De crisis política en crisis política, Pakistán sigue por la senda democrática con las elecciones presidenciales de este sábado, pero en un contexto de inestabilidad por la carestía y la insurgencia islamista.
El proceso electoral es accidentado y alcanzó su peor momento con el asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto (1988-1990 y 1993-1996), del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) el 27 de diciembre pasado en este puerto meridional.
Su viudo, Asif Ali Zardari, designado copresidente del PPP junto con el hijo de ambos, el joven estudiante universitario Bilawal Bhutto Zardari, logró mantenerse al frente del partido mediante promesas hechas y rotas, con una sonrisa.
El PPP llegó al gobierno el 18 de febrero.
La nominación de Zardari como candidato a la presidencia del PPP tras la renuncia del ex dictador Pervez Musharraf, el 18 de agosto, originó más dudas y especulaciones.
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La partida de Musharraf puso fin a varias semanas de mucha tensión y causó gran expectativa acerca de la capacidad para resolver la crisis que posee la coalición gubernamental del PPP y la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N), encabezada por el ex primer ministro Nawaz Sharif (1990-1993, 1997-1999).
Entre ellas, la disparada de los precios de alimentos que duplicó el gasto de los hogares en los últimos meses y la suspensión de numerosos jueces por Musharraf el 3 de noviembre de 2007, cuando decretó el Estado de emergencia.
Muchos de ellos cuales no han sido reintegrados aún, lo cual sigue causando gran malestar en el mundo judicial, entre los abogados y en la ciudadanía en general.
Además, los conflictos en el noroccidente del país se siguen cobrando víctimas, si bien el gobierno anunció una interrupción de hostilidades por el mes sagrado de Ramadán.
Mientras, la situación en la occidental provincia de Baluchistán comienza a bullir porque no se atienden problemas eternos como desempleo, seguridad, educación, salud, violencia de género y falta de agua potable.
En un principio, Zardari negó estar interesado en la presidencia, e insinuó que el cargo podría ser ocupado por una mujer. Las especulaciones cayeron entonces sobre su hermana, la legisladora Feryal Talpur, pero ella tampoco se mostró atraída por el puesto.
Pero menos de una semana después, el 22 de agosto, el PPP anunció la candidatura de Zardari, quien la aceptó a los pocos días.
Las especulaciones sobre una posible renuncia a último minuto, pues Talpur se retiró y le dejó el camino libre con vistas a convertirse en el próximo presidente de Pakistán tras las elecciones de este sábado.
Zardari cuenta con todo el apoyo del PPP, no así de muchos de sus partidarios.
"Tras la muerte de Benazir apoyé todas las decisiones de Zardari, aunque él no me agradara. Pero no puedo estar a favor de su candidatura. Estoy asqueada y decepcionada", señaló Shahida Haroon, trabajadora social jubilada de Karachi, quien siempre votó al PPP. "".
"Son todos iguales, qué cambia quién sea presidente", señaló encogiéndose de hombros Jamal, conductor profesional originario de Peshawar, pero que vive en esta ciudad desde hace 40 años.
Jamal se mantiene al tanto de los asuntos políticos, pero no apoya a ningún partido.
"No son partidos, son dinastías", explicó a IPS. "Serían partidos si permitieran que la gente común como nosotros ocupara cargos altos. Pero no es así. Siempre asume un hijo, un hermano o algún pariente."
Zardari tiene fama de corrupto aunque nunca se le pudo probar nada. En Pakistán se bromea con que hay que explicarle que 58-2-b no significa 58.200 millones de dólares.
La broma hace alusión al artículo 58-2-b, añadido a la Constitución por el dictador militar general Zia-ul-Haq (1977-1988), que habilita al presidente a disolver la Asamblea Nacional y destituir al primer ministro.
En la década del 90, los presidentes recurrieron al artículo 58-2-b para destituir a tres gobiernos.
En su segundo mandato como primer ministro, Nawaz Sharif eliminó ese artículo. Pero en octubre de 1999, el entonces general del ejército Musharraf lo destituyó mediante un golpe de Estado. En junio de 2001 se convirtió en presidente y reintrodujo la cláusula.
La alianza entre el PPP y el PML-N se remonta a la Carta de Democracia, firmada por Bhutto y Sharif en Londres en mayo de 2006 que puso fin a décadas de rivalidad política. Uno de los principios subyacente expresado en el documento era mantener al ejército fuera de la política.
Tras las elecciones de este año, el PPP y el PML-N formaron una coalición de gobierno y se comprometieron a restituir a los jueces y eliminar el artículo 58-2-b.
La coalición, ya dañada por la inoperancia de Zardari en la cuestión judicial, se desarmó tras el anunció de su candidatura y la partida de Sharif.
Hubo una renovada racha difamatoria contra Zardari en la prensa, incluidas viejas acusaciones de corrupción y una nueva de desequilibrio mental, según los registros médicos presentados por sus abogados para justificar su no comparecencia ante el tribunal.
Numerosos analistas critican la cobertura negativa respecto de Zardari y opinan que el proceso democrático debe continuar, por los largos periodos de gobierno militar y los brevísimos y, a menudo interrumpidos, lapsos democráticos.
"Zardari tiene el derechos político y legal de ocupar la presidencia", remarcó Farrukh Saleem, director del independiente Centro de Investigación y Estudios de Seguridad de Islamabad.
"¿Tiene derecho moral?", preguntó. "Dejemos que él que no ha pecado coloque la primera piedra. Hablemos de debidos procesos electorales y de qué generaron en otros países. Pongamos en marcha procesos y un sistema de gobierno. Una vez que esté consolidado él mismo podrá deshacerse de las manzanas podridas."
Por su parte, Mazhar Abbas, secretario general del Sindicado Federal de Periodistas de Pakistán, señaló que pese a la ruptura entre el PPP y el PML-N, sus líderes demostraron madurez política y aceptación mutua al pedir a sus partidarios no hablar pestes de la otra agrupación.
Abbas pidió a los periodistas en una misiva pública que evitaran dar motivos a una intervención militar, pese a que reconoció fallas y errores de Zardari.
"¿Qué pasará si Zardari se convierte en presidente?", preguntó "Será fácil pedirle cuentas a él y al PPP. Deben aprendan algunas lecciones. Dejemos que la democracia eche raíces y que el ejército se mantenga alejado de la política".
Mientras el impredecible Zardari se perfila como el próximo presidente de Pakistán, queda por verse qué uso hace de sus potestades. Ya sorprendió en otras oportunidades a sus críticos.
En el contexto actual, él puede ser la mejor esperanza de este país para volver a sorprender a sus detractores.