VENEZUELA: Conjurada crisis institucional en el Congreso

La designación de la directiva del Congreso de Venezuela este miércoles puso fin a tres días de crisis institucional en el país, que demostró la precariedad de las fuerzas en las que se apoya el gobierno de Rafael Caldera.

Cristóbal Fernández fue reelecto como presidente del Senado por segundo año, después que en una accidentada sesión perdió parte del respaldo su contrincante, José Angel Oropeza, con quien empató en tres votaciones realizadas el domingo y el martes.

La solución la facilitó el partido de Caldera, Convergencia, que retiró el apoyo a Oropeza, senador de su fracción, y lo traspasó a Fernández, para conjurar la crisis del Poder Legislativo "en aras del interés nacional".

El presidente ratificado logró 28 votos y Oropeza 22, en la culminación de un debate de más de cuatro horas, avivado por una trifulca dentro de la cámara entre algunos senadores y el violento enfrentamiento entre militantes de algunos partidos a las afueras del Congreso, con el saldo de varios heridos.

Fernández pertenece al Movimiento Al Socialismo (MAS), que es el mayor sostén del presidente, pero desde 1995 integra en el parlamento una llamada Triple Alianza con las dos fuerzas más frontales en su oposición al gobierno: el partido socialcristiano Copei y la izquierdista Causa Radical.

El controvertido senador de 43 años se comprometió tras la elección a restañar las heridas de estos días y a "legislar con eficacia y proseguir con una reforma que siente las bases de un Poder Legislativo moderno el próximo siglo".

El empate durante tres días fue posible porque la mayor fuerza parlamentaria, Acción Democrática (AD), postuló y respaldó hasta al final a Oropeza, en un intento de bloquear una alianza que por primera vez en los 49 años de democracia lo desplazó de la directiva de las dos cámaras.

AD no dudó en sacar de su ostracismo al ex presidente Jaime Lusinchi (1984-89), senador vitalicio, cuya votación fue decisiva para sostener el empate y cuya presencia fue contestada duramente por sus adversarios, que recordaron que sólo argucias legales lo han salvado de la cárcel por cargos de corrupción.

El episodio puso en evidencia la poco gobernable fragmentación del Poder Legislativo, dividido en cinco fuerzas y algunos parlamentarios desertores de alguno de esos partidos, que modifican en cada ocasión su respaldo.

A avivar la tensión de estos días se sumaron versiones desmentidas de alteración en los cuarteles y de una agudización en los problemas de salud que algunos achacan a Caldera, de 81 años, entre ellos una no confirmada enfermedad de Parkinson.

Caldera replicó el martes a esos rumores, indicando que está perfectamente. "Mi médico puede dar fe sobre mi estado de salud", dijo, algo que no es costumbre en Venezuela y que de hecho no se ha producido desde que asumió el poder, en febrero de 1994.

Entre algunos comentaristas se interpretó que la dura batalla por la presidencia del Congreso tenía como un ingrediente adicional el que quien ostenta ese cargo asume la jefatura del Estado, ante una falta temporal o absoluta del gobernante.

Caldera es el fundador de Copei, con quien gobernó entre 1969 y 1974 y del que se marginó en 1993, para retornar al poder al frente de una heterogénea alianza de pequeños grupos, el más importante el MAS, tercera fuerza en un sistema político signado hasta entonces por el bipartidismo Ad-Copei.

Entre el MAS y Convergencia reúnen menos del cuarto de las 204 bancas de diputados y 52 del Senado y en buena parte la gobernabilidad le ha sido facilitada a Caldera por un apoyo no formal de AD, a cambio de prebendas para esa organización.

El escenario se complica con la ratificación de la extraña Triple Alianza al frente de las dos cámaras, consumada este miércoles gracias a la decisión de Convergencia de abandonar su senador y permitir el voto de conciencia en su grupo.

Los dirigentes de AD no ahorraron calificativos negativos a Convergencia por este final, con descalificaciones que se centraron en la figura de Juan José Caldera, hijo del presidente y jefe de Convergencia.

El senador convergente dijo que "el interés de Venezuela está por encima de todo" y que no se podía mantener más tiempo una situación que estaba creando un clima de crispación política y representaba una crisis muy preocupante en el Poder Legislativo.

Pero los adversarios del ratificado presidente del Senado alertaron que impulsarán la investigación sobre supuestas irregularidades cometidas por Fernández en su primer año de gestión y que tratarán de sacarlo del cargo de esa forma.

Mientras, la bancada de Causa Radical que propició la trifulca dentro del Senado al desplegar una pancarta que rezaba "Vete Lusinchi, la corrupción no prescribe", anunció que intentará que el ex gobernante pierda su senaduría vitalicia.

Los radicales, que totalizan 46 miembros en las dos cámaras, están inmersos en un proceso de división, lo que suma otro elemento de fragilidad en la gobernabilidad interna del Poder Legislativo, complicando su ya muy lenta emanación de leyes . (FIN/IPS/eg/dg/ip/97

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe