Los bondas montañeses pertenecen a uno de los pueblos más antiguos de India, cuyas costumbres permanecen casi intactas desde hace unos 1.000 años. Estos indígenas residen en 31 aldeas dispersas por el distrito de Malkangiri, en el oriental estado de Odisha, a una altitud de entre 1.500 y 4.000 metros sobre el nivel del mar.
La comunidad de unas 7.000 personas, que se resiste a tener contacto con el mundo exterior y totalmente escéptica respecto del desarrollo, atraviesa dificultades para mantener su estilo de vida y a mantener a las generaciones más jóvenes, cada vez más frustradas con la pobreza y la violencia interna. Alrededor de 90 por ciento de los bondas viven con menos de un dólar al día.
La población creció entre 2001 y 2010 solo 7,65 por ciento, según dos estudios realizados por el Instituto de Capacitación e Investigación de Castas y Tribus Desfavorecidas, en la órbita del gobierno de Odisha (SCSTRTI, en inglés).[pullquote]3[/pullquote]
Primero derechos de propiedad, luego educación
En una choza de barro sin ventanas en Bonda Ghati, una región montañosa escarpada en el sudoeste de Odisha, Saniya Kirsani habla fuerte y con tono embriagado sobre sus planes para el terreno cuyo título de propiedad posee desde hace poco.
Este hombre de 50 años sueña con plantar mangos en su aldea natal de Tulagurum para producir el licor de esa fruta que lo mantiene intoxicado. En cambio, su esposa Hadi Kirsani tiene planes más realistas. Para ella lo más importante es que con el título de propiedad podrá mandar otra vez a la escuela a su hijo Buda Kirsani, de 14 años.
Buda tuvo que dejar de estudiar en 2013 debido a que la escuela secundaria más cercana era inaccesible para su familia. Además de que hubiera tenido que caminar 12 kilómetros todos los días en la escarpada montaña, necesitaba un título de propiedad para certificar su situación.
La familia Kirsani quedó fuera de las reformas de 2010, realizadas en el marco de la Ley de Derechos Forestales, mediante la cual se otorgaron 1.248 títulos de propiedad a familias bondas. La iniciativa no cubrió a otras 532 familias.
Finalmente, en octubre de 2013 y con ayuda de la organización Landesa, la familia de Buda logró obtener el ansiado documento del gobierno estadual.
Mientras guarda con cuidado las dos mudas de ropa de Buda en un bolso, Hadi apenas puede contener las lágrimas cuando cuenta a IPS que su hijo es uno de los 31 muchachos de los 44 hogares de la aldea, que por primera vez podrán cursar sus estudios secundarios.
Apenas 12 por ciento de los hombres y seis por ciento de las mujeres bondas montañeses saben leer y escribir, según un estudio de SCSTRTI de 2010, muy por debajo del promedio nacional de India, 74 por ciento y 65 por ciento respectivamente.
Este pueblo de cazadores y recolectores habla el remo, un dialecto que no tiene escritura.
Varias generaciones vivieron gracias a los productos que ofrecía la selva y a lo que obtenían mediante trueque de mijo, brotes de bambú, hongos, ñame, frutas, bayas y espinaca silvestre en el mercado local.[pullquote]1[/pullquote]
Pero el avance de la deforestación degradó sus tierras y los cursos de agua que usaban para irrigar. Además, la irregularidad de las lluvias en la última década perjudicaron sus cosechas, lo que sumado a la prohibición de recurrir al cultivo de rozas acabaron con el sustento que practicaron con éxito desde hace cientos de años.
Complicada integración
Desde 1976, cuando se creó la Agencia para el Desarrollo de los Bondas, hay iniciativas para integrarlos a la sociedad.
“El título de propiedad les permite mantenerse y les da más posibilidades, dado que su economía se concentra en su terreno y en la selva”, señaló la Comisión Nacional para las Tribus Desfavorecidas, con una función de asesora en políticas indígenas.
“Cuando se complete, el ‘programa 5.000 albergues‘ ofrecerá a medio millón de niños y niñas educación y una forma de integración”, dijo a IPS el ministro de Desarrollo Tribal, Lal Bihari Himirika.
Los 9,6 millones de indígenas que viven en Odisha representan un cuarto de la población total del estado. Entre todas las tribus, como se denominan en India a los pueblos originarios, los bondas montañeses preocupan especialmente al gobierno, que los considera un Grupo Tribal Particularmente Vulnerable por su alta tasa de analfabetismo, el descenso de población y sus prácticas preagrícolas.
La costumbre indica que una mujer bonda se case con un varón de entre siete y 10 años menor. Por lo general una joven de 22 años se casa con uno de 15. Crédito: Manipadma Jena/IPS
El activista Dambaru Sisa, de 34 años, fue el primer bonda montañés en ocupar un escaño en la legislatura estadual. Huérfano de niño y educado en una escuela cristiana misionera de Malkangiri, logró realizar dos maestrías, una en matemática y otra en derecho.
“Nuestra identidad cultural, en especial el dialecto remo, debe preservarse”, dijo a IPS. Al mismo tiempo, “con una mayor conciencia se podrán erradicar las costumbres y las supersticiones que perjudican a nuestra gente”, apuntó.
Como ejemplo, mencionó el matrimonio de mujeres con varones hasta 10 años más jóvenes. Como ellas suelen ocuparse de las tareas domésticas y ellos se dedican a la caza y la recolección, reciben habitualmente entrenamiento con armas y en el uso del arco.[related_articles]
Esto, sumado al temperamento irascible de los hombres, el gran consumo de alcohol y la ferocidad con que protegen a sus esposas, hace que muchas veces los enfrentamientos terminen mal.
Pero a pesar de la urgente necesidad de integración, esta no será suficiente, según especialistas.
“Que los niños y niñas bondas vayan a la escuela secundaria solo es media batalla ganada”, advirtió Sisa. “La lista de estudiantes matriculados es larga, pero en realidad muchos no están en los albergues. Algunos se escaparon para trabajar en restaurantes de la carretera o regresaron a sus casas”, apuntó.
El problema es que no les enseñan en su lengua materna, tienen que aprender en odia, el principal dialecto, pero no lo entienden, explicó Sisa.
La alternativa de las autoridades fue mostrar disposición bajar la exigencia para contratar maestros bondas. Pero todavía queda mucho por hacer para proteger a esta tribu.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme