AMERICA LATINA: La construcción urbana tiene rostro de mujer

El crecimiento urbano en América Latina, allí donde los pobres construyen sus viviendas, ha sido en primer lugar obra de mujeres, recoge el libro de testimonios "Hacedores de Ciudad", que acaba de aparecer en Venezuela.

"Con maderas y chapas de cartón prensado había que armar la casita clandestinamente, de noche, para evitar a la policía. Una noche, la policía allanó la vivienda y se llevó a mi esposo, a mi cuñado y algunos vecinos, por usurpar terrenos ajenos", comienza su relato Alcira Cárdenas.

Boliviana de 53 años, de los cuales 45 en Argentina, casada y con seis hijos, Cárdenas luchó por la tierra desde 1957 en el barrio Piolín o General San Martín de Buenos Aires, en distintas comisiones de "villeros" (pobladores de barrios pobres), incluida la de autoconstrucción de los servicios comunales.

El suyo es uno de los 33 testimonios, recogidos en 11 ciudades de América Latina por Teolinda Bolívar, docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, que auspició la edición de "Hacedores de Ciudad".

El libro se proyectó como compilación de modos y esfuerzos para la construcción de "la ciudad informal, es decir, la que está al margen de las prácticas óptimas según los planificadores oficiales", indicó Bolívar a IPS.

"En paralelo, comprobamos que son mujeres las principales hacedoras de ciudad y quienes testifican como voces de los que nunca hablan. Quizá porque son las mujeres las que mayormente quedan en sus casas, en todo el Tercer Mundo", dijo la arquitecta.

"Hacedores de ciudad" se enviará a la segunda Conferencia Mundial sobre el Habitat, a efectuarse en junio en Estambul, "buscando ayudar, con las fórmulas que la gente encontró para resolver sus problemas urbanos, al diseño de ciudades más humanas y dignas", señaló Bolívar.

La cumbre de Estambul estará dedicada a los problemas de hábitat en las ciudades, porque la proyección es que en sólo 30 años más, dos terceras partes de la población mundial será urbana y sumará 8.000 millones de personas.

En América Latina, el problema esbozado por Cárdenas "refleja que no hay oferta de tierras suficientes para las viviendas de los pobres", dijo Bolívar, "y de allí parten las fórmulas que ellos buscan para resolver ese problema y narran en el libro".

En Quito, Bertha y Yolanda Gordillo se abrieron paso en el viejo barrio La Ronda, con la esperanza de trocarlo en parador turístico, mientras que Graciela González multiplica con "barbacoas" (entrepisos) su reducido apartamento en La Habana.

Junto a las soluciones individuales o familiares aparecen las colectivas, primero bajo forma de compras de terrenos y mejoras progresivas, como muestran los narradores de conjunto de las "Juntas de accion comunal" de los barrios Nueva Argentina y Tanque y Laguna, de Bogotá.

A su lado, la lucha abierta, como en el barrio Lomas Bajas en el extremo sureste de Caracas, cuyos habitantes pasaron en los años 60 de campesinos a citadinos, y su organización en una Liga Agraria dio paso a una asociación de vecinos.

Se trató allí de defender tierras ocupadas, pero a lo largo de América Latina la urbanización informal avanza mediante nuevas ocupaciones, incesantes invasiones de terrenos.

En Ciudad de México, los narradores se despojan de apellidos – Yola, Luis Carlos, Lupe y Manuela- para contar que "la gente se organiza en la Asamblea de Barrios, primero para conseguir vivienda y después para defender el salario, los hijos en la escuela y el derecho de voto".

"A pesar de que ya tengo mi vivienda, pienso que la lucha no se ha terminado, porque tardará muchos años para que todas las familias tengamos una vivienda digna. Sería muy cómodo irme a casa y sentarme ver televisión, pero prefiero salir a las marchas", dice Lupe.

En Managua, Inés Rugama y un grupo de familias ocuparon los terrenos del barrio Pablo Ubeda en 1978 "bajo hostigamiento de la Guardia Nacional". "Sufrimos frío, hambre, sol y viento", hasta que "comités de defensa" gestionaron servicios comunales con los que ahora cuentan, dicen.

Su compatriota Virginia Villalobos integró desde 1986 "comités pro-terrenos", en 1990 coordinó 50 grupos que ocuparon el barrio Francisco Salazar, ya con 850 familias, provistas con agua y luz pero aún sin legalizar su ocupación.

Bolívar sostuvo que "un problema común en América Latina, constante en estos testimonios, es que los Estados no han impulsado urbanizaciones de desarrollo progresivo, porque les parecen feas con su inicio como rancherías, y quieren siempre construir viviendas definitivas".

La consecuencia sería que "los recursos siempre son insuficientes para tales desarrollos, se excluye de las soluciones a millones de personas, y éstos construyen barriadas con muchos problemas y de rehabilitación muy costosa".

En el fondo, dice la investigadora, "hay un problema ideológico, de nostalgia por las ciudades pequeñas, tenidas como arquetipos y eso lleva a que no se enfrenten los problemas".

Como ejemplo colocó a Venezuela, de 21 millones de habitantes, "con 86 por ciento de población urbana, 41 por ciento habitando en ranchos (viviendas precarias), y la mitad de los caraqueños en barriadas pobres, a veces formando conurbaciones de hasta 800 hectáreas".

"Debemos realzar que nuestros problemas son los de grandes ciudades. Sincerémonos. Este es un mundo urbano habitado por una población de muy escasos ingresos", concluyó. (FIN/IPS/hm/dg/pr/96)

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