Venezuela tuvo en enero la inflación más baja en 23 meses, de 2,6 por ciento, una tasa que muestra la resistencia de los precios a desacelerar su ritmo porque supuso un retroceso de sólo cuatro décimas respecto de diciembre.
El gobierno de Rafael Caldera aspira a contener la inflación en 25 por ciento en su cuarto y penúltimo año de gestión, después que en 1996 los precios crecieron a una tasa sin precedentes de 103,2 por ciento, la más alta de América Latina.
Los analistas dijeron que el comportamiento inflacionario de enero confirma que el índice de precios se moverá a una tasa de entre 40 y 50 por ciento, siempre que no se produzcan variables que induzcan a un ritmo mayor.
El gobierno introdujo en abril de 1996 un severo plan de ajuste, el segundo en siete años, que supuso un "salto inflacionario" de 12,6 por ciento en mayo, para ir descendiendo posteriormente pero de manera mucho más débil de lo esperado.
Los rectores de la economía han sacrificado incluso la paz social en el altar del control de la inflación y esperaban tener a estas alturas una tasa mensual de 1,5 por ciento.
Los ministros de Planificación, Teodoro Petkoff, y de Industria y Comercio, Fredy Rojas, coincidieron esta semana en que la meta del gobierno sigue siendo la misma, pese a que hay un represamiento salarial que no parece controlable por más tiempo, y se anuncian incrementos de servicios y combustibles.
El Banco Interamericano de Desarrollo indicó en la semana desde Washington que la pérdida del poder salarial en Venezuela fue de 20 por ciento en 1996, cuando la inflación de tres dígitos estuvo acompañada por una recesión por tercer año consecutivo.
Este año, gracias sobre todo a las multimillonarias inversiones petroleras previstas, se espera un repunte del producto interno bruto de entre cuatro y 5,5 por ciento. (FIN/IPS/eg/ag/if/97
