hoy se encuentran en vías de extinción, agregó.
Para tratar de revertir esa tendencia, Costa Rica creó en 1991 el parque marino Las Baulas, donde ahora llegan más personas a cuidar los huevos que tortugas a desovar.
Desde el día 1, el parque recibe estudiantes de primaria y secundaria, científicos de universidades y equipos de filmación de diferentes programas. A partir de este martes se abre, con estrictas medidas, para el turismo.
Cortés dijo que en 1997 se recibieron durante la temporada unos 10.000 turistas. Este año, según las medidas adoptadas por el Ministerio de Ambiente y Energía, sólo podrán entrar 120 personas por noche, en grupos organizados de no más de 15.
Según las disposiciones, sólo podrán observar una tortuga asignada en la fase de desove y tapando el nido, pero no se permitirá observarla mientras construye su cama, en la etapa de camuflaje o de regreso al mar.
Estas medidas se deben a que la tortuga, para cumplir con su proceso biológico, requiere de total oscuridad y silencio, porque de lo contrario se distraen, se desorientan y pueden perder su camino de regreso al mar.
Cortés recordó que cada tortuga deposita en cada desove cerca de 80 huevos fértiles y 20 infértiles. Sólo 40 por ciento llega al mar y de esos, sólo dos tortugas tienen posibilidades de sobrevivir.
El espectáculo es sobrecogedor. Emergen del mar y buscan el lugar adecuado en la playa para hacer su nido, cavan un hoyo de un metro de profundidad con sus patas y ahí depositan sus huevos durante aproximadamente una hora.
Al terminar, cubren el nido, tratan de camuflarlo posándose varias veces sobre él con el fin de compactar la arena y luego regresan dificultosamente al mar.
Costa Rica es uno de los pocos lugares del mundo a donde llegan a desovar.
Tras varios años de seguimiento con "microchips" en sus aletas y sistemas satelitales, en 1996 se determinó que los principales lugares de desove ese año fueron Bahía Chacagua, en México, Irian Jawa, en Indonesia, Yaliamapo, en Guayana Francesa, y Playa Grande, en el parque nacional Las Baulas, en Costa Rica.
Las playas de Costa Rica, tanto en el Atlántico como en el Pacífico, reciben a seis de las ocho especies de tortugas marinas. En la zona Atlántica, la llegada se concentra en el Parque Nacional de Tortuguero, a donde llegan Baulas, tortuga Verde (Chelonia mydas) y Carey (Eretmochelys imbricata).
En el Pacífico, además de las baulas, anidan especies como la Lora, la Negra (Chelonia Agassizi) y la Cabezona (Caretta caretta). (FIN/IPS/mso/ag/en/98
