No importa dónde, cómo, ni cuándo: una avalancha de jóvenes que los críticos no pueden explicar sigue los concierto de Ars Longa, un grupo de pequeño formato que hace música antigua en Cuba, la tierra del son.
Flautas alargadas, cascabeles y caracolas, trajes largos rojos o negros, peinados antiguos y, como escenario un castillo, un convento convertido en museo, las aulas de la Universidad.
El grupo, integrado por ocho jóvenes egresados o estudiantes de las escuelas de arte de la isla, ocupa un espacio privilegiado en el panaorama musical cubano.
Los trajes e instrumentos antiguos, los escenarios, las voces y la música crean un ambiente que "hace perseguir los conciertos, no tan frecuentes como uno quisiera", dijo Katia López, una profesional que trata de no faltar a ninguna presentación.
Como "sutiles voces humanas y diestros en manejos de antiguos instrumentos musicales nos trasladan a un mundo de sonoridades transparentes, lejanas en el tiempo y en el espacio", señaló el compositor cubano Harold Gramatges, Premio Iberoamericano de la Música.
El proyecto cuenta con el apoyo de la Oficina del Historiador de La Habana, institución que propició la compra y fabricación de instrumentos que sonaron sólo unas veces en la isla tras la conquista española en 1492.
En 1994, comenzaron haciendo música del Renacimiento sin ser especialistas en instrumentos de la época, pero la directora del grupo, Teresa Paz, dijo a IPS que el verdadero reto fue incursionar en la música medieval, pues no había ni una partitura en Cuba.
Con el tiempo iniciaron contactos con amigos del exterior que les enviaron materiales de música medieval, "algo bien difícil, porque viene una melodía desnuda y tienes que hacerle el arreglo instrumental".
"Este tipo de melodía tiene mucho auge en el mundo desde los años 30. Sin embargo, los musicólogos se especializan en archivos, pero no existe un libro ni nada que diga 'así se cantaba", comentó Paz.
Esto condujo a varias tendencias. Una de ella fue la interpretación pesada de la música del barroco. Luego, en los años 70, se aligeró pero se pasó al fraseo, más tarde apareció el español Jordi Sabal que utiliza instrumentos de percusión.
"El hecho de que existan sólo las partituras y no haya leyes que digan si era o no así, hace que el movimiento de música antigua sea muy rico, hay una variedad tremenda porque cada grupo lo hace con instrumentos específicos, otros a un tiempo lentísimo, otros muy rápido", dijo Paz.
Ars Longa nunca pretendió hacer arqueología musical. Parte de lo escrito y le agrega toda una gama de emociones del hombre contemporáneo, al tiempo que intenta recrear los tiempos antiguos para lo que utilizan el vestuario y las locaciones.
"Este no es el tiempo de la Edad Media y eso diferencia el modo de interpretar la música. Incorporo mi tiempo porque soy una mujer contemporánea y el público es contemporáneo", aclara Paz.
Cuando la salsa acapara los espacios en la radio, la televisión y la preferencia del público en Cuba, Ars Longa se convierte en una alternativa que, sin obtener la aceptación de la música popular, demuestra un nivel de convocatoria inesperado para sus mismos integrantes.
Pese a la aceptación de público, el grupo apenas accede a la radio o la televisión estatales. Este año espera grabar su primer disco y mantiene un espacio habitual en la Basílica de San Francisco de Asís, en el casco histórico de La Habana.
Esta no es la primera vez en el panorama cultural cubano que surge un grupo específicamente para hacer este tipo de música.
"Comenzamos con la idea de hacer Renacimiento, y ahora nos estamos extendiendo a la música barroca americana, a partituras cubanas del siglo XIX y XX, pero siempre con el sentido de la búsqueda de lo antiguo, con la idea de desentrañar la música", señaló Paz. (FIN/IPS/da/ag/cr/98