ECONOMÍA-ARGENTINA: Cuando impera la desconfianza

Argentina crece desde hace seis años, tiene superávit fiscal y comercial, abultadas reservas monetarias y los precios de sus exportaciones suben. Sin embargo, los mercados financieros desconfían de su capacidad de pago como si estuviera al borde de la bancarrota como en 2001.

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Si bien se observan hoy ciertos signos de desaceleración, la economía de este país crece desde 2002 a un ritmo anual promedio superior a ocho por ciento. El superávit fiscal de 2007 llegó a 3,2 por ciento del producto interno bruto (PIB) y para este año se proyecta un balance favorable de 3,4 por ciento.

Las reservas monetarias, que habían caído a 10.000 millones de dólares en 2002 tras una prolongada recesión que derivó en el cese de pago de la deuda en diciembre de 2001, superan en la actualidad los 47.000 millones de dólares, mientras que los precios de cereales y oleaginosas, principales productos de exportación de Argentina, siguen al alza más allá de algunos vaivenes.

No obstante, hace una semana Argentina vivió un "viernes negro". Los bonos de la deuda pública cayeron seis por ciento en un día. Fue después de que bancos venezolanos se desprendieran de títulos argentinos recién adquiridos y que pagaban 15 por ciento de interés, el doble de lo que abonarían si los mercados confiaran en su solvencia.

La firma calificadora estadounidense de riesgo financiero internacional Standard and Poor’s bajó el lunes la nota de Argentina, de "B+" a "B estable", sólo un escalón por encima de la que reciben los países que consideran en cesación de pagos o a punto de estarlo. Entiende que el gobierno no enfrenta el aumento de la inflación ni las mayores presiones fiscales y financieras.
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Lo mismo hizo la también estadounidense Moody's, que pasó a Argentina de "positiva a estable" en el rango de calificación B3, que también es el último lugar antes de caer al abismo. "La actual nota refleja en forma cabal una capacidad débil de pago", dijo el analista Gabriel Torres.

El experto de esta firma añadió que "Argentina está en alto riesgo, aunque no a punto de entrar en default (cese de pago), porque existen recursos para evitar problemas en el corto plazo". El problema sería "el año próximo", apuntó en referencia a los vencimientos que se acumulan en ese periodo.

En tanto, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos ubicó en nueve por ciento la inflación de 2007. Pero ese organismo estatal fue intervenido por el gobierno en enero de ese año y desde entonces se sospecha que los datos son manipulados. Mediciones privadas indican que el verdadero índice rondaría 25 por ciento anual.

Esta semana, aún cuando el gobierno salió a rescatar bonos de deuda para mostrar solidez financiera y contribuir a recuperar su valor, analistas de bancos en Estados Unidos advirtieron que el riesgo de cese de pagos en Argentina es alto, una observación que los economistas locales consideran exagerada.

"Las dudas surgen exactamente por las perspectivas futuras de todo los datos positivos que muestra la economía", resumió para IPS un economista, ex banquero y asesor en finanzas que prefirió el anonimato. Estas dudas locales, sumadas a turbulencias financieras internacionales, sacuden a Argentina, indicó.

"Si la demanda sigue aumentando a un ritmo superior a la capacidad productiva habrá menos crecimiento y crecerá la inflación. Las reservas (internacionales) son elevadas, pero están para respaldar la base monetaria. Y el superávit fiscal podría caer en 2009, cuando hay que enfrentar fuertes vencimientos de deuda", precisó.

Los economistas coinciden en señalar que, si bien no se está en vísperas de una bancarrota, existen dificultades financieras que el gobierno de Fernández parece negar, un gesto que contribuye a aumentar la incertidumbre.

La presidenta, del sector centroizquierda del Partido Justicialista (peronista) al igual que su esposo y predecesor en el cargo, Néstor Kirchner (2003-2007), rechazó esta semana en duros términos los alertas de los expertos y asesores financieros del mercado de valores de Wall Street, en Nueva York.

"Esas calificadoras, a las que se les pasó por las orejas el tema de las hipotecas en Estados Unidos, quieren convencer a los argentinos de que estamos en problemas", ironizó Fernández, en alusión a la crisis financiera que se desató en ese país a raíz de los préstamos de baja calificación que otorgaban para adquirir inmuebles los bancos, clasificados como muy buena nota por estas empresas.

"No nos perdonan haber renegociado nuestra deuda como lo hicimos y haber recuperado decisión luego de cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI)", añadió la mandataria.

Se refirió así a la reestructuración de la deuda argentina que lideró en 2005 su esposo, logrando una quita de casi 70 por ciento, y la posterior cancelación de todos los compromisos con el FMI.

El economista Guillermo Giussi, del estudio Economía y Regiones, remarcó en diálogo con IPS que, si bien es alto el superávit fiscal conseguido en los últimos años, los vencimientos de deuda que se avecinan también lo son y, según como evolucionen ciertas variables, "Argentina podría enfrentar problemas".

En 2009, el país deberá pagar cerca de 7.000 millones de dólares de intereses. Aún si pudiera hacer frente a ese vencimiento con superávit, luego tendrá que conseguir respaldo para financiar vencimientos de capital por más de 10.000 millones de dólares y ahí es donde se plantea la incertidumbre.

La fuente que habló desde el anonimato indicó que en el último año las turbulencias en los mercados financieros internacionales redujeron en 80 por ciento el acceso al crédito de todos los países emergentes. "En el caso argentino, esa reducción llega a casi 100 por ciento", advirtió.

Argentina tiene vedado el crédito porque en la renegociación de su deuda dejó al margen a tenedores de títulos que se negaron a aceptar el canje de títulos con quita. Tampoco avanzó en la negociación con el Club de París, que agrupa a países industrializados y que es acreedor de unos 7.000 millones de dólares.

El único prestamista con que cuenta Argentina es el gobierno de Venezuela, que acepta los bonos soberanos. Pero el interés que paga por esa colocación es muy alto y la venta masiva e inmediata que hicieron los bancos del país gobernado por Hugo Chávez en la misma semana de la adquisición puso en duda la conveniencia de volver a ese mercado.

Giussi explicó que el superávit fiscal de los últimos dos años se obtuvo a partir de recursos que se pueden considerar "extraordinarios". En 2007, la norma que permitió el traspaso del sistema de jubilación privada al público contribuyó a un fuerte balance positivo. Este año, hubo también factores de excepción.

Las utilidades generadas por la colocación de reservas del Banco Central en apenas seis meses duplicaron lo que se proyectaba para todo el año. También el alza de los precios de la soja, principal cultivo de exportación del país, ayudó a aumentar la recaudación pese al conflicto de más de tres meses desatado en marzo por las asociaciones de empresarios agropecuarios.

"En el (estatal) Banco Nación hay un depósito de más de 30.000 millones de pesos (unos 10.000 millones de dólares), puede ser que ese sea el recurso extraordinario al que eche mano el gobierno en 2009 para recuperar deuda", especuló Giussi.

En contrapartida, economistas advierten que hay inconsistencias en otras variables del balance de ingresos y erogaciones. El Ministerio de Economía dejó de informar el año pasado sobre transferencias directas a las provincias, algunas de las cuáles están acumulando fuertes déficits.

También advierten que el Estado tiene un atraso que llega a seis meses en el pago a proveedores y beneficiarios de subsidios, y a contratistas de obras públicas. Esta deuda flotante es estimada en unos 2.000 millones de dólares.

Asimismo, la administración de Fernández incrementó fuertemente el gasto en subsidios a la energía, el transporte y la oferta alimenticia. En 2006, esas subvenciones representaban 1,8 por ciento del PIB, en 2007 subieron a 2,3 por ciento y para este año la proyección de la consultora Ecolatina anticipa 3,5 por ciento.

Esta dinámica, sumada a aumentos de precios y salarios, es la que preocupa a los escépticos, que observan con lupa las variables de la economía desde diciembre de 2001, cuando el país colapsó y se declaró el cese de pagos.

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