ZAIRE: Sin apoyo militar la ayuda humanitaria corre peligro

Funcionarios de la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO) expresaron hoy desaliento e irritación por la eventual decisión de Canadá de suspender el envío de una misión militar a Zaire, para proteger la asistencia de miles de refugiados.

El gobierno de Ottawa declaró que ya no resulta necesario despachar una fuerza internacional a la región africana de los Grandes Lagos para proteger las vidas y el abastecimiento humanitario de cientos de miles de fugitivos de la etnía hutu que regresan a Ruanda.

Canadá estaba listo para transportar 10.000 soldados a la zona de crisis con el fin de apoyar a las agencias de ayuda que tratan de aliviar los padecimientos de más de un millón de damnificados.

Si bien una parte de los desplazados ya retornó a sus lugares de orígen, lo cual movió a Ottawa a cambiar de actitud, aún resta una considerable cantidad cuya situación es incierta y riesgosa, según previno la ECHO.

Emma Bonino, la comisionada de la Unión Europea a cargo de la ayuda humanitaria, acusó a la comunidad internacional de indiferencia y "displicencia racista" a raíz del drama de los refugiados en el este de Zaire.

En las últimas semanas, Bonino apeló constantemente a una intervención militar internacional para garantizar el acceso de las organizaciones humanitarias a las víctimas, desarmar a los extremistas hutus de las milicias Interahamwe y el ex ejército de Ruanda, y facilitar la vuelta de los prófugos a su país.

Las Interahamwe y el antiguo ejercito ruandés fueron responsables del genocidio contra tutsis y hutus moderados en 1994 y, hasta mediados de octubre, impusieron un régimen de terror en los campos de refugiados en el este de Zaire.

"¡La fuerza de protección sigue siendo necesaria!", expresó Bonino ante el Parlamento Europeo. "La intervención fue justificada para socorrer a 1,2 millones de refugiados, y ahora todo se tergiversa porque las circunstancias "cambiaron".

"¿Cuántas vidas deberán ser directamente amenazadas para justificar el despliegue de tropas del "mundo civilizado? ¿Un millón, 500.000, 100.000? ¿Es el color de la piel que hace la diferencia?…", demandó.

En opinión de la comisionada, los 500.000 prófugos repatriados a Ruanda no cambiaron para nada la suerte de otros 700.000 abandonados en Kivu Sur, una región donde ningún tipo de asistencia ha podido llegar desde hace semanas.

Según noticias recibidas en la ECHO, los refugiados siguen atravesando la frontera ruandesa hacia Goma. Empujados por los combates en territorio de Zaire entre las fuerzas gubernamentales de Kinshasa y grupos rebeldes, vagaron por cuatro semanas en la selva de Kivu alimentándose con raíces y bebiendo agua de lluvia.

"Los más débiles, y fueron muchos, sucumbieron", apuntó Marina Catena, una experta en ayuda humanitaria que trabaja con la ECHO.

El 25 de noviembre último, durante la reunión de responsables militares de 23 países en Stuttgart, Alemania, se estimó qye alrededor de 575.000 refugiados reingresaron en Ruanda, pero restan todavía 250.000 que fueron localizados en Zaire y otros 300.000 cuya suerte se desconoce.

La ECHO prepara actualmente un aporte de 12,5 millones de dólares para financiar los primeros socorros a todas las poblaciones afectadas: refugiados, desplazados, repatriados, dispersos y grupos vulnerables, se informó oficialmente.

Sus principales socios sobre el terreno son el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que están interviniendo en favor de los damnificados en la región.

Uno de los problemas más acuciantes que enfrentan las agencias humanitarias, además de la ECHO, es el drama de miles de niños perdidos que, según Muriel Cornelis, jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Ruanda, debe tener "absoluta prioridad".

Cornelis, declaró el lunes en una entrevista publicada en Bruselas que hay más de 4.000 niños que han perdido el rastro de sus padres cuando trataban de escapar de los combates o durante su retorno a Ruanda.

Añadió que el puesto fronterizo Goma-Gisenyi, entre Ruanda y Zaire, es atravesado por 12.000 refugiados cada hora. "También estamos muy preocupados por la población zairense desplazada por causa de la lucha. Seguimos pidiendo acceso directo a Zaire por el aeropuerto de Bukavu bajo la protección de una fuerza internacional".

Las condiciones necesarias para implementar un plan de acción presentado por Emma Bonino al Consejo Europeo hace un mes, con el apoyo de seis expertos de la región de los Grandes Lagos, no se han podido concretar debido a la dificultad de acceso a las víctimas y su falta de protección, así como del personal humanitario.

La tragedia en la región de los Grandes Lagos se agravó a mediados de octubre, cuando más de un millón de refugiados en campos situados en el este de Zaire debieron internarse en el país para escapar de los combates en el sur y Kivu Norte, entre el ejército de Zaire y rebeldes banyamulengues de la etnía tutsi.

La mayoría de los campos fue atacada y saqueada, obligando a cientos de miles de refugiados y más de 100.000 zairenses de la región a escapar en medio del pánico y la confusión.

Emma Bonino advirtió que si la intervención militar se sigue demorando "tendrá mucho trabajo para sepultar los cadáveres y, quizás, ya no le quedará otra cosa que hacer…" (FIN/IPS/ego/dv).

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