/AMBIENTE/PACIFICO: ONG estudiarán efectos de pruebas nucleares francesas

Organizaciones no gubernamentales, religiosos y científicos iniciaron una investigación sobre el efecto de las pruebas nucleares de Francia en el Pacífico sur, pues temen que hayan dejado secuelas a largo plazo en la población de Polinesia.

"La versión oficial afirma que los polinesios no están en peligro y que las pruebas se desarrollaban de forma muy limpia. Esta investigación fue concebida para saber la verdad, para que los polinesios confíen en ella", dijo Bruno Barrillot, del Centro de Documentación e Investigación sobre Paz y Conflicto.

Este grupo participa en el estudio junto con la Iglesia Evangélica de la Polinesia Francesa, la organización Hiti Tau, de Papeete, el Consejo Ecuménico de Iglesias, el Centro de Información de Asuntos del Pacífico y la Universidad de Wageningen.

El estudio comenzó a mediados de junio y se prevé que los primeros resultados se conocerán a fin de año. Barrillot informó que se entrevistará a un millar de polinesios que hayan trabajado alguna vez en los lugares en que se desarrollaron las pruebas, donde vive 10 por ciento de la población del archipiélago.

Entre los encuestados se contarán los 500 habitantes de las islas de Mangareva y los 60 de Mangareva, a 400 y 100 kilómetros de distancia, respectivamente, de los atolones de Mururoa y Fangataufa, dominios franceses donde explotaron 200 bombas experimentales entre 1966 y 1996.

En esos 30 años, los numerosos pedidos de investigaciones científicas sobre las posibles consecuencias de las pruebas nucleares en la salud de los polinesios fueron desatendidos, según el Consejo Ecuménico de Iglesias.

Tres breves misiones científicas que concurrieron a Polinesia observaron carencias de información y reclamaron investigaciones complementarias.

"A pesar de la falta de investigaciones públicas sobre los efectos de las pruebas nucleares, el gobierno de Francia aseguró a los residentes de la región y a la opinión pública mundial que estos experimentos no perjudicarán la salud de la población ni el ambiente del archipiélago", dijo el Consejo.

La organización se sintió obligada a responder a la creciente ansiedad de los polinesios, que se sentían sin garantías acerca de la certeza de las declaraciones públicas del gobierno de Francia.

"La gente comienza a percibir en su salud signos de las pruebas atmosféricas (no subterráneas) realizadas entre 1966 y 1974, como cáncer, leucemia y deformaciones congénitas. También se registró un incremento en los abortos espontáneos", dijo Barrillot.

"No podemos asegurar que estas enfermedades y accidentes sean necesariamente resultado de las pruebas nucleares, pero estamos comenzando a observarlos. También se registró un aumento importante en los volúmenes de lluvia radiactiva", agregó.

En su libro "Pruebas nucleares francesas 1960-1996: Consecuencias en el ambiente y la salud", Barrillot dijo que Polinesia tiene uno de los más altos niveles de incidencia de cáncer en la región.

Presionada por otros países del Pacífico sur, Francia abrió en 1980 un registro de cáncer en Polinesia, pero Barrillot advirtió la ausencia de cifras creíbles anteriores a 1988.

"No sabemos en qué cifras se basan las autoridades francesas para afirmar desde 1966 que las pruebas no tienen consecuencias en la incidencia de cáncer en Polinesia", manifestó.

Las estadísticas difundidas por, según Barrillot, no incluyeron datos sobre los funcionarios militares que trabajaron en los lugares donde se desarrollaron las explosiones nucleares o de los civiles polinesios empleados por el Centro de Pruebas del Pacífico para supervisar esos experimentos.

La salud de estos civiles estaba a cargo de los servicios de salud del ejército de Francia.

"La ausencia de información sobre las muertes debidas a cáncer no se debe a una intención deliberada por parte del gobierno de Francia, sino de la estricta observancia de la confidencialidad médica", declaró el directorio del gubernamental Centro de Experimentos Nucleares de Francia.

Basado en su investigación y en los testimonios recogidos, Barrillot concluyó que las condiciones de trabajo de los polinesios y la actividad que se les asignaba los dejaban más expuestos a la contaminación radiactiva que los militares franceses.

Francia puso punto final a sus pruebas nucleares en el Pacífico sur en febrero, por lo cual los polinesios hablan más abiertamente de estos asuntos, dijo Barrillot.

"En 1990, la gente quería hablar pero no podía. Se estaban desarrollando pruebas y la atención sanitaria estaba a cargo de un médico militar. Muchos tenían miedo de perder el acceso al servicio médico si hablaban", explicó. (FIN/IPS/tra- en/ao/rj/mj/en he/96)

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