DEPORTES: Una industria que da empleo y reproduce la desigualdad

El fútbol ofrece 200 millones de empleos directos e indirectos en el mundo y mueve 255.000 millones de dólares anuales, cifra cercana al producto interno bruto de un país como Argentina.

Es lo que asegura Joao Havelange, el brasileño que hace 22 años comanda la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa) y se enorgullece de haberla convertido en una potencia económica.

"Tenemos el mayor poder de publicidad en el mundo", afirmó en una reciente entrevista a la revista brasileña Veja, defendiendo el aspecto empresarial del deporte. "La pasión no puede dirigir un club, lo que importa es el resultado financiero de la competición", sostuvo.

Calculando que cada empleo aporta ingresos a cinco miembros de una familia, se puede estimar que viven del fútbol unas mil millones de personas, razonó Havelange.

Tales cifras quizás sean exageradas, pero podrían ser alcanzadas muy pronto, si se tiene en cuenta la rápida expansión de todos los deportes como negocio y fuente de ocupación, además de que éstos cumplen un papel preventivo para evitar males sociales como la criminalidad y la violencia.

Esa transformación explica la intensa disputa entre países y ciudades que pretenden ser escogidas como sede de las próximas copas mundiales de fútbol y las Olimpíadas.

Los ingresos por derechos de televización, turismo agregado antes, durante y después, además de otras fuentes, pueden representar para muchos países una revolución.

Es un fenómeno reciente y todo indica que tiene un largo camino por delante. Hace muy poco se reconoce al deporte como una profesión.

Cuatro décadas atrás, el actual director técnico del seleccionado brasileño, Mario Lobo Zagalo, ocultaba su condición de futbolista temiendo perder la novia, ante el rechazo de los padres a su profesión, no reconocida socialmente.

Hoy, un astro como Ronaldo Luiz Nazario de Lima, el brasileño de 20 años conocido como Ronaldiño, que brilla en el club Barcelona de España, tiene su pase estimado en 40 millones de dólares y ofertas de cuatro millones de dólares al año de salario para dejar su actual equipo, donde gana 1,9 millones.

Hace dos décadas, el mayor futbolista de la historia, Pelé, recibió apenas tres millones de dólares para jugar por tres años en el Kosmos de Estados Unidos. Fue para la época una cifra enorme. Y no tenía los millonarios contratos de publicidad de que disfrutan hoy deportistas menos famosos.

Otros deportes que hace poco eran puro entretenimiento, como el surf, rápidamente se hicieron también millonarios. Hoy se calcula que ya tiene 17 millones de practicantes en el mundo. Lo mismo está sucediendo con el atletismo de primera línea.

El fútbol, pese a las sumas millonarias que maneja, es aún "el primo pobre" entre algunos deportes, observó Mauricio Murad, coordinador del Núcleo de Sociología del Fútbol de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.

El boxeo, el tennis, el automovilismo, y el baloncesto y el beisbol en Estados Unidos, son los verdaderos deportes ricos, argumentó, señalando que Mike Tyson recibió unos 50 millones de dólares por tres o cuatro peleas.

Shaquille O'Neal, una de las estrellas jóvenes de la liga de baloncesto NBA de Estados Unidos, firmó recientemente un contrato de 120 millones de dólares por siete años. Una cifra sin duda inferior a la que percibe el mayor de los astros de esa misma liga, Michael Jordan.

Los deportes, tal como otros espectáculos y actividades de la llamada industria cultural, permiten una meteórica movilidad social. En general los futbolistas millonarios provienen de capas pobres.

Por un lado "es democrático, las oportunidades son iguales tanto para negros, pobres o ricos, lo que importa es el talento", señala Sergio Cabral, un experto en las actividades más populares de Brasil, el fútbol, el carnaval y la música popular.

Por otro, se intensifica la concentración del ingreso, "una minoría gana mucho y los demás casi nada", destacó Murad. El deporte "reproduce la desigualdad, no modifica la estructura social", reconoció.

En Brasil hay 576.400 futbolistas, según los datos de la Confederación Brasileña de Fútbol, revela Murad en su libro "De los pies a la cabeza – Elementos básicos de Sociología del Futbol", que será lanzado este mes.

Pero sólo 21.179, o sea 3,67 por ciento del total, tenían el mes pasado sus contratos oficialmente registrados por sus clubes en la Confederación. Y de ese exiguo porcentaje, 90,23 por ciento gana menos de cinco salarios mnimos (545 dólares) y apenas cuatro por ciento más de diez (1.090 dólares), consignó el sociólogo. (FIN/IPS/mo/jc/if-pr-cr/96

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe