El gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva comienza esta semana con cambios en el gabinete ministerial, que buscan consolidar su amplia mayoría parlamentaria y ganar eficiencia en sus programas sociales.
Lula, si logra alcanzar esos dos objetivos, el crecimiento económico esperado de 3,5 por ciento para este año y un poco más en los próximos, mantendría su elevada popularidad y podría asegurarse la reelección en 2006.
El pretexto para la reforma ministerial, anunciada el viernes, antes de que el mandatario viajara a India para una visita que va del domingo al miércoles, fue la incorporación al gobierno del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que pasa así a dirigir dos ministerios.
El nombramiento del senador Amir Lando como ministro de la Previsión Social y del diputado Eunicio de Oliveira para las Comunicaciones formaliza la adhesión del PMDB, partido considerado de centro, a la coalición oficial que ahora cuenta con más de 70 por ciento de las dos cámaras legislativas.
En realidad, no se trata de una simple adhesión sino de la alianza entre los dos partidos de mayor representación parlamentaria como eje del gobierno y posiblemente de futuras disputas electorales.
El izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que lidera Lula, sigue hegemónico en el gobierno, con 20 de los 34 ministerios y secretarías especiales con rango ministerial. Las demás carteras se dividen entre pequeños partidos de la amplia coalición, como el Liberal y el Comunista del Brasil, y líderes empresariales.
Los cambios destinados a mejorar el desempeño del gobierno en el área social se hicieron con representantes del mismo PT. Se creó el Ministerio del Desarrollo Social y Combate al Hambre, juntando los extintos Ministerios de Seguridad Alimentaria y de Asistencia Social.
Para esa nueva función, de unificar políticas sociales, se nombró al diputado Patrus Ananias, recomendado por su buena gestión en los años 90 como alcalde de Belo Horizonte, una gran ciudad y capital del oriental Estado de Minas Gerais.
Bajo su responsabilidad quedan programas sociales que constituyen el alma del gobierno de Lula, como el programa Hambre Cero, que pretende erradicar ese problema del país y la Beca-familia, que ya beneficia 3,6 millones grupos familiares con una ayuda mensual de 72,80 reales (25,30 dólares) como promedio y que pretende alcanzar a 11,4 millones de familias en 2006.
Pero la reforma del gabinete sacrificó a varios líderes del PT, incluso viejos amigos del presidente Lula, considerados malos administradores, como el ex ministro de Seguridad Alimentaria, José Graziano.
Una sorpresa fue la caída de Cristovam Buarque, sustituido en el Ministerio de Educación por Tarso Genro, de reconocida capacidad administrativa como ex alcalde de Porto Alegre, capital del meridional estado de Río Grande del Sur, pero sin relación directa con la enseñanza.
Buarque, respetado como experto y animador de la educación, ya había sido rector de la Universidad de Brasilia y gobernador del Distrito Federal, territorio en que se ubica la capital brasileña.
Pero se hizo un ministro incómodo al criticar públicamente el limitado presupuesto de su cartera, estimulando incluso manifestaciones estudiantiles en favor del aumento de recursos financieros para la enseñanza. Al parecer, sus muchas ideas innovadoras, con escaso pragmatismo, provocaron su despido.
Los cambios ministeriales no afectaron el área económica, en que se mantiene intacto el poder del ministro de Hacienda, Antonio Palocci, con su política de estabilización monetaria, reflejada en fuerte contención de los gastos públicos y altas tasas de interés, que traban el crecimiento económico.
Con la economía en manos conservadoras, la popularidad del gobierno depende de resultados concretos en el área social, perseguidos con la unificación de carteras y políticas, y de una mayor eficacia administrativa de todo el gobierno, meta de otras alteraciones en el ministerio.
La reforma le quitó al ministro jefe de la Casa Civil de la Presidencia, José Dirceu, las tareas de articulación política con el Congreso legislativo y los gobiernos estaduales y municipales, ahora atribuidas a un nuevo ministro, el comunista Aldo Rebelo.
Dirceu, considerado el brazo derecho de Lula, no perdió, sino que ganó nuevos poderes. Fue encargado de reorganizar la administración pública, actuando adentro del gobierno.
El mismo ministro anunció que promoverá modificaciones en órganos encargados de la reforma agraria, del ambiente, de la política indígena y otros. Como son organismos subordinados a otros ministerios, queda claro que a Dirceu se le concedió el poder de intervenir en áreas ajenas, como un primer ministro de hecho.
Para mejorar la gestión, este dirigente del PT cuenta con la fama, adquirida el año pasado, de ministro autoritario, pero eficiente, pragmático y fiel ejecutor de las decisiones de Lula.