Richard Gephardt, posible candidato demócrata para las elecciones presidenciales del 2000 en Estados Unidos, se alineó con el presidente Bill Clinton al presionar al Congreso para que apruebe 18.000 millones de dólares para el FMI.
Gephardt, líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, ganó aplausos de sindicatos y grupos ambientalistas el año pasado al oponerse al intento de Clinton por lograr la autoridad de "vía rápida" en negociaciones comerciales.
Pero el demócrata volcó su respaldo al presidente en un discurso sobre el debate de la financiación del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual llegará a su punto culminante este jueves en una reunión de un comité legislativo.
En juego está el pedido del gobierno de 18.000 millones de dólares, incluyendo 3.500 millones de dólares para una línea de crédito para ayudar al FMI a hacer frente a crisis financieras y 14.500 millones para aumentar la "cuota" de Estados Unidos en la institución, parte de un aumento de 45 por ciento del capital de base del FMI.
La legislación ante el Comité de Banca de la Cámara autorizaría el aumento a condición de que el gobierno de Estados Unidos estimule al FMI a tener en cuenta de las cuestiones laborales y ambientales y aumentar su propia transparencia.
La votación, prevista para este jueves, servirá como barómetro del respaldo del Congreso al pedido de Clinton, el cual deberá presentarse a toda la legislatura en el correr de dos semanas, según analistas.
Solamente unos 150 de los 431 miembros de la Cámara votaron a favor de la propuesta al comienzo de la actual sesión legislativa en enero, pero la declaración de Gephardt podría solidificar el respaldo demócrata, dijeron fuentes legislativas.
Gephardt pareció seguir un curso cuidadoso entre las prioridades de los inversores, en particular, abrir mercados financieros asiáticos y minimizar el no pago de préstamos, y los de sus simpatizantes tradicionales, en particular los sindicatos, en los cuales se apoyará si se lanza a la carrera presidencial.
La crisis financiera asiática, en respuesta a la cual el FMI había reunido más de 100.000 millones de dólares en préstamos, "presenta una oportunidad real de mejorar la estructura de la nueva economía global" y "de mejorar las condiciones de vida de trabajadores estadounidenses y la gente en todo el mundo", agregó el demócrata de Missouri.
El representante sostuvo que se volcó a apoyar al FMI preocupado por la situación del trabajo. "Un país al borde de la ruina económica no va a tener en cuenta el respeto de sus leyes laborales ni a respetar los derechos de los trabajadores".
Se cree que cuatro millones de indonesios perdieron su trabajo desde que se desató la crisis. El desempleo en Corea del Sur alcanzó tres por ciento a fin del año pasado, a partir de casi cero, y se espera que aumentará aún más a medida que los despidos masivos queden legalizados bajo el acuerdo del país con el FMI.
Los sindicatos de Estados Unidos se preparan para un pérdida de hasta 1,1 millones de empleos en 1998-99, a medida que las devaluaciones monetarias y la presión por aumentar las exportaciones tiran abajo el precio de las importaciones desde Asia.
Gephardt se hizo eco de llamados del gobierno para que Japón y países europeos expandan la demanda de las importaciones y "compartan la carga".
El demócrata también hizo frente a críticas según las cuales los inversores privados hicieron "una libre incursión en los recursos garantidos del contribuyente".
Los inversores han sido atacados por precipitar la crisis al primero concurrir en masa y después abandonar Asia.
Así mismo, se los acusa de luego trasladar la carga de su error a Estados Unidos y otros miembros del FMI que se ocuparon de los paquetes de rescate, y a los gobiernos de Asia, los cuales son responsabilizados por lo que comenzó como una crisis de la deuda del sector privado.
"La tarea del FMI no es eliminar el riesgo (de los inversores). Es ser responsable de evitar el colapso final de las economías nacionales", sostuvo Gephardt. (FIN/IPS/tra-en/aa-fah/mk/lp/if ip/98
