FRANCIA-GRAN BRETAÑA: Sepultan rivalidades en el campo de batalla

Estados Unidos quiere que Francia y Gran Bretaña, las potencias militares de Europa, se preparen para unir sus fuerzas en respuesta a emergencias como la invasión a Kuwait o la crisis en Bosnia-Herzegovina, pues Rusia ya no constituye una amenaza directa.

Hasta hace poco, una alianza franco-británica parecía imposible. Algunos militares franceses aún se rehúsan a perdonar a la Armada Real Británica el bombardeo de su flota en Africa del Norte durante la segunda guerra mundial para evitar que cayera en manos de la Alemania nazi.

El líder francés Charles de Gaulle, enfurecido por la oposición del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy a sus planes de abatir la fuerza nuclear británica, tomó la gran influencia militar de Londres sobre el mecenazgo de Washington como una ofensa personal.

El rencor llevó a De Gaulle al retiro de Francia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1966. El sentimiento contrario a los Estados Unidos que el presidente ostentaba fue un legado que dejó a sus sucesores.

François Mitterrand intentó, por ejemplo, construir una alternativa a la OTAN cuando Europa reivindicó el fin de su dependencia del "arsenal de la democracia" (la fuerza militar de Washington) después de la debacle de la Unión Soviética.

Irónicamente, el hombre destinado por la historia para cambiar esta posición tradicional es el actual presidente de Francia, el neogaullista Jacques Chirac. Igual de irónico resulta que el modelo para las reformas sea Gran Bretaña, y que la máquina de los cambios sea la propia OTAN.

Francia quiere cambiar la modalidad de reclutamiento compulsivo de su ejército, grande y pesado, y tender hacia uno de tipo profesional, como el de Gran Bretaña.

A pesar de que el ejército francés duplica en tamaño al británico, la fuerza que envió París a la guerra del Golfo en 1991 fue la mitad de la remitida por Londres.

A la luz de la experiencia de esa guerra, Francia quiere que la industria de defensa de Europa trabaje unida en sistemas de armas comunes, pues en Iraq se sintió aislada debido a la incompatibilidad técnica de su arsenal con el de la coalición dominada por los países de la OTAN.

Mientras tanto, la hostilidad de Francia hacia la alianza se aflojó por la iniciativa estadounidense de crear una fuerza de tareas combinada, lo cual permitiría a los integrantes de la OTAN el uso de los recursos comunes en operaciones que no necesariamente involucren a todos sus socios.

Esto abre la posibilidad de que la OTAN efectúe misiones que no cuenten con la participación de tropas de Estados Unidos, pues se llevarían a cabo bajo la autoridad de la Unión Europea Occidental, la entidad de defensa de Europa, a la que se apela poco y que sufre escasez de equipamiento.

Esta posibilidad cuenta con tantos adeptos en Washington como en París.

"La población y el Congreso de Estados Unidos aceptarán cada vez de menor grado que los europeos, tan poderosos y activos en la economía, reclamen ayuda al Tío Sam para protegerse de sus debilidades, el oportunismo y la desunión", escribió el analista alemán Michael Sturmer en el British Financial Times.

Todos estos movimientos son parte de lo que se ha convertido, de hecho, en una revisación continua de las prioridades de defensa de Europa en una era en que las amenazas militares convencionales disminuyen, mientras los costos de mantenimiento de fuerzas armadas convencionales aumentan.

Gran Bretaña anunció este miércoles que podría cerrar su última base de bombarderos Tornado en Alemania en el 2002. La presencia militar británica en ese país disminuirá desde su pico de 71.000 soldados en 1986 a apenas 20.000 a fines de siglo.

Estados Unidos, por su parte, prevé una reducción de sus tropas de 300.000 efectivos a menos de 100.000 en el mismo período.

Pero Gran Bretaña no tiene planes de retirar totalmente sus tropas de infantería de las bases en Alemania, donde constituyen el núcleo de la Fuerza de Acción Rápida de la OTAN que condujo las operaciones en Bosnia-Herzegovina.

Esta fuerza actuó en buenos términos con los militares franceses, y es considerada actualmente un modelo para Occidente en un nuevo orden mundial.

Michael Codner, del Instituto de Servicios Reales Unidos en Londres, dijo que los cambios suceden al fin del despliegue estratégico propio de la guerra fría.

"La guerra fría terminó para Gran Bretaña cuando el Ministerio de Defensa declaró en 1993 que las fuerzas de infantería británicas en Alemania no eran 'guarniciones' sino 'contingentes"', explicó Codner.

Como guarniciones, las tropas estaban allí para defender a Alemania y al resto de Europa occidental de la amenaza procedente de Oriente.

Como contingente, en cambio, enfrentan otras amenazas y requieren flexibilidad que les permita, con igual facilidad, pelear en un conflicto convencional como la guerra del Golfo u operar como policías o en misiones de mantenimiento de la paz.

"Después de la guerra fría, el problema ha sido identificar de dónde proceden las amenazas", dijo Claire Spencer, del Centro de Estudios de Defensa en Londres.

Los viejos pilares de la política militar europea durante la guerra fría (defensa adelantada en el cntinente, custodia de las rutas transatlánticas entre este continente y América del Norte y disuasión por medio de armas nucleares) se están resquebrajando.

También caen los presupuestos de defensa de los países de la Unión Europea. Francia, por ejemplo, afronta una reforma muy cara mientras mantiene los gastos del sector congelados en 36.300 millones de dólares al año.

Tanto Gran Bretaña y Francia prevén el cumplimiento de ese objetivo, mientras mantienen el nivel de empleo, mediante la consolidación de la industria de defensa.

Los detalles de la nueva cooperación entre ambos países no se conocerán hasta que se firme un acuerdo formal entre los dos ministros de Defensa, probablemente en junio, cuando los cancilleres de la OTAN se reúnan en Berlín para aprobar los planes de las nuevas fuerzas de tareas combinadas.

Las fuerzas aéreas de Francia y Gran Bretaña ya cooperan intensamente, con profusión de intercambio de datos sobre desarrollo de armas nucleares, y también las infanterías operaron en conjunto con buenos resultados en Bosnia-Herzegovina durante los últimos tres años.

"Los dos países se dieron cuenta, y no sólo por el tipo de relación que se produjo en Bosnia-Herzegovina, que el tipo de acciones que pueden efectuar por separado son limitadas", dijo Spencer.

Pero aún falta un largo camino por recorrer para que Francia se reafilie a la OTAN, aunque sus representantes comenzaron a concurrir en diciembre a las reuniones de ministros de Defensa de la alianza y se sumaron a su Comité Militar, un organismo clave.

En la cumbre de la OTAN en enero de 1994, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, aceptó la legitimidad de una defensa europea con identidad propia.

Desde entonces, la variación ha sido aun mayor. Ahora existe una nueva voluntad de adaptar e incorporar estructuras de la alianza a una entidad europea, más que un intento de reemplazarlas por ella.

Pero la prueba de la alianza franco-británica se producirá cuando ésta opere en una guerra, codo con codo, sin que Washington participe, lo cual podría suceder cuando las tropas estadounidenses se retiren de Bosnia-Herzegovina.

"Los pocos meses que faltan para el retiro de Estados Unidos no serán suficientes para establecer una estructura, pues los bandos en pugna en Bosnia podrían ver en ello una oportunidad única" para reimplantar los campos de exterminio, según Sturmer.

"Ese será el momento de la verdad para determinar el papel de Europa en la contención del Nuevo Desorden Mundial", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/jmr/mom/rj/mj/ip/96)

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