A violación conyugal la protegen prejuicios religiosos y estigmas sociales en Pakistán

De hermosa novia a víctima mortal de brutal violación conyugal, esta es la historia de Shanti, una joven de 19 años cuyo marido ha sido acusado en virtud de la Ley de Prevención y Protección contra la Violencia Doméstica de 2013.

KARACHI, Pakistán – “Lo último que pidió fue un sorbo de agua”, recordó Najma Maheshwari, refiriéndose a Shanti, de 19 años, recién casada y fallecida en julio tras sufrir presuntamente una brutal violencia sexual por parte de su marido en Pakistán.

“Entonces cerró los ojos y no los volvió a abrir”, dijo en voz baja, con la voz impregnada de tristeza.

Najma, activista social del barrio de Shanti, acompañó a su hermano Sayon al Centro de Trauma Shaheed Benazir Bhutto, administrado por el gobierno. “Tenía las entrañas desgarradas, sangraba profusamente por el ano y se retorcía de dolor. Los visitantes del hospital nos instaron a sacar la camilla, quejándose de que el hedor era insoportable”, detalló.

“Mientras la limpiaban, los médicos le extrajeron lombrices intestinales; sus heridas eran así de graves. He visto mucho en mi trabajo, pero nunca tanto horror ni dolor”, dijo Najma a IPS por teléfono desde su casa en Lyari, un asentamiento informal en Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, situada en el sur del país.

Najma Maheshwari, la activista social que estaba con Shanti cuando murió.

Tras dos semanas en el hospital y un viaje de un día para asistir al funeral de Shanti en su aldea, Najma, de 38 años y madre de cuatro hijos, estaba profundamente conmocionada. “No puedo comer, y el hedor indescriptible todavía me persigue”, dijo.

Según la denuncia presentada por Sayon ante la policía, el esposo de Shanti, Ashok Mohan, le había «insertado un tubo de metal» y luego «la mano y el brazo» en el ano dos días después de su boda. Insatisfecho, la mordió en los pechos y el cuello y amenazó con matarla si contaba el acto a alguien.

«Estuvieron comprometidos dos años antes de que la casáramos; ella estuvo muy feliz durante las celebraciones», recordó Sonya, la cuñada de Shanti, y agregó que el novio, de 25 años, vivía a pocas calles de distancia y parecía ser la pareja ideal.

La violencia sexual, ocurrida tan solo tres días después de su boda, provocó que Shanti sangrara profusamente por el ano. Al ver que la hemorragia no paraba, sus suegros la llevaron a dos centros de salud, pero cuando los médicos se dieron por vencidos, la llevaron a casa.

“Fuimos a verla… yacía inmóvil, y su suegra afirmó que solo era diarrea y la regla, así que nos fuimos, sin darnos cuenta de la gravedad de la situación”, dijo Sonya.

Dos semanas después, al empeorar el estado de Shanti, sus suegros llamaron a su hermano. Al ver su estado, la llevaron de urgencia al hospital, pero ya era demasiado tarde.

“Había evidencia clara de traumatismo anal causado por violencia sexual”, confirmó la Dra. Summaiya Sayed, cirujana jefe de la policía de Karachi, quien indicó que Shanti fue ingresada en estado de coma y conectada a un respirador. Sus lesiones empeoraron al continuar defecando, lo que provocó su muerte tres semanas después.

“Este es un caso claro de violación conyugal”, declaró Syeda Bushra, abogada de la Sociedad de Asistencia Legal, con sede en Karachi, que ofrece asistencia jurídica gratuita. Bushra lleva casi una década atendiendo casos de violencia sexual.

Si bien actualmente no existe una ley específica que defina la violación conyugal, la Ley de Prevención y Protección contra la Violencia Doméstica de 2013 sí responsabiliza a los esposos como infractores en esos casos.

“Aunque la ley no mencione explícitamente la violación conyugal, su definición ampliada, según el artículo 376 del Código Penal de Pakistán, permite el procesamiento de los esposos”, explicó Bushra.

Esto marca un cambio significativo con respecto al Artículo 375 del Código Penal de Pakistán (PPC, en inglés), que anteriormente eximía las relaciones sexuales conyugales, una exención eliminada en 2006 por la Ley de Protección de la Mujer, en lo que representa una emmienda a leyes penales.

Bushra describió la violación conyugal como «innegablemente una forma de violencia doméstica», pero señaló que sigue siendo poco denunciada. Muchas mujeres optan por el divorcio, y la violación conyugal sigue siendo un tabú y, a menudo, ni siquiera se reconoce como tal.

Las encuestas gubernamentales revelan una cruda realidad: la Encuesta Demográfica y de Salud de Pakistán (PDHS, en inglés) informó que 47 % de los encuestados en 2012-2013 consideraba justificable el maltrato a la esposa, una cifra que solo disminuyó ligeramente a 43 % en 2017-2018.

Los datos de 2023 del Foro Económico Mundial presentan un panorama aún más sombrío, mostrando que 85 % de las mujeres casadas en Pakistán sufren violencia física o sexual, una cifra muy superior a 53 % de Bangladés y a 29 % de la India.

Fauzia Yazdani, experta en género y gobernanza con sede en Islamabad, destaca cómo los textos y tradiciones religiosas a menudo se malinterpretan deliberadamente para justificar el abuso.

Al respaldar la opinión de Yazdani, la abogada Bushra señala que las mujeres con la valentía de buscar justicia con frecuencia se enfrentan a abogados defensores que citan versículos coránicos selectivos para defender a sus maridos. «No es solo inquietante, sino profundamente problemático», afirmó Bushra.

Mientras los activistas desafían estas narrativas dañinas, los expertos legales presionan para que el sistema judicial rinda cuentas.

“La crueldad del acto que provocó la muerte de Shanti implica que su esposo podría enfrentar cargos tanto de violación como de asesinato, lo que sienta un precedente crucial para la criminalización de la violación conyugal”, dijo Bahzad Akbar, abogado de la Sociedad de Asistencia Legal, especializado en casos de violencia de género durante cuatro años.

En 2022, Akbar logró la primera condena por violación conyugal en Sind, la provincia de la que es capital Karachi, donde el esposo fue condenado a tres años de prisión y a una multa equivalente a 106 dólares por sodomía. Sin embargo, el veredicto tardó dos años.

Najma (centro), Sonya (vestida de amarillo a la izquierda de Najma) y su hermano (a la derecha de Najma), cuando hacían guardia en la acera frente al centro de traumatología donde Shanti luchaba por su vida. Imagen: Seema Maheshwari

Hoy, con la Ley Antiviolación de 2021 que estableció tribunales especiales, Akbar espera un juicio rápido y justicia en el caso de Shanti.

«El caso de Shanti será una prueba para la sociedad», dijo, «ofreciendo esperanza a las mujeres que sufren abuso sexual en el matrimonio de que la justicia es posible».

Trágicamente, el caso de Shanti no provocó una indignación generalizada.

«Eso se debe a que era mujer, y en esta sociedad, las mujeres son consideradas desechables», explicó Yazdani.

Según ella, la violencia de género rara vez se reconoce como delito en la mentalidad colectiva de Pakistán, razón por la cual sigue sin abordarse adecuadamente en las instituciones.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

“Aún no existe una definición oficial de misoginia y patriarcado; no existen términos locales que recopilen estos conceptos”, afirmó, responsabilizando al gobierno, al poder judicial, a la policía, a los líderes de opinión del país e incluso a los organismos de supervisión independientes por fallarles a las mujeres pakistaníes “una y otra vez”.

Esta desconexión entre las actitudes sociales y las respuestas institucionales, argumentó, crea un vacío que incluso las leyes más sólidas tienen dificultades para superar.

Los expertos legales reconocen que, si bien Pakistán cuenta con leyes sólidas que protegen a las mujeres, su aplicación sigue siendo deficiente.

“Cuando las leyes se crean en un vacío social, ¿qué se puede esperar? Que sigan siendo ineficaces”, observó Yazdani.

Esa desconexión entre la ley y la realidad es claramente visible en las experiencias compartidas por profesionales de la salud.

“Conocí a mujeres inteligentes y competentes que aún creen que no tienen derecho a rechazar a sus maridos. Muchas consideran las relaciones sexuales sin consentimiento como un deber conyugal”, dijo Azra Ahsan, ginecóloga y obstetra con experiencia en Karachi.

Tras años escuchando a mujeres jóvenes casadas confesar su dolor en silencio, a menudo después de que el daño ya estuviera hecho, Ahsan se convenció de que la educación en salud sexual y reproductiva (SSR) es crucial para concienciar sobre la salud reproductiva, incluyendo la violación conyugal.

Para subsanar esta deficiencia, ella y un grupo de médicos con ideas afines de la Asociación de Madres y Recién Nacidos (Aman, en inglés)*, el brazo ejecutor del Comité Nacional de Salud Materna y Neonatal de Pakistán, desarrollaron Bakhabar Noujawan (Jóvenes Informados), un programa en línea de SSR avalado por el Ministerio de Regulaciones y los Servicios Nacionales de Salud.

«Estamos intentando introducirlo en las universidades, pero convencer al profesorado es una ardua tarea; primero deben comprender la importancia del curso», afirmó.

Abarcando más de dos docenas de temas culturalmente sensibles —desde la consejería prematrimonial, el matrimonio infantil y entre primos, la violencia doméstica, las ITS y el embarazo adolescente— el programa no rehúye las conversaciones difíciles.

«Actualmente estamos desarrollando un módulo sobre la violación conyugal», afirmó Ahsan, directora de Aman. «El primer borrador está casi terminado», añadió.

Además de la educación en SSR, Sayed enfatizó la necesidad de programas de salud mental y bienestar emocional.

«Demasiados jóvenes cargan con el trauma del abuso sexual infantil», afirmó. «A medida que crecen, ese dolor oculto puede manifestarse de maneras preocupantes: algunos desarrollan comportamientos sádicos o masoquistas, especialmente al exponerse a pornografía sin control. No los sana, sino que profundiza el daño».

El abogado Akbar, quien ha manejado casi dos docenas de casos de abuso sexual infantil en los últimos cuatro años, afirmó que 70 % involucraba incesto.

En los tres centros médico-legales de Karachi, Sayed reporta entre cuatro y ocho casos de violencia sexual diariamente; sin embargo, solo se registraron tres presuntos casos de violación conyugal en 2024, lo que subraya la grave falta de denuncia.

Los expertos afirman que este silencio se debe a normas profundamente arraigadas que condicionan a las mujeres a soportar el abuso en lugar de denunciarlo.

«Incluso hoy, los padres les dicen a sus hijas al casarse: ‘El hogar de tu esposo es tu hogar definitivo; solo debes abandonarlo al morir'», afirmó Yazdani, añadiendo que la sociedad pakistaní sigue atada a unas costumbres sociales que niegan sistemáticamente a las mujeres sus derechos.

«Se la encasilla y se la ve solo a través de la lente de las relaciones; su deber es simplemente obedecer a los hombres que la rodean: padre, hermano, esposo e incluso su hijo», concluyó

 

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