En la era de la globalización liberal, los obreros tendrán que librar las luchas sindicales y políticas contra las compañías transnacionales en el mismo terreno donde se desarrolla la mundialización, evaluó un documento preparado para un congreso de trabajadores.
"La globalización, como tal, es inevitable. Lo que no es inevitable es el modelo neoliberal de la globalización", opinó el estudio presentado esta semana al congreso de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación y Afines (UITA).
La estrategia contempla el desplazamiento de la lucha sindical y la lucha política del movimiento obrero más allá de las fronteras del Estado nación hasta alcanzar el nivel mundial.
En esas condiciones "será posible contraponer un modelo democrático socialista de globalización (en el sentido general del término) al modelo neoliberal", dedujo la iniciativa.
Las compañías transnacionales, punta de lanza de la integración global, aumentaron enormemente su poder en el curso de las dos últimas décadas, caracterizadas por una movilidad del capital prácticamente incontrolada, describió el estudio.
De ese cuadro surge una consecuencia política con grandes repercusiones sociales, que es la declinación lenta pero notoria del Estado nación, como actor económico y como medio de imponer cierto grado de control social sobre el capital.
El debilitamiento del Estado crea entre los ciudadanos una sensación de desprotección y de pesimismo frente a instituciones que no pueden ya brindarles lo que necesitan, evaluó.
La propuesta del documento significaría la construcción de un nuevo sistema internacional para regular el funcionamiento de las transnacionales sobre una base mundial y "reafirmaría los valores universales unificantes del consenso democrático".
La ejecución de esa estrategia demanda que, mediante la organización de "grandes masas de trabajadores" los sindicatos recuperen el poder perdido en las décadas recientes y restauren la credibilidad.
El documento preparado para el congreso de la UITA, que sesiona en Ginebra hasta el viernes, define a la credibilidad obrera como "la capacidad de molestar verdaderamente a los empleadores y a los gobiernos si no atienden lo que estamos tratando de decirles".
Los representantes de 344 sindicatos adheridos a la UITA en 112 países fueron advertidos de que no deben "temer el conflicto". "Debemos estar preparados y debemos darnos los medios para prevalecer en el conflicto", señala.
La iniciativa propone afianzar la voluntad política de los 2,6 millones de obreros miembros de la UITA para comprometer a las transnacionales y para desarrollar conflictos en una escala mayor.
El estudio observó las debilidades del movimiento sindical internacional "que en realidad es una red de vínculos sueltos y puentes entre organizaciones nacionales, acostumbradas a actuar en términos nacionales".
La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), la mayor central del mundo, refleja esos problemas, sostuvo el documento.
La dificultad principal de la CIOSL, de tendencia socialdemócrata, reside en que los representantes de centrales nacionales ante sus órganos rectores "son incapaces de comprender y, mucho menos, de reaccionar frente a los desafíos de la globalización".
Como alternativa institucional, el trabajo sugiere a las organizaciones internacionales de trabajadores por industria o por profesión, como la UITA, que en el lenguaje técnico reciben el nombre de Secretariados Profesionales Internacionales (SPI).
Los SPI representan en la actualidad la forma de organización sindical internacional con más probabilidad de montar un desafío eficaz frente al poder de las compañías transnacionales, proclamó el estudio.
La estrategia indicada por el trabajo contempla el perfeccionamiento de la organización de los sindicatos y la provisión de recursos suficientes. Una forma de desenvolverse en el terreno financiero, insinúa, es la constitución de fundaciones.
Pero los planes adolecen de la falta de un programa coherente para "construir una forma alternativa de globalización orientada a un orden mundial justo y democrático", admite el documento.
Entre las propuestas alternativas, el estudio recuerda las fracasadas iniciativas de inclusión de una cláusula social en los estatutos internacionales de comercio y de creación de gravámenes a los flujos internacionales de capital.
La propuesta de la cláusula social, auspiciada por la CIOSL, fue rechazada en la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de Singapur, en diciembre pasado.
El documento menciona algunas instituciones que trabajan en un programa para una sociedad alternativa, como la Fundación Friedrich Ebert, de Bonn, el Instituto Karl Renner, de Viena, el Instituto de Estudios Políticos, de Washington, y la Fundación Evatt, de Sydney.
El estudio constató que para alcanzar una capacidad política global que movilice a la opinión pública en todo el mundo como para ejercer presión seria y sostenida sobre los gobiernos, se requiere el establecimiento de alianzas con organizaciones políticas y otras instituciones de la sociedad civil. (FIN/IPS/pc/dg/lb-if/97