El número y la escala de los desastres naturales en todo el planeta aumentan a un ritmo alarmante, con un número de víctimas entre desplazados y personas sin hogar que supera 20 millones a partir de 1997, alertó la ONU.
"Desastres naturales de gran escala azotan a regiones enteras", dijo en un informe el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, quien además apeló a una mayor asistencia internacional para hacer frente a la crisis.
En un documento sobre asistencia humanitaria de la ONU, Annan dijo que los recientes desastres naturales incluyen inundaciones en el cuerno de Africa y en Europa central y oriental, incendios forestales en Indonesia y Brasil, aludes en América Latina y el Caribe, sequía en Corea del Norte y terremotos en Irán.
Los 20 millones de desplazados y desposeídos por estas emergencias constituyen "un desafío a la comunidad internacional", dijo Annan, y agregó que, en muchas de estas situaciones, las necesidades humanitarias no han sido satisfechas.
En 1997 y los primeros meses de 1998, la ONU brindó asistencia a 51 estados miembros en sus esfuerzos por superar el devastador impacto de 77 desastres naturales y emergencias ambientales.
Entre septiembre y noviembre de 1997, partes de Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia fueron seriamente afectadas por un denso humo causado por enormes incendios forestales en Indonesia.
Los incendios fueron, a su vez, causados por el uso de fuego para limpiar áreas de bosques para la agricultura, y agravados por la sequía inducida por el fenómeno climático El Niño. El área total bajo fuego fue dos millones de hectáreas.
Las inundaciones en el cuerno de Africa afectaron hasta un millón de personas en Somalía, donde hubo más de 2.000 muertos.
Lluvias torrenciales sobre el centro y el este de Europa en julio de 1997 resultaron en inundaciones sin precedentes en grandes áreas de República Checa, Alemania, Polonia, Rumania y Eslovaquia, afectando directamente a cinco millones de personas.
En Corea del Norte, la sequía produjo una hambruna devastadora.
El informe de la ONU destaca que la región de América Latina y el Caribe sufrió las consecuencias del "impacto inusualmente fuerte del fenómeno del Niño".
En Ecuador, inundaciones, elevamientos del mar y aludes de lodo afectaron la región costera a partir de septiembre de 1997. El daño a la infraestructura del país se estima en 300 millones de dólares.
En Perú, similares condiciones climáticas produjeron desde fines de 1997 fuertes lluvias que resultaron en inundaciones y derrumbes de tierra en las regiones norte, centro y sur. El gobierno se vio obligado a declarar un estado de emergencia en la mitad del país.
Irán sufrió una serie de terremotos a comienzos de 1997. El tercero, ocurrido en Jorasan, al sur, fue el que provocó mayores daños. Más de 1.500 personas perdieron la vida y unas 50.000 quedaron sin vivienda.
Además, "varios países sufrieron severos daños ambientales como resultado de la estadía prolongada en su territorio de refugiados de los conflictos en países vecinos", destacó el informe.
Estos daños incluyen deforestación, contaminación de las fuentes de agua, pérdida de tierras cultivables y subsiguiente presión demográfica en áreas incapaces de sustentar a los habitantes. Como resultado, hay "problemas a largo plazo que no recibieron suficiente atención de la comunidad internacional".
Las cosechas fueron devastadas en al menos seis países africanos, Somalia, Kenia, Tanzania, Uganda, Etiopía y Eritrea, debido a las condiciones del Niño, dijo en febrero la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El colapso de la producción de alimentos produjo escasez, y la FAO estimó que unos 10 millones de personas necesitan asistencia de emergencia en el este de Africa.
Margaret Wahlstrom, de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, dijo la semana pasada a una reunión del Consejo Económico y Social de la ONU que el humanitarismo no se limita a la gente en situaciones de guerra.
"Implica brindar servicios a todos aquellos atrapados en desastres", recordó.
Las inundaciones en China este año fueron "las peores en una generación", y afectaron las vidas de más de 13 millones de personas.
Wahlstrom hizo un llamado a que la comunidad internacional para que comience a tratar los desastres naturales con el mismo grado de urgencia política y económica con que trata a las guerras y las crisis financieras.
Ravi Rajan, coordinator residente de la ONU en Indonesia, dijo a ECOSOC que extensos incendios forestales en el país asiático fueron los mayores registrados. Los costos económicos podrían exceder los 4.000 millones de dólares.
En su informe, Annan afirma que, aunque las emergencias continúan aumentando, las contribuciones de los donantes se redujeron.
Del total de las necesidades presupuestales de 2.800 millones de dólares en 1994, por ejemplo, casi 80 por ciento fue aportado por donantes. En 1997, los fondos requridos bajaron a 1.700 millones de dólares, pero las contribuciones de donantes sólo representaron 62 por ciento.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, una de las agencias que más fondos entrega para emergencias humanitarias, también se quejó de la reducción de los aportes monetarios. En mayo de 1998, la agencia sólo había recibido la mitad de su presupuesto anual de 1.100 millones de dólares. (FIN/IPS/tra-en/td/mk/lp/en dv/98