El proyecto de hidrovía que une a Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay comenzó a navegar en aguas inciertas y turbulentas, ante la decisión del gobierno brasileño de no respaldarlo en los términos en que está concebido.
El secretario general de la cancillería brasileña, Sebastiao do Rego Barros, señaló que su gobierno está comprometido con la preservación del ambiente y que el Pantanal del Mato Grosso, punto de partida de la hidrovía Paraná-Paraguay, es prioritario para esa política.
El Panatanal, con un área de 128.000 kilómetros cuadrados en la frontera de Brasil con Bolivia, es el mayor sistema de humedales del mundo. Es hábitat de una enorme variedad de animales, de unas 650 especies de aves, 240 de peces y 90.000 de plantas.
Así mismo, regula el sistema de aguas de la cuenca abarcada por la hidrovía. Según los ambientalistas, la alteración de su función determinaría inundaciones y sequías en el curso bajo del río Paraná, afectando la región del Chaco, que comprende el noroeste de Paraguay y parte del norte argentino.
La superficie total del área de influencia directa de la hidrovía es de 1,75 millones de kilómetros cuadrados, con una población cercana a los 20 millones de personas.
La coalición ambientalista Ríos Vivos, integrada por más de 300 organizaciones, el Fondo Mundial de Vida Silvestre (WWF) y otras organizaciones no gubernamentales cuestionan la hidrovía por su impacto negativo en el ambiente y sobre los pobladores de su zona de influencia, mayoritariamente indígenas.
El proyecto, cuya discusión comenzó hace casi una década, busca mejorar y aumentar la navegabilidad de los ríos Paraná y Paraguay, para asegurar el flujo continuo de embarcaciones a lo largo de 4.443 kilómetros entre el puerto de Nueva Palmira (Uruguay) y Puerto Cáceres (Brasil).
Si Brasil abandonara el proyecto, la hidrovía perdería 1.270 kilómetros de ríos en territorio brasileño, que son uno de los principales asuntos de conflicto, dijo a IPS Silvia Ribeiro, del grupo uruguayo Redes-Amigos de la Tierra, integrante de Ríos Vivos.
Ribeiro advirtió que, sin embargo, Brasil continuará los trabajos en el canal Tamengo, que sale a la localidad de Corumbá, limítrofe con Bolivia, en la mitad del trecho brasileño de la hidrovía, y la población de la zona, que nunca fue consultada, resultaría perjudicada.
Conrado Serrentino, delegado uruguayo en el Comité Intergubernamental de la Hidrovía (CIH), puntualizó a IPS que ese organismo no recibió ninguna comunicación oficial del gobierno brasileño.
Serrentino destacó, como hecho llamativo, que Brasil no mencionara su propósito en la última reunión del CIH, realizada el 6 de este mes en Paraguay.
Pero, en realidad, Brasil no anunció su retiro del proyecto, sino que procederá a la revisión del impacto ambiental del mismo.
Eduardo Martins, presidente del instituto brasileño de Medio Ambiente y Recursos Renovables, declaró el día 20 que su gobierno no impulsará la hidrovía en las actuales condiciones.
A juicio del gobierno de Brasil, el proyecto no tiene de momento "valor estratégico", pero "puede poner en riesgo el Pantanal", explicó Martins en rueda de prensa.
El funcionario añadió que su país no hará las obras de ingenieria que prevé el proyecto original, aunque no descartó trabajos de menor envergadura, como el canal Tamengo.
El proyecto prevé el dragado del Paraná y el Paraguay para permitir la navegación de barcos de hasta 300 metros de eslora (longitud), 50 de manga (ancho) y tres de calado, con una capacidad de carga de 24.000 toneladas, equivalente a 800 camiones de 200 caballos de fuerza cada uno.
Los autores de la iniciativa han señalado que el costo de transporte de mercaderías sería muy inferior al actual, que se realiza por tierra y aire, y que para el 2000, el flujo de cargas por la hidrovía podría llegar a los 20 millones de toneladas.
La noticia divulgada por Farías "es muy importante", aunque no despeja totalmente el riesgo de trabajos que se realizan en algunos tramos de ríos de Brasil conectados con la hidrovía, observó el brasileño Alcides Faría, secretario de la coalición Ríos Vivos.
"Que el gobierno brasileño considere inaceptable la realización del proyecto en los términos iniciales, abre la posibilidad de un debate sobre los modelos de desarrollo" de la región surcada por la hidrovía, señaló Faría.
Por su parte, Ribeiro advirtió que "seguramente", los otros países asociados a la iniciativa "van a presionar a Brasil para que reconsidere su decisión", porque "la hidrovía ha sido presentada como uno de los proyectos señeros del Mercosur" (Mercado Común del Sur).
"Quizá se estén aprendiendo las lecciones de otros megaproyectos" de impacto ambiental negativo, "como las represas de Yaciretá e Itaipú y las carreteras amazónicas", añadió.
Si la hidrovía se interrumpe, Bolivia verá comprometida su salida al mar, prevista a través del brasileño Puerto Cáceres. La superación de su mediterraneidad es una reivindicación histórica de Bolivia.
El proyecto ha insumido a los gobiernos inversiones elevadas, difíciles de evaluar globalmente. Pero el dragado de un trecho del canal Martín García, el principal del Río de Plata, boca de salida de la hidrovía, tuvo un costo de 108 millones de dólares, mientras que el del río Paraná será de 800 millones. (FIN/IPS/rr/ff/en/98