BELÉM – A solo 30 minutos del lugar donde se desarrollan las negociaciones climáticas de las Naciones Unidas en la ciudad brasileña de Belém, las comunidades afrodescendientes están inmersas en una pertinaz lucha por el pleno reconocimiento y la titularidad legal de sus territorios ancestrales, algo fundamental ya que su seguridad y sus medios de vida se ven amenazados por empresas que quieren instalar vertederos contaminantes y por los cárteles de la droga.
Un paseo en barco por uno de los ríos que circundan Belém, ya cercanos al comienzo del delta del Amazonas te lleva al interior de la selva. Se trata de la selva tropical más grande del mundo, con una superficie estimada de entre 5,5 y 6,9 millones de kilómetros cuadrados y que se extiende por ocho países sudamericanos.
En esta ciudad amazónica de 1,2 millones de habitantes se realiza desde el día 10 y hasta el viernes 21, salvo que no se prolongue, la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc).
La selva amazónica no so es asiento de más de 350 pueblos indígenas sino también de los quilombos, como se llaman en Brasil a las comunidades fundadas por descendientes de africanos que escaparon de la esclavitud.
Los afrocescendientes que llegaron a América como esclavos han defendido sus derechos durante generaciones. En toda América Latina y el Caribe, pueden ser conocidos con diferentes nombres, pero todas son comunidades afrodescendientes con historias comunes.
Más de 130 millones de personas en América Latina se identifican como afrodescendientes, descendientes de aquellos que fueron traídos a la fuerza a América durante la trata transatlántica de esclavos.
En Brasil, Ecuador, Colombia y Suriname, estas comunidades poseen colectivamente derechos de gestión reconocidos sobre casi 10 millones de hectáreas.
Pero la Amazonia es el escenario de la lucha por el pleno reconocimiento y la titulación legal de sus territorios ancestrales, tal y como garantiza la Constitución brasileña de 1988.
IPS habló sobre sus luchas y éxitos con Fabio Nogueira, líder de la comunidad quilombola Menino Jesus, donde viven 28 familias.
«Sin títulos de propiedad, los quilombolas están expuestos a la invasión y el desplazamiento por parte de grandes empresas, ganaderos, agricultores y acaparadores de tierras», dijo.
Es alarmante que las bandas criminales se ceben en las comunidades quilombolas y sus líderes para llevar a cabo actividades ilegales.

El aumento de la vigilancia y las incautaciones de drogas en las rutas directas de América Latina a Europa y Estados Unidos han convertido el Amazonas en un corredor de drogas. En Brasil, los narcotraficantes utilizan los «ríos de cocaína», poniendo en peligro la seguridad de los quilombos a lo largo de la selva amazónica.
Los principales ríos y las zonas remotas de muchos territorios quilombolas sirven como «corredores de cocaína» clave para el tráfico de drogas. La falta de presencia estatal y de títulos de propiedad hace que estas comunidades sean blancos fáciles.
Hoy en día, la selva amazónica es también escenario de una feroz lucha contra los vertederos o los sitios de eliminación de residuos.
Nogueira afirma que los vertederos en la Amazonia causan problemas importantes, como la contaminación del suelo y el agua con metales pesados y otras toxinas, y la liberación de gases de efecto invernadero como el metano.
«Actualmente estamos a 15 kilómetros del vertedero de Marituba y sigue contaminando nuestro aire y nuestro medio ambiente. Ahora quieren traer un vertedero a solo 500 metros de nuestra comunidad. El vertedero tendrá una superficie de 200 hectáreas. Nos oponemos a los vertederos y hemos presentado una demanda ante los tribunales», dice.
Detalla que «la comunidad quilombola de Menino Jesus está inmersa en un litigio judicial. Nos oponemos al proyecto de vertedero propuesto».
El proyecto se planificó sin reconocer su existencia ni el impacto que tendría sobre ellos. La Defensoría Pública de Pará, el estado del que es capital Belém, ha presentado una demanda judicial y ha recomendado la suspensión del proyecto, alegando que la tierra es pública y forma parte del área tradicionalmente ocupada y reclamada por la comunidad durante 20 años.
Si el Estado brasileño mantiene el ritmo actual de regularización de las tierras de los territorios quilombolas, se tardará 2188 años en titular completamente los 1802 procesos actualmente abiertos en el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria.
La lentitud de la titulación afecta negativamente a la preservación de los bosques.

A pesar de que dos estudios indican que los quilombolas desempeñan un papel crucial en las soluciones climáticas, su continua lucha por el reconocimiento básico les dificulta garantizar sus derechos o acceder a la financiación climática en espacios formales, como la COP30, según la Coordinación de las Asociaciones de Comunidades Quilombolas Restantes de Pará, que representa y defiende a las comunidades quilombolas del estado.
Dos estudios recientes indican que la titulación es un factor determinante para el éxito de los quilombos en la protección de la Amazonia y que los territorios titulados conservan 91 % de sus bosques, mientras que los territorios no titulados conservan 76 %.
«Es alarmante que los territorios autoproclamados que aún no cuentan con la certificación (necesaria para iniciar el proceso de titulación) tengan una tasa de pérdida forestal un 400 % superior a la de los territorios titulados, lo que pone de relieve la urgencia del reconocimiento para detener la degradación», destaca la coordinación, conocida también como Malangu.
Durante la COP30, una visita a los dos quilombos —Menino Jesus e Itaco-Miri— en la selva amazónica demuestra la importancia de la titulación de tierras comunales.
Ilustra cómo esta titulación mejora el bienestar de los pueblos afrodescendientes de toda la Amazonia y cómo la seguridad de la tenencia de la tierra contribuye a los objetivos climáticos mediante la absorción de carbono, la protección de los bosques y la preservación de la biodiversidad a través de la agricultura tradicional.
A lo largo de seis generaciones, las comunidades quilombolas se han destacado como cuidadoras y conservadoras de la biodiversidad de la selva amazónica, utilizando prácticas sostenibles transmitidas de generación en generación.
Los territorios de Menino Jesus e Itacoã-Miri y otras tierras de comunidades afrodescendientes «tienen una gran biodiversidad y carbono irrecuperable, y se asociaron con una reducción de 29 a 55 % en la pérdida de bosques en comparación con los sitios de control.
Aun así, las comunidades obtienen mejores resultados con la seguridad de la tenencia.
Los datos clave del estudio del Instituto Social Ambiental sobre los territorios quilombos en la Amazonia brasileña muestran que, si bien los quilombos se enfrentan a importantes retos en materia de tenencia de la tierra, aproximadamente 47 % de los quilombos cartografiados carecen incluso de una delimitación básica o de la fijación de límites, y más de 49 % de las comunidades ni siquiera han superado la primera etapa.

Mientras tanto, siguen destacando por su desempeño en materia de conservación. Han preservado casi 92 % de los territorios quilombos cartografiados, incluidos los bosques y la vegetación autóctona. Entre 1985 y 2022, estos territorios solo perdieron 4,7 % de la cobertura forestal original, en comparación con la pérdida de 17 % en las zonas privadas.
Pero el reconocimiento político ha avanzado mucho más lentamente que el reconocimiento científico.
En vísperas de la COP30, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva visitó las comunidades afrodescendientes de Menino Jesus e Itacoã-Miri, cerca de Belém, como parte de una agenda de reuniones preparatorias para la cumbre climática.
Han tenido que transcurrir 30 COP para lograr un avance histórico, ya que la COP30 ha incluido por primera vez el término «personas de ascendencia africana» en los borradores de los textos de negociación de la conferencia climática de la Cmnucc.
Esta inclusión supone un paso significativo hacia el reconocimiento formal de esta población en la política climática mundial.
El término «personas de ascendencia africana» se ha incorporado a los borradores de los documentos, incluidos los relacionados con la Transición Justa y el Plan de Acción de Género. Esto nunca había ocurrido en la historia del sistema de la Cmnucc, que a menudo ha sido más técnico y menos centrado en los derechos humanos y la justicia racial.
La Declaración de Belém sobre la lucha contra el racismo medioambiental es un compromiso político al que se sumaron 19 países en la cumbre de líderes antes del inicio de la COP30. El texto reconoce la exposición desproporcionada de las personas de ascendencia africana, los pueblos indígenas y las comunidades locales a los daños medioambientales y los riesgos climáticos.
Esta declaración es un acuerdo internacional que busca fomentar un diálogo global sobre la intersección entre la igualdad racial, el cambio climático y la justicia medioambiental. La declaración reconoce que las crisis ecológicas y de justicia racial a nivel mundial están interrelacionadas y propone acciones cooperativas para superar las desigualdades históricas que afectan al acceso a los recursos medioambientales.
Entre sus objetivos se encuentran reforzar los derechos humanos y la justicia social en la política medioambiental, ampliar el alcance de la igualdad en el desarrollo sostenible y construir un futuro más equitativo para todos.
Coelho Teles, de la comunidad quilombo, dijo a IPS que no tiene conocimiento de este reconocimiento porque «nos han dejado de lado. No sabemos cómo involucrarnos y participar en la COP30».
Brasil identificó los bosques y los océanos como prioridades gemelas y lanzó en la COP30 el Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre, liderado por Brasil, con el objetivo de compensar a los países por la preservación de los bosques tropicales, con 20 % de los fondos reservados para los pueblos indígenas.
La ciencia ha demostrado que las comunidades mantienen los bosques en pie. Para que el Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre logre los resultados deseados, los habitantes de los territorios quilombos afirman que su reconocimiento y participación deberán ser mucho más sustanciales.
T: MF / ED: EG


