El aumento de la producción es tan vertiginoso que las instalaciones de la empresa YPF en el yacimiento de Loma Campana son por ahora contenedores interconectados. Argentina apuesta a sus recursos no convencionales de petróleo y gas y la carrera para lograr autoabastecerse y exportar combustibles no espera por las comodidades de una oficina.
“Este campamento donde estamos son las oficinas provisorias. Les pido disculpas. Pero es lo que pudimos armar rápidamente cuando comenzamos las operaciones», se justificó Pablo Bizzotto, gerente regional de No Convencional de la petrolera estatal YPF, durante una visita de un grupo de corresponsales extranjeros al yacimiento, en la sudoccidental provincia de Neuquén.
Desde el año pasado, Loma Campana, a unos 100 kilómetros de la ciudad de Neuquén, es la base operativa de la petrolera estatal argentina, donde en la formación geológica de Vaca Muerta, en la Cuenca Neuquina, se perforan mensualmente de 15 a 20 pozos.
Actualmente hay más de 300 pozos que producen gas y petróleo no convencionales en este y otros campos petroleros de esta parte de la Patagonia argentina. De ellos, 250 pozos son operados por YPF y el resto por petroleras internacionales en esta parte de la Patagonia argentina.
Las oficinas definitivas, con una sala de control y operación a distancia, estarán listas para mediados del 2015. Pero el rendimiento de los pozos sigue otro ritmo.
Desde enero del 2013 hasta mediados del 2014, la producción diaria pasó de 3.000 a 12.000 barriles de petróleo, y en septiembre saltó a 21.000.
“El único desarrollo masivo y comercial fuera de Estados Unidos es Loma Campana. Los demás son ensayos”, explicó Bizzotto para ilustrar la magnitud del emprendimiento en Vaca Muerta, que contiene reservas de petróleo y gas de esquisto, localizadas hasta 3.000 metros de profundidad.
A diferencia de los yacimientos convencionales, donde los hidrocarburos se extraen del depósito donde quedaron “entrampados” durante millones de años, en el esquisto se arrancan en la roca “madre” que los generó.
Según YPF, que tiene asignados 12.000 kilómetros cuadrados de los 30.000 de Vaca Muerta, su potencial recuperable es de 802 billones de pies cúbicos de gas y de 27.000 millones de barriles de petróleo.
Con ese potencial, el país pasó a poseer 30 veces más recursos de gas no convencional y nueve veces más de petróleo no convencional que los tradicionales. En reservas recuperables de esquisto, Argentina tiene las segundas del mundo de gas, detrás de China, la cuarta de petróleo, después de Rusia, Estados Unidos y China, según datos de YPF.
Recursos en cantidad y calidad, explicó Bizzotto, medidos por variables de materia orgánica, espesor y presión del reservorio, que los equiparan en rendimiento a los mejores pozos de Eagle Ford, en el estado estadounidense de Texas.
Para Rubén Etcheverry, expresidente de la empresa pública Gas y Petróleo del Neuquén, se abre “una nueva posibilidad de desarrollo y de autoabastecimiento de aquí a cinco o 10 años”. Un dato alentador para un país como Argentina, cuyas reservas y producción habían declinado, hasta el punto de necesitar importar combustible por más de 15.000 millones de dólares.
“La posibilidad de convertir esos recursos en reservas, significaría para Argentina tener gas y petróleo por más de 100 años, enfatizó a IPS el especialista, que también fue secretario de Energía de Neuquén.
El desafío es que los recursos se conviertan en reservas.
Entre el 2013 y 2014, YPF invirtió en Vaca Muerta unos 2.000 millones de dólares.
Pero por sus recursos, y por las dificultades de financiamiento externo del país, “harían falta nuevos actores” para enfrentar un volumen de inversiones que Etcheverry estimó en unos 100.000 millones de dólares, durante los próximos cinco o seis años.
Actualmente YPF – reestatizada en 2012, cuando fue expropiada a la española Repsol, que la controlaba desde 1999- busca socios extranjeros, una estrategia que sectores políticos y sociales consideran un retroceso de soberanía.
En Loma Campana, YPF opera una porción con la transnacional estadounidense Chevron y desarrolla otro yacimiento de gas de esquisto con la también estadounidense Dow Chemical.
Además, están incursionando compañías como Petronas (Malasia), Total (Francia), ExxonMobil (Estados Unidos), Shell (Gran Bretaña-Holanda) y Wintershall (Alemana), mientras existen negociaciones con empresas de otros países, entre ellos de China y Rusia.
Según el diputado provincial Raúl Dobrusín, de la opositora Unión Popular de Neuquén, las petroleras estarían a la espera de la aprobación en el Senado de una polémica nueva Ley de Hidrocarburos.
Esa norma les otorgaría concesiones por 35 años, les reduciría los aranceles para sus importaciones y les autorizaría a remitir 20 por ciento de utilidades al exterior, o de no hacerlo se les pagarían localmente a valores internacionales y sin retenciones, según sintetizó.[related_articles]
El desarrollo de los hidrocarburos no convencionales dependerá también de cuestionamientos ambientales.
Por la baja permeabilidad de la roca generadora, es necesario apelar a la tecnología de la fractura hidráulica, también conocida por el término inglés de fracking, que YPF prefiere calificar de “estimulación hidráulica”.
Los ambientalistas sostienen que puede contaminar los acuíferos y emitir más gases nocivos, que en la explotación de hidrocarburos convencionales.
“La contaminación es indudable. Se abandonan pozos, no se los remedia. Acá en Plottier el agua tiene metales pesados, no es potable en la mayoría de los lugares, y lo atribuimos a explotaciones convencionales que han contaminado las napas”, explicó a IPS el comerciante Darío Torchio, en la localidad de 32.000 habitantes, a 15 kilómetros de Neuquén.
“El petróleo es una pesadísima herencia para nuestros descendientes que arruina todo, mientras la riqueza se la llevan las compañías”, subrayó Torchio, integrante de la Asamblea Permanente del Comahue por el Agua.
Silvia Leanza, de la ambientalista Fundación Ecosur, opina que Argentina está apostando a un modelo de desarrollo basado en el “neoextractivismo”.
Son planes, aseguró a IPS, “diseñados en los países centrales” en el marco de un “paquete de desarrollo económico y de globalización neoliberal, en la cual nosotros estamos insertos como proveedores de materias primas”.
“Se está apostando a la explotación de un recurso no renovable, como son los combustibles fósiles, lo que también tiene un impacto económico, porque ese dinero podría destinarse a otros tipos de energía limpia que también podrían desarrollarse en la Patagonia”, reafirmó a IPS la activista Carolina García, de la plataforma Multisectorial contra el Fracking.
Hay una “señal de alarma”, rebatió Etcheverry. “El plazo es muy corto. Teníamos reservas para los próximos ocho o 10 años”, aseguró.
El gobierno de Cristina Fernández, no tiene dudas sobre ese modelo de desarrollo.
“Cuando la producción de Vaca Muerta, en gas y petróleo no convencional, alcance a 1.000 pozos explotados, el producto bruto geográfico tenderá a crecer entre 75 y 100 por ciento en la provincia de Neuquén. Eso impactará entre tres y cuatro por ciento en el producto interno bruto del país”, argumentó el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
Editado por Estrella Gutiérrez