ARGENTINA: Nueva oposición pierde la confianza de su izquierda

Conquistada la confianza de empresarios, inversores y organismos multilaterales de crédito, la nueva oposición en Argentina enfrenta ahora el desafío de sectores izquierdistas de la coalición, que le reprochan el exceso de gestos hacia la derecha.

Casi un mes después del triunfo de la Alianza en comicios legislativos, sus principales dirigentes se reunieron con el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, con el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus, y con los más destacados empresarios de Argentina.

El último gesto fue el viaje de un grupo de dirigentes a Washington y Nueva York adonde permanecieron esta semana. Allí no faltaron reuniones con grupos inversores como el estadounidense Goldman Sachs, que consultó a los opositores sobre algunas privatizaciones pendientes en Argentina.

La principal protagonista de la gira fue la senadora aliancista Graciela Fernández Meijide, que se impuso a la candidata del oficialismo en la provincia de Buenos Aires, el primer distrito electoral del país, y se la menciona como candidata a integrar la fórmula presidencial en 1999.

Fernández planteó a Camdessus su propuesta de discutir políticas de empleo en lugar de flexibilizar las leyes laborales, y aclaró con él que las recetas del FMI "son sólo aspiraciones y no exigencias" del organismo, según le explicó el director del fondo luego de la reunión.

Los dirigentes habían estado previamente participando de un encuentro convocado por "Diálogo Interamericano", una institución vinculada al Partido Demócrata de Estados Unidos, que invitó a los dirigentes de la oposición y del gobierno a discutir sobre el futuro de Argentina.

La reunión con Clinton, previa a las elecciones, fue considerada un gesto clave para mostrar "previsibilidad" ante el electorado, uno de los valores más cotizados frente al gobierno del presidente Carlos Menem, identificado hasta ese momento con la estabilidad económica.

Una de las primeras pruebas para la Alianza fue la crisis financiera.

El día después de los comicios del 26 de octubre, los operadores estaban más pendientes del comportamiento de las bolsas asiáticas que de la reacción de los inversores ante la primera derrota del oficialismo en 10 años.

Fue entonces que el referente económico de la Alianza, el economista José Luis Machinea, lejos de "hacer leña del árbol caído", se manifestó cauteloso, auguró un crecimiento menor del esperado para 1998, y consideró el ajuste fiscal en Brasil como "el mal menor".

Machinea es asesor de la Unión Industrial Argentina, un economista muy respetado por las empresas argentinas. Pero no siempre sus dichos son reconocidos como propios por todos los sectores que se sumaron a la nueva coalición que ganó en las elecciones de octubre.

La Alianza nació de la fusión entre la tradicional Unión Cívica Radical y el centroizquierdista Frente País Solidario. Este último es un frente con pocos años de vida que se nutrió de dirigentes que se fueron del gobernante Partido Justicialista, y de sectores de izquierda.

Muchos de ellos resistieron el desembarco de la Unión Cívica Radical dentro del frente, aunque fuera la única forma de ganarle al oficialismo. Esos dirigentes eran opositores en la gestión del ex presidente radical Raúl Alfonsín (1983-89), que ahora es miembro conspicuo de la Alianza.

En diálogo con IPS, el economista Claudio Lozano, de la Central de Trabajadores Argentinos, consideró que la Alianza debe reclamar rectificaciones a los grupos de poder, y no "exagerar" en los gestos tendentes a ganarse la confianza de los empresarios.

Lozano inauguró este viernes un foro de debate que reclama "un nuevo pensamiento" que represente a todos los que están dispersos pero que no comulgan con el neoliberalismo. "Hay que abrir el juego a un pensamiento que permita transformar la realidad", dijo.

La idea de Lozano fue convocar a todos los intelectuales, artistas y sindicalistas que descrean de "la inexorabilidad" de los hechos.

"El pensamiento neoliberal transformó la legalidad histórica en una legalidad natural como si se tratara de la ley de la gravedad", sostuvo.

La franja a la que apunta el economista es justamente la de los sectores que pudieron haber votado a la Alianza como una opción política que se impusiera al gobierno, pero que no concuerdan con la idea de que el modelo económico debe ser sacralizado.

Uno de los hechos polémicos de la Alianza ocurrió 15 días después del triunfo, cuando los dirigentes se hicieron presentes en una reunión anual de empresarios argentinos a la que asistió como invitado el ex jefe del gobierno español Felipe González.

Allí, los aliancistas -que llegaron en un avión privado perteneciente a un empresario, otro gesto criticado- manifestaron su rechazo a la flexibilización laboral reclamada por los empresarios e impulsada por el gobierno porque, a su juicio, precarizará el empleo.

Pero en las filas izquierdistas no importaron los dichos. En cambio, causó revuelo la foto de la senadora Fernández bailando tango con un empresario muy vinculado al oficialismo, Santiago Soldati.

Para ella, ese y otros son gestos de una nueva oposición que está dispuesta a dialogar y a escuchar a todos los sectores, y a los empresarios entre ellos como factores de creación de empleo y desarrollo.

Sin embargo, la confianza que va conquistando la Alianza en el llamado "establishment" económico, parece irla perdiendo por izquierda.

Fernández tuvo ya un desencuentro con Marta Maffei, la dirigente de los maestros que lleva adelante una protesta por mayor presupuesto educativo desde hace más de seis meses. La polémica fue fruto de un mal entendido, pero revela que hay fallas en la comunicación.

La llamada "carpa docente", una tienda de campaña levantada frente al Congreso en la que los maestros ayunan por tandas en reclamo de mayor presupuesto, fue una de las claves del triunfo opositor, pero ahora, a medida que la Alianza se consolida, se abre una brecha con los que piden.

En Argentina, un ex diputado, Raúl Baglini, había desarrollado una teoría que desde entonces se la conoce en ambientes políticos como "el teorema de Baglini". La idea era que cuanto más cerca está la oposición de conquistar el poder, menores son las promesas, y viceversa".

De la Alianza, el electorado espera que mantenga la estabilidad pero con mayor empleo, una distribución más equitativa de la riqueza y políticas sociales efectivas. Que promueva una justicia independiente y que cumpla una gestión honesta, menos sacudida por las denuncias de corrupción.

En ese equilibrio, de conquistar a los empresarios y no decepcionar las expectativas se debate la Alianza, consciente de que en dos años se juega la posibilidad de ser gobierno en elecciones presidenciales. (FIN/IPS/mv/dg/ip-if/97)

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe