CHECHENIA: Plan de paz orienta lucha por el poder en Moscú

Las posibilidades de paz en la separatista república rusa de Chechenia dependen del equilibrio del poder en el Kremlin y del aparentemente inevitable enfrentamiento entre las facciones chechenas enemigas.

La lucha en Moscú no se libra entre partidarios de la guerra y la paz, sino entre aspirantes a la sucesión del enfermo presidente Boris Yeltsin, que usan la cuestión de Chechenia como instrumento.

Una vez logrado el cese del fuego entre las tropas rusas y los separatistas, éstos se enfrentarán, en el futuro inmediato, con los chechenos que respaldaron la intervención militar de la Federación y se oponen a la independencia de la república caucásica.

Los hechos no parecen anunciar la paz, pese al esfuerzo del secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia, general Alexander Lebed.

La gestión de Lebed logró poner fin a los combates, aunque eso no significa que se alcanzara la paz, ni tampoco es prueba de un sincero interés en la paz.

El pacto de Lebed con los rebeldes chechenos dividió aguas en Moscú. Un primer grupo, conformado no sólo por quienes se proclaman demócratas, apoya el plan de Lebed. Esto es, el retiro de las tropas rusas de Chechenia y la determinación de un plazo de cinco años para decidir el futuro estatuto de la conflictiva república.

El segundo bando, en el que participan no sólo los llamados conservadores, rechaza toda fractura territorial de la Federación Rusa y pretende continuar la operación militar hasta la derrota de los rebeldes o hasta que los chechenos se subordinen a Moscú.

Pese a que la opinión pública comienza a alinearse junto a Lebed, Yeltsin y el primer ministro Viktor Chernomyrdin no han apoyado de modo categórico a ninguno de los dos bandos, y la composición política mixta de éstos sugiere que la ddiscusión se debe más a objetivos estratégicos que a principios.

El ministro de Defensa, Igor Rodionov, informó que el ejército federal tuvo 3.000 muertos en la guerra de Chechenia. Las bajas totales en 20 meses de combates fueron 5.000, con la suma de las pérdidas sufridas por las fuerzas del Ministerio del Interior y unidades especiales.

Esa cantidad representa 30 por ciento del total de soldados soviéticos muertos en los nueve años de guerra en Afganistán.

En cuanto a las víctimas civiles, fueron las más numerosas s del país desde la segunda guerra mundial. El cálculo oscila entre 30.000 y 100.000 civiles muertos, según la fuente de que se trate.

Pero la única baja que parece preocupar de momento a los políticos rusos es el número uno, Yeltsin, recluido en un hospital a la espera de la operación al corazón que se le practicará en diciembre.

La lucha por la sucesión ya está en marcha. Los contendientes intentan preparar el terreno para el caso en que Yletsin no pueda volver al poder, y heredar entonces la presidencia.

En efecto, la cuestión de Chechenia es utilizada para crear oportunidades políticas, como ha aprendido Lebed a hacerlo, luego de que Yeltsin lo utilizara a él en la campaña electoral.

La gestión cumplida por Lebed en Chechenia no será evaluado en función de las soluciones de largo plazo para el conflicto, sino por sus efectos políticos. Es decir, la iniciativa de paz del secretario del consejo de seguridad nacional es un tiro por elevación contra la vieja burocracia del Kremlin.

El punto de partida de esa campaña política no podía ser Grozny, la capital chechena, sino Moscú, y así lo entendió Lebed, quien el domingo comenzó su marcha hacia el nuevo frente de batalla con una visita a la fábrica de armas de Tula, 160 kilómetros al sur de la capital.

Lebed puso allí sus cartas sobre la mesa, al apoyar la candidatura al parlamento de Alexander Korzhakov, ex jefe de gabinete de Yeltsin.

Yeltsin despidió a Korzhakov dos días después de su reelección, reemplazándolo por Anatoly Chubais, enemigo de éste.

La alianza de Lebed con Korzhakov, que también encabezó el servicio de seguridad de la Presidencia, podría dar lugar a una potente fuerza, con influencia entre los militares.

Mientras, el general Konstantin Pulikovsky, que amenazó arrasar Grozny desde el aire, tras ser humillado en tierra, permanece como actor del juego, por sólo marginalmente. Pulikovsky y otros militares pagarán seguramente los "erorres" del pasado.

Pese a que los chivos expiatorios serán escogidos entre sus filas, el partido de la guerra no desaparecerá. De momento, sus líderes permanecen en las sombras, pero pueden contraatacar.

Si desea sortear esa contraofensiva política, Lebed está obligado a enfrentar todo exceso que pudieran cometer los chechenos, ya se trate del jefe de estado mayor rebeldes, Aslan Maskhadov, o del líder de la administración pro-rusa de Chechenia, Doku Zavgaev.

Los separatistas parecen satisfechos con Lebed. En efecto, han ganado una importante batalla, al lograr un plan de paz que supone la retirada de las tropas de intervención y la discusión de su demanda de independencia.

En tanto, los acontecimientos otorgan súbita relevancia a Zavgaev y sus partidarios. Zavgaev no ha renunciado aún a su lucha por ganar poder a cualquier costo en Grozny.

Algunas informaciones sugieren incluso que está incluso dispuesto a formar su propia milicia e ir a la guerra civil. Desplazado por efecto de la iniciativa de Lebed, Zavgaev tiene pocos lugares donde trasladarse.

Permanecer en Chechenia lo obligaría a luchar, ya que es considerado un traidor por la mayoría de los chechenos.

El reconocimiento por Moscú de Zelimkhan Yandarbiev, sucesor del fallecido presidente checheno Djokhar Dudyaev, y de su jefe militar Maskhadov no sólo amenazan destruir la carrera política de Zavgaev y sus seguidores, sino que también su integridad física está en riesgo.

Zavgaev y su grupo, convertidos ahora en oposición interna, pueden encontrar influyentes aliados en Moscú, entre funcionarios que desean el fracaso de un plan de paz que no les aporta poder ni gloria y favorece a nuevas figuras políticas, como Lebed. – – – – (*) Alan Kasaev es director del área de relaciones étnicas del diario Nezavisimaya Gazeta, de Moscú. La nota precedente fue suministrada a IPS por medio del Instituto de Información sobre Guerra y Paz, responsable de la publicación WarReport. (FIN/IPS/tra-en/WR/rj/ff/ip/96

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